Cómo acercarse a un terremoto llamado Gabriela Mistral: libro reúne su poesía publicada en vida
Se acaba de publicar la antología Obra poética (Lumen) que reúne los cuatro volúmenes de poesía que Gabriela Mistral publicó en vida. Junto a su editor exploramos en las claves de una poesía siempre imprescindible. "Tuvo una prodigiosa capacidad de imprimir una extrañeza a las palabras".
Fue en una concurrida conferencia de 1938, en Montevideo, Uruguay, cuando Gabriela Mistral contó cómo escribía sus versos, que por entonces ya le habían dado un nombre no solo en Chile, sino en Latinoamérica.
“Yo escribo sobre mis rodillas, en una tablita con que viajo siempre, y la mesa escritorio nunca me sirvió para nada, ni en Chile ni en Paris ni en Lisboa. Escribo de mañana o de noche y la tarde no me ha dado nunca inspiración, sin que yo entienda la causa de su esterilidad o de su mala gana respecto de mí”.
“Creo no haber hecho jamás un verso en cuarto cerrado, ni en cuarto cuya ventana diese a un horrible muro de casa urbana. Siempre me afirmo en un pedazo de cielo que Chile me dio azul y que Europa me da borroneado”.
Y agrega: “Corrijo bastante más que lo que la gente puede creer leyendo unos versos que aún así se me quedan bárbaros. Salí de un laberinto de cerros y algo de ese nudo sin desatadura posible queda en lo que hago, sea verso, sea prosa”.
Esas reflexiones, que tituló ¿Cómo escribo mis versos?, son parte de la antología Obra Poética, que acaba de publicar la casa editorial Lumen, dentro de su prestigiosa colección de poesía. Se trata de una compilación de los cuatro poemarios que Mistral publicó en vida: Desolación (1922), Ternura (1923), Tala (1938) y Lagar (1954).
A cargo del prólogo estuvo la destacada poeta y artista Cecilia Vicuña, quien hace una lúcida reflexión en torno a los versos de Mistral. “Acercarse a ella es como acercarse a un terremoto, en vez de huir. Por eso la rehúyen los que no saben entregarse al mar. Ella es la muerte, en el sentido chileno de la frase: ‘Lo mejor que hay’. Lo incomprensible, impajaritable. ¿Qué otro lugar del mundo, sino el Cono Sur, podría crear esa palabra imponderable?“.
“Por eso la ignoran los que no saben entregarse a la poesía como a una enfermedad. Digámoslo bien, no hay nada dulce en ella, porque es la dulzura misma desplegándose como marea. Ella es la última estrofa de un poema que rehúsa morir”.
“El poema es la muerte que desencadena la vida. La muerte que no sabe morir. Un estado inmortal que vive transitoriamente en las palabras, aunque no es de las palabras, pertenece a otro orden de realidad al que las palabras no pueden llegar. Aproximarse sí, barruntar, balbucear sí, y ese es su poder, porque denotan otra realidad que vive en ellas como verdad”.
A cargo de la edición estuvo Vicente Undurraga, acaso nombre obligado cuando se habla de publicar poesía en nuestro país. “La opción fue reunir completos los cuatro libros de poemas publicados en vida por la poeta, tomando las versiones que publicó la editorial Aguilar en los años 50 en sus Poesías completas, y que son las que preparó Margaret Bates en conjunto con la autora en sus años finales, que también reproduce Cedomil Goic en la Antología de la RAE y Alfaguara de 2010. La idea es ofrecer, cuando ya Mistral es, felizmente, una autora tan editada, un libro que reúna su poesía esencial para llevarla adonde sea y perderse en sus palabras".
Undurraga también reflexiona sobre la particular voz poética de Mistral. “Fue una poeta que volteó la lengua castellana hacia dentro, haciendo vanguardia hacia atrás, con versos que parecen antiguos pero son siempre contemporáneos, que tienen tanto del futuro como del pasado: ‘Todo me sobra y yo me sobro / como traje de fiesta para fiesta no habida’”.
Entre Desolación (1922) y Lagar (1954) hay más de 30 años, sin embargo, Undurraga cree ver un hilo conductor en la poética mistraliana. “Recordando lo que decía Roberto Merino a propósito de Lagar, que como probablemente nunca fue una poesía joven, se libró de la obligación de envejecer. Mistral tuvo una prodigiosa capacidad de imprimir una extrañeza a las palabras y al mismo tiempo intensificar con ellas la mirada sobre los seres y las cosas, alumbrándolos".
¿Cómo se lee su poesía hoy? Undurraga señala: “Entrarle con apertura a sus poemas dejará ver una infinidad de Mistrales. A las que por lo mismo siempre se está volviendo. Y destaco la inteligencia con que la poesía de Mistral se piensa a sí misma, con que observa el trato entre palabras que se da en el poema. Por algo Enrique Lihn, el más metapoeta de los poetas chilenos, escribió: ‘No me muevo de aquí donde está ella / en su libro, en su voz que le leemos’”.
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