Psiquiatra Vania Martínez y la interrupción de la socialización de niñas, niños y adolescentes: “Esto no es solo un par de meses, es un período crítico de la vida”
La académica de la U. de Chile y directora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes analiza el impacto que ha tenido la crisis sanitaria en la formación de los niños y jóvenes. “De todos los grupos etarios está confirmado que los adolescentes y jóvenes es el más afectado”, asegura.
La pandemia ha provocado cambios sin precedentes. Fue así prácticamente todo el 2020 y hoy el panorama no es muy alentador. Encierro, miedo al contagio, duelo por familiares o amigos, incertidumbre y tensión han sido permanentes. Y para niñas, niños y adolescentes ha significado no solo abandonar abruptamente su asistencia al colegio, sino que también dejar atrás su vida social y al aire libre.
Estrés que impacta directamente en su salud mental, advierte la psiquiatra infantil y adolescente, académica de la Universidad de Chile y directora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes, Vania Martínez.
Ansiedad, cambios en sus dietas, dinámica de estudios a distancia e incluso el temor al ver que sus padres no lo están pasando bien, ha convertido a este grupo en el más afectado, apunta Martínez. “No será un trauma permanente, hay posibilidades de resiliencia, pero si podemos hacer cosas para que no exista tanta distancia física y que no sea tan perjudicial el aislamiento, hay que hacerlo”.
-Ante un cambio tan drástico ¿Qué ocurre cuando se deja de ir al colegio de un día para otro?
-¡Y por tanto tiempo! Al principio lo encontraron un alivio. No levantarse temprano tiene ventajas. Pero ahora muchos dicen que nunca pensaron que extrañarían el colegio. Valoraron positivamente ese poco tiempo en marzo, pero el año pasado fue muy improvisado. El cómo les afecta, no es homogéneo. Hay niños y jóvenes con mucha fobia social que les cuesta prender las cámaras en clases online, y hay otros con dificultad para sociabilizar que prefieren no ir al colegio. No todos tienen la misma experiencia, depende de los recursos, de la personalidad, hasta del apoyo familiar.
- ¿Cómo les afecta?
- De todos los grupos etarios está confirmado que los adolescentes y jóvenes es el más afectado. Habíamos pensado que ocurriría en personas mayores, pero no ha sido así. No es que no haya personas mayores afectadas, pero los adolescentes y jóvenes son los más afectados. En el caso de los niños investigaciones preguntan a madres o padres cómo los ven y dicen que tienen más dificultades. Eso depende mucho de cómo está esa mamá o papá: si están más irritables y cansados, están menos disponibles para contenerlos. Pero el cerebro puede recuperarse gracias a la neuroplasticidad. Los jóvenes sienten que están perdiendo parte importante de su vida. Hoy finalizar el colegio y partir la universidad es perder hitos: el viaje de estudio, la fiesta, conocer a compañeros, nada de eso lo pueden hacer.
- ¿Ese estrés qué les provoca?
- El año pasado hicimos una encuesta para primer año de universidad y el 25% de las mujeres tenía síntomas de depresión y ansiedad, y un 15% de los hombres. Les preguntamos cómo percibían su ánimo en relación con antes de pandemia y el 30% decía que estaba mucho peor en ambos géneros. Vamos a repetir esa encuesta este año, es un estudio longitudinal parte de una investigación de la Organización Mundial de la Salud, que es para los alumnos de primer año en 15 universidades de Chile.
- En pacientes adolescentes vemos que se cansan físicamente. Tienen contracturas de cuello, dolor de cabeza por las pantallas. Estaban acostumbrados a pantallas, pero las clases online implican otra concentración, se cansan. No hemos puesto énfasis en lo que es estar toda la mañana o más en clases online.
- ¿Es posible hablar de un aislamiento social al dejar de ir al colegio o a la universidad?
- No necesariamente. Pero hay casos de niños de 3 años o menos que dejaron de ver a más personas que sus padres y cuando se juntaron con otros los miraban extrañados. Se están acostumbrando. Es necesaria otra franja horaria (en el plan Paso a Paso) para niños y adolescentes. Es muy difícil que ocupen la actual. Necesitan un espacio seguro, que vean a otros, que vean que otros niños saltan y se mueven.
- Hay que buscar formas que salgan al aire libre sobre todo para quienes viven en espacios reducidos, porque es distinto vivir en un campo y correr, a estar en un departamento. Esto no es solo un par de meses, es un periodo crítico de la vida. No será un trauma permanente, hay posibilidades de resiliencia, pero si podemos hacer cosas para que no exista tanta distancia física y que no sea tan perjudicial el aislamiento, hay que hacerlo.
- La pandemia implicó una sobrecarga para padres y madres, ¿cómo afecta eso a niños y adolescentes?
- Es muy importante el cuidado de la salud mental, partiendo por los adultos de la casa. Mucha gente se posterga y cuando consultan ya son cuadros graves y difíciles de tratar. Hay jóvenes que me dicen ‘mi mamá esta tan mal que cómo le voy a dar otro problema’ y se guardan sus problemas. Es necesario que los adultos consulten. Pero para eso se requiere acceso a salud mental y muchos centros han destinado horas de salud mental a otras labores, o personas han visto interrumpido su tratamiento, y ese es otro riesgo. Hoy pese a que hay ofertas, esa oferta no llega a toda la población.
- ¿Cómo mitigar el impacto al que está sometida la población infantil y adolescente en este escenario? ¿Qué ocurre con las familias de bajos ingresos que no pueden afrontar el aprendizaje remoto o no tienen como favorecer el contacto virtual con pares y familiares?
- Todo esto va a profundizar la desigualdad. Por eso digo no todo es autocuidado, necesitamos un cuidado solidario y de comunidad. En un colegio o en una universidad si hay diversidad hay que ver cómo se detecta a quién necesita una conexión a internet, un dispositivo, apoyar a los que están en desventajas, y eso no es algo individual es algo comunitario. El hacer comunidad es hacer salud mental. Hemos estado en una época en que en colegios y universidades son muy competitivos, en que solo importan las notas y la exigencia a nivel individual, pero finalmente nos damos cuenta que lo individual no ayuda, ayudan los procesos colectivos.
- ¿Se han olvidado a niños y adolescentes en medidas para mitigar el efecto encierro y el dejar de ir al colegio?
- Se ha mostrado que la única alternativa es que tienen que ir al colegio. Eso lo apoyamos. Sería muy bueno, pero no puede ocurrir ahora. Está esto de ‘o van al colegio o se quedan en la casa’, pero ¿cómo se quedan en casa y socializan? ¿Una franja horaria puede ayudar? Pero no es solo eso. La pandemia interrumpió muchas cosas, como protocolos por riesgo suicida, protocolos de funas y ciberbullying, que se deben retomar.
- Y sobre este grupo vulnerable de niñas, niños y adolescentes la gente piensa que ‘de qué se tiene que preocupar un niño o adolescente’. Además, hay mucho estigma sobre que no cumplen las normas y sí las están cumpliendo. Hay una visión negativa de los jóvenes y se tiende a minimizar lo que les pasa, de que ‘tienen todo el tiempo por delante, de qué se quejan’, pero no es así, realmente son importantes los ritos, la socialización para los más grandes y los juegos para los niños pequeños. Socializar no solo es pasarlo bien, también es tener conflictos, sin ellos ¿cómo aprendo a solucionar los problemas? ¿Cómo tienen esas oportunidades en casa?
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