Con un traslado y acusado de “trato preferencial”: los primeros seis meses de Boris Becker en la cárcel

Boris Becker en un partido entre el Chelsea y el Bayern Múnich, por la Champions League de 2020. Foto: Ian Stephen/ProSportsImages/DPPI

El extenista fue condenado a fines de abril. Primero pasó sus días en Wandsworth, uno de los recintos más conocidos del Reino Unido, pero en cosa de semanas fue trasladado a Huntercombe, donde familiares de otros prisioneros lo señalan por tener privilegios.



De la gloria al abismo. El mundo del tenis vivió un momento de impacto en el cierre de abril, cuando Boris Becker, multicampeón de Grand Slam, fue condenado a dos años y seis meses de prisión, por cuatro delitos financieros que cometió luego de haber caído en quiebra en el año 2017.

La sentencia lo golpeó y Deborah Taylor, jueza que dictaminó la resolución, le reprochaba su actuar. “Ha perdido usted su carrera y su reputación, así como todo su patrimonio. Resulta notable que no haya mostrado ninguna señal de arrepentimiento o de reconocimiento de su culpabilidad. Entiendo la humillación que usted ha podido sufrir durante todo este proceso, pero ha sido incapaz de mostrar nada de humildad”, comentaba la magistrada.

Desde aquello han transcurrido seis meses. En la actualidad, el legendario exdeportista pasa su encierro en cárcel de Huntercombe. Una prisión clase C. Esto quiere decir en condiciones abiertas, con detenidos con pocas intenciones de escapar. Es un edificio para delincuentes procedentes del extranjero, lo que indica que Becker puede ser deportado una vez que cumpla con su pena.

El abogado del exentrenador de Novak Djokovic, Christian-Oliver Moser, agradece el traslado desde Wandsworth al recinto donde permanece actualmente. “Mi cliente está bien dadas las circunstancias y se ha integrado constructivamente en la vida diaria. Puede llamar por teléfono cuando quiera y comunicarse con el mundo exterior. Cualquier otro detalle sobre su estada en prisión está sujeto a las leyes de privacidad personal protegidas”, contó a los medios alemanes.

Los primeros días del excampeón

Boris Becker no es un preso cualquiera. Sin embargo, esto no lo priva del sufrimiento de estar tras las rejas. Desde Alemania, país natal del alguna vez campeón de Wimbledon, el medio Bild sostuvo que el ex número 1 ha perdido ocho kilos. Indican en la misma publicación que pasa sus días entrenando en el gimnasio y que dejó el alcohol. Algo lógico, dada su condición. En este momento no hay mayores problemas. Sin embargo, las jornadas post veredicto fueron complicadas.

En Wandsworth las condiciones eran distintas. Es una de las prisiones más grandes del Reino Unido. Un circuito penal que ha sido descrito como “desmoronado, superpoblado e infestado de bichos”, esto según lo expuesto por el diario inglés The Daily Mail.

Boris Becker, extenista.

Un lugar que es posible imaginar al leer viejos cuentos británicos basados en las penitenciarias. Por allí pasó, por ejemplo, Oscar Wilde. El histórico escritor de la segunda mitad del siglo XIX tiene una publicación hablando del encierro en carne propia y otra escrita en reclusión. Claro que sus textos son basados en sus días en Reading, donde estuvo dos años con trabajos forzados. Aun así, sus primeros cuatro meses de presidiario fueron dentro de las mismas paredes que tuvieron a Boris Becker en mayo. A escasos cuatro kilómetros del All England de Londres, donde el otrora tenista viviría algunos de sus días más gloriosos, pasaba el periodo quizás más duro de su vida.

Ascenso en el cambio y protestas

Con el traslado, las cosas mejoraron para Becker. Pero eso no tiene a todos conformes. The Sun dio a conocer que el oriundo de Leimen escaló en el rango interno de la prisión y enseña ciencias deportivas a sus compañeros, como asistente de clase. Este ascenso ha generado indignación en algunos familiares de otros prisioneros.

Instruye un “tipo especial de yoga y meditación”. Además de entregar sus conocimientos sobre los altibajos de las victorias y las derrotas, al ser un conocedor del tema.

Al respecto, parientes de otros reclusos protestan por lo rápido que se dio esta alza de rango. “Se requieren años de servicio antes de conseguir un trabajo como asistente de clases, porque se considera un privilegio en la cárcel. Pero a Becker le dieron el trabajo a las pocas semanas de comenzada su condena. Hay mucho resentimiento por eso”, contó una fuente anónima al diario inglés.

La respuesta no hizo esperar. Desde Wandsworth negaban que exista un trato especial. Aseguran que cualquiera tiene acceso a los “privilegios” de Becker. “Es falso sugerir que se le dio un trato preferencial: los delincuentes pueden acceder a una variedad de oportunidades laborales y educativas mientras permanecen en prisión y cumplen sus condenas”, indican.

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