León XIII, el papa de la doctrina social de la iglesia y “antecesor” de Robert Prevost
Fue obispo de Perugia y había sido considerado buen administrador. Fue elegido en el cónclave de 1878 y su mayor obra como pontífice fue la encíclica Rerum novarum, con la que la Iglesia ingresó de lleno en la problemática social. En honor a ese pontificado es que el cardenal Prevost tomó su nombre.
Tras un largo papado de 31 años, Pío IX, el pontífice que en sus años mozos estuvo en Chile, falleció. Por ende, el cónclave de 1878 procedió a elegir a su sucesor, y en una rápida elección que tomó solo dos días y tres votaciones, el frío 20 de febrero de 1878 salió humo blanco.
El elegido fue el cardenal Gioacchino Pecci. Oriundo de Carpineto Romano, un pueblo ubicado en las cercanías de Roma. El nuevo obispo de la Ciudad Eterna tomó el nombre de León XIII.
El señero New York Times, en su edición del 21 de febrero de 1878 cubrió la noticia. “El nuevo Papa y Cabeza de la Iglesia Católica Romana era, hasta el momento de su elección por los Cardenales en Cónclave, conocido como el Cardenal Giovacchino Pecci, Arzobispo de Perugia y Camarlengo (Chamarlengo) de la Corte Papal. Es originario de los Estados Pontificios, habiendo nacido en Carpineto, en la Diócesis de Anagni, el 2 de marzo de 1810″.
Tras los datos biográficos, el matutino se explayó en su trayectoria. “Los diversos escalones por los que ascendió al Cardenalato no se mencionan en el Almanaque Romano, y hasta hace poco no ha sido lo suficientemente prominente en los concilios de la Iglesia como para merecer una atención detallada en las publicaciones seculares”.
Del nuevo papa se destacaba su experiencia en la curia vaticana, pues había sido nombrado como camarlengo por Pío IX. “Su trabajo se ha desarrollado principalmente dentro de su Sede, ya que las influencias ejercidas sobre él por adversarios en la Corte Papal lo mantuvieron alejado de Roma casi desde el momento en que fue nombrado cardenal hasta que fue llamado repentinamente al puesto de Camarlengo”.
“Miembro de una antigua familia patricia, Giovacchino Pecol se consagró al sacerdocio en su juventud. Poco después de su ordenación, fue recomendado al Papa Gregorio XVI, quien lo nombró uno de los prelados de su casa y, posteriormente, lo empleó como Rector privado”, agregó el NYT, y también dio cuenta de su gestión como delegado en Benevento, localidad que por entonces formaba parte de los Estados Pontificios.
“Tuvo un gran éxito en esta misión y posteriormente fue enviado como delegado a Spoleto y Perugia, distritos en los que demostró una notable habilidad para la institución y administración de leyes. Un resultado especial de sus esfuerzos en estos tres distritos de los Estados Pontificios fue que se frenó el bandidaje, y muchos de los merodeadores más audaces fueron capturados y ejecutados”, agregó el matutino. Fue tan rápido su ascenso que a los 33 años ya era obispo de Perugia.
Como obispo, Pecci había dejado una muy buena imagen. “Administró con cuidado y se hizo querer por todos. Su vida era sencilla y en ningún aspecto dio oportunidad al escándalo”, señaló el NYT.
El papa de las cosas nuevas
León XIII le dio gran importancia al conocimiento, por ello, al poco de asumir fundó un nuevo instituto en Roma para el estudio de la Filosofía y la Teología, además centros de estudio de las Escrituras y un centro astronómico. Asimismo, abrió los Archivos del Vaticano, para quien quisiese revisarlos. Y esa inquietud intelectual tenía un cierto rebote amén de la tumultuosa época que le tocó. Solo al asumir, habían pasado 7 años de la Unificación Italiana, además de la Guerra Franco-Prusiana.
Pero un problema creciente de su época, producto de la segunda etapa de la revolución industrial, fue la llamada “cuestión social”. Es decir, la mala situación de vida de los trabajadores de las fábricas, quienes aspiraban a una mejora de sus condiciones. En ese contexto fue el que apareció el socialismo científico promulgado -entre otros- por Karl Marx. Si bien, la Iglesia en un principio no apoyaba la idea de un ingreso al campo político, una segunda lectura hizo que León XIII se decidiera a pensar mejor al respecto.
“La Iglesia se opuso a la formación de partidos políticos católicos apoyados formalmente por ella, aunque desde la década de 1890 reconoció la conveniencia de apartar a las clases trabajadoras de la revolución atea socialista y, por supuesto, la necesidad de velar por su más importante circunscripción, la que formaban los campesinos”, señala Eric Hobsbawm en su ineludible La era del imperio (1875-1914). Por ello, asegura el historiador “el papa apoyó el nuevo interés de los católicos por la política social”.
Así nació la mayor obra del pontificado de León XIII, la encíclica Rerum novarum (“De las cosas nuevas”), donde sentó las bases de la Doctrina Social de la Iglesia, a medio camino entre el capitalismo y el socialismo. En la encíclica el papa apoyaba el derecho laboral de “formar uniones o sindicatos“, preferentemente católicos, pero también reafirmaba su apoyo a la propiedad privada, la que consideró como un “derecho natural”. Así señaló: “Se halla en la misma ley natural el fundamento y razón de la división de bienes y de la propiedad privada”.
León XIII abogó por el concepto de justicia social, condenando la degradación de las condiciones en que vivían los trabajadores. Señaló: “No deben considerar al obrero como un esclavo; que deben respetar la dignidad de la persona y la nobleza que a esa persona agrega el carácter cristiano".
La publicación de la encíclica causó efectos en la política de su época y en la posterior. “La encíclica Rerum Novarum sirvió de base para los católicos sociales y para otros grupos dispuestos a organizar sindicatos obreros católicos, y más inclinados por estas iniciativas hacia la vertiente más liberal del catolicismo", señala Eric Hobsbawm en su Historia del siglo XX.
León XIII falleció en 20 de julio de 1903, tras 25 años de pontificado y dejó una huella profunda en la Iglesia Católica, que desde Rerum novarum, no volvió a ser la misma. Es en homenaje a él que el cardenal Robert Prevost tomó el nombre de León XIV. Y tal como le tocó a Pecci, asume en un momento “difícil y complejo” de la historia, como lo definió en su homilía previa al cónclave el decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re.
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