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De cara a la ola

H House se pensó a la medida de quien vive en ella y el resultado destaca por la congruencia entre el entorno y lo integral de su arquitectura. Un proyecto firmado por la oficina de arquitectos PAARQ en Pichilemu, Sexta Región.

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Un joven ingeniero civil, soltero y surfista, acostumbrado a recibir gente y familiares casi todos los fines de semana, llamó al arquitecto Patricio Araya, de PAARQ (www.paarq.cl), para pedirle que se hiciera cargo de la construcción de su casa. “De inmediato pensé que debía ser una vivienda que se ajustara a su forma de vida”, comenta Araya.

Los requerimientos por parte del dueño iban por la línea de tener una casa que se integrara, respetara y potenciara el paisaje, “que fuera funcional, donde los espacios permitiesen una fácil comunicación sin perder su privacidad aunque estuviera con invitados. También debía recoger la vida de un surfista, ser una casa de materiales sencillos, por costos y con un tiempo de construcción determinado”, comenta el arquitecto.

Desde ahí se articuló la propuesta que combinaba justamente el paisaje, lo público y lo privado. “Era esencial pensar dónde nos estábamos situando, por la topografía (un terreno con pendiente) y la integración de las construcciones vecinas. Debía respetar un paisaje solitario de añosos eucaliptos y cipreses, un horizonte elevado de lomajes con el mar y principalmente ‘la mejor ola del mundo’ de fondo”, dice Patricio.

El ser también surfista ayudó a Patricio a concebir la casa. “Para un surfista es primordial levantarse por la mañana y ver en qué condiciones están el viento y el mar, en pocas palabras, ‘si está saliendo la ola’. A raíz de estas observaciones debía proyectar una casa que rescatara lo anterior, de esta manera se idearon dos volúmenes, uno principal y público correspondiente al primer y segundo nivel, con una organización interior abierta de doble altura que facilita la comunicación entre espacios con orientación al abierto paisaje en su lado largo. Otro volumen de carácter privado ubicado en segundo nivel destinado a un espacio íntimo enmarcando el mar y las olas de Punta de Lobos”, cuenta Patricio.

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Las variables geográficas fueron fundamentales a la hora de proyectar en una zona como Pichilemu.

“A efectos de optimizar la aislación térmica, sometido en verano a la intensidad de los rayos solares y en invierno a un frío muy húmedo y a fuertes ráfagas de viento y lluvia, se decidió utilizar la madera como elemento fundamental y el sistema constructivo con fachada ventilada. Por esta misma razón la vivienda debía abrirse hacia el frente orientado al este (mar) y controlar los vientos del sur y lluvias desde el norte”, explica el arquitecto.

El resultado fue perfecto y es producto de una colaboración entre el cliente, el arquitecto y el constructor. “Porque un buen equipo es fundamental a la hora de proyectar”, sostiene Patricio.

Con el tiempo esta casa, que fue pensada como segunda vivienda, pasó a ser el soporte que le dio un nuevo sentido de vida a su propietario, quien decidió dar un vuelco radical al dejar los tacos de Santiago y trabajar a unos cuantos pasos de su casa aquí en Pichilemu.

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