
Cónclave: vaticanistas perfilan al sucesor del Papa Francisco
A partir del miércoles, 133 cardenales deberán decidir si continúan el legado reformista de Francisco o si dan un giro hacia una Iglesia Católica más conservadora. Quienes han estudiado con lupa los movimientos en el Vaticano, explican a La Tercera las características papales que buscarán los electores en la Capilla Sixtina.

Tras el deceso y el multitudinario funeral del Papa Francisco, los ojos están puestos ahora en lo que ocurra a partir del próximo miércoles en el Vaticano. Ese día se dará inicio al cónclave, que, como es tradición, se llevará a cabo a puertas cerradas en la Capilla Sixtina. En ese lugar, 133 cardenales votarán de manera secreta para elegir al sucesor de Francisco.
La Iglesia Católica cuenta actualmente con 252 cardenales, sin embargo, solo 135 de estos cardenales pueden votar al ser menores de 80 años. Dos de esos purpurados (uno de España y otro de Bosnia) se restaron del proceso por motivos de salud, informó el Vaticano este martes.
Para el 7 de mayo se espera que se lleve a cabo solo una votación. En caso de que ninguno de los candidatos consiga una mayoría de dos tercios, se procederá en los días siguientes a dos votaciones por la mañana y dos por la tarde, hasta que el futuro Pontífice sea electo.

La elección papal más larga de la historia duró casi tres años, a finales del siglo XIII, específicamente 1.006 días, con la selección de Gregorio X. Este tenso proceso impulsó reformas, entre ellas la de que los cardenales se reunieran en cónclave para elegir un nuevo Papa.
Solo en dos ocasiones en el siglo XX un cónclave duró cinco días (1903 y 1922). En el siglo XXI, los cónclaves de 2005 y 2013 duraron dos días cada uno. De cara a la elección del sucesor del Papa Francisco, cuatro vaticanistas consultados por La Tercera aportaron visiones clave sobre lo que se espera del próximo Pontífice y cómo podría desarrollarse el proceso para su elección.
Sucesor de Francisco
Cuando los cardenales se reúnan en la Capilla Sixtina para elegir al próximo Papa, 108 de ellos compartirán un punto en común: fueron nombrados por el Papa Francisco. Ante este panorama, los purpurados se enfrentarán a una decisión crucial: continuar con las reformas impulsadas por Jorge Mario Bergoglio, que buscó hacer la Iglesia más inclusiva y moderna, o cambiar el rumbo hacia posiciones más conservadoras.
Para Francesco Antonio Grana, vaticanista del diario italiano il Fatto Quotidiano y autor del libro Lo que resta del papado (2021), el próximo Pontífice “debe ser un pastor que sepa estar en medio de la gente, que sepa dialogar con la gente, que sepa abrazar a quien encuentra, que sepa hablar de modo sencillo y directo con la gente. Un pastor que ama a su pueblo y es amado por su pueblo”. Según comentó a La Tercera, “el Papa es esencialmente un obispo”.
José Manuel Vidal, vaticanista español y director de Religión Digital, el principal sitio web de información sobre la Iglesia Católica en español, es más específico. Así, dijo a este medio que el próximo Papa “tiene que ser un continuador de Francisco. Francisco cambió el papado, cambió la forma y el estilo de ser Papa”.
“El próximo Papa tiene que seguir el mismo estilo -evidentemente con sus características propias-, la capacidad de liderazgo y la capacidad profética”, consideró Vidal.

Según el vaticanista español, el sucesor de Francisco debe continuar su legado, “que es el camino que está marcado para la Iglesia, un camino de democratización, de poner a la Iglesia al día de lo que es la sociedad actual. Según ese camino, la sinodalidad (el principio católico de “caminar juntos”) se aplica a todo. Se aplica al tipo de cura, al tipo de obispo, incluso al tipo de Papa”.
A juicio de Vidal, el próximo Papa deberá ser “un hombre con estilo de cercanía, de proximidad, con estilo profético, que sea capaz de denunciar a los grandes poderes de este mundo. Un hombre que esté muy cerca, incluso por experiencia, de los pobres de este mundo y que sepa darles esa esperanza que necesitan, que sepa ser voz de los que no tienen voz. Y yo creo que, sobre todo, un hombre que crea a fondo en la sinodalidad”.
Las tareas del próximo Papa
Aludiendo a los desafíos que deberá enfrentar el próximo líder de la Iglesia Católica, Grana sostiene que el elegido “tendrá que llevar adelante los procesos iniciados por el Papa Francisco, guiarlos y evitar que se desvíen de los caminos de la Iglesia Católica. Hay muchos procesos en funcionamiento que necesitan una mano firme que pueda mantener recto el timón del barco de Pedro”.
Grana señaló que la Iglesia Católica necesita en su liderazgo a “un pastor que sepa hablar al corazón de la gente, pero que también sea capaz de dialogar con los poderosos de la tierra”.

Para Vidal, las “asignaturas pendientes” en este momento para aprobar en la Iglesia son “fundamentalmente la moral social, la moral sexual y el acceso de la mujer al sacerdocio”. “El acceso de la mujer al diaconado, y más adelante al sacerdocio y a todos los espacios en el altar, es una urgencia. Que la Iglesia aún no lo haya hecho es algo que no se puede justificar”, opina.
Las jornadas previas al 7 de mayo no son, en todo caso, menos relevantes. “Estamos en la fase de ‘grandes electores’. Están los cardenales veteranos, algunos cerca de los 80, que son muy conocidos en áreas lingüísticas o geográficas, muy respetados y cuya opinión se valora, con lo cual, los cardenales sin experiencia de cónclave -que son los 108 nombrados por Francisco- tienden a preguntarle a alguno de los grandes electores”, explicó a La Tercera Juan Vicente Boo, corresponsal del diario español ABC en el Vaticano desde hace 18 años.
Durante estos días, “los cardenales se dedican a hablar de la situación de los ciudadanos: ¿Cuál es la situación del mundo?, ¿cuáles son los problemas?, ¿estamos en una situación de guerra o inquietante?, ¿estamos ante el tsunami de la inteligencia artificial, ante la robótica? Y poquito a poquito van pasando a hablar de prioridades que se podrían aplicar o a estudiar problemas, lo que consideran problemas que hay que resolver”, comenta Boo.
Por ejemplo, lo que se discutió el miércoles 30 de abril fue “la situación económica de la Santa Sede y de la Iglesia, con la participación de varios cardenales que expusieron en detalle esta realidad, la cual es también un tema de preocupación. Luego se dio un espacio para las intervenciones individuales”, complementa Andrés Beltramo, corresponsal en Roma de la agencia mexicana Notimex y de Radio La Red de Buenos Aires.
“Los cardenales tienen derecho a intervenir con discursos de entre tres y cinco minutos, donde, obviamente, ponen sobre la mesa sus principales preocupaciones: la situación de la Iglesia en el mundo, la cantidad de fieles, el tema de los abusos sexuales, la relación de la Iglesia con el mundo y con otras iglesias, así como otras problemáticas de actualidad. Todo esto se discute con la intención de ir perfilando una especie de identikit sobre quién podría ser, o cuáles deberían ser, las características del próximo Papa”, señaló a La Tercera Beltramo, autor del libro La reforma en marcha. Emoción y desconcierto en tiempos de Francisco.
Al final de cada mañana y tarde, el portavoz del Vaticano debe informar sobre los temas tratados y el enfoque de cada tema, sin identificar al cardenal que habla, precisa Boo. Con lo último, “se mantiene la libertad de cada persona para expresarse, sin tener que preocuparse del eco de sus palabras fuera de la reunión. Y también se mantiene la discreción para que no haya campañas electorales”.
Desde su experiencia cubriendo en la Santa Sede, Boo cuenta que “en 2005 y 2013, los que estábamos allí como corresponsales permanentes en el Vaticano teníamos una idea cada vez más clara de qué es lo que estaban buscando y cuáles eran los temas que se ponían en primer plano. Y de ahí salió el cardenal Bergoglio, para hacer una limpieza y para hacer una apertura de la Iglesia hacia afuera”.
Grandes electores
Según explica el vaticanista del diario ABC, a partir de este jueves se esperaba que los cardenales pasaran de la “etapa del protagonismo de grandes electores al protagonismo de los papables, porque para esa tarea hay siempre varias personas de distintas áreas geográficas, etc., y empieza la atención a concentrarse en ellos”.
“Y típicamente los grandes electores les insisten en que acepten, porque la mayor parte de los cardenales -bueno, casi ninguno- quiere ser Papa, ya que es una responsabilidad atroz. Pero la mayoría piensa que no tienen las condiciones, etc., y son los veteranos los que tienen que convencerlos de que sí tienen las condiciones y que si los votan deben aceptar”, desarrolla el veterano vaticanista.

Según explica Noticias del Vaticano, al entrar a la Capilla Sixtina el próximo 7 de mayo, cada cardenal elector jura cumplir fielmente su deber como Papa si es elegido, mantener absoluto secreto sobre la elección y evitar cualquier interferencia externa, según lo establecido en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, publicada por Juan Pablo II en 1996 y que trata sobre el modo en que se ha de desarrollar un cónclave.
Luego, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas pronuncia extra omnes (“todos fuera”) para que todos los no participantes abandonen la sala. Solo permanece el encargado de dar una meditación final, que recuerda a los cardenales la necesidad de actuar con rectitud. Luego, los cardenales rezan, escuchan al cardenal decano y deciden si están listos para votar o si necesitan aclaraciones. Durante este tiempo, los purpurados no pueden comunicarse con el exterior ni recibir información por ningún medio, salvo en casos de emergencia.
¿Consenso o división?
Según proyecta Beltramo, se espera un cónclave marcado por la diversidad geográfica del Colegio Cardenalicio, que ahora incluye a cardenales de Asia, África y América nombrados por el Papa Francisco.

Aquella diversidad geográfica “va a influir claramente. Para el jefe del cónclave va a implicar un esfuerzo mayor de conocimiento, porque hay muchos cardenales que no se conocen. Hay cardenales que solo tienen cuatro meses de haber sido elegidos, y no son pocos, son 20 cardenales. Por lo tanto, lo que se espera es un cónclave que tenga que filtrar estas características para lograr un consenso”, prevé.
“Esto da la probabilidad de que el cónclave quizás dure un poquito más que el anterior, para ver cómo las figuras se pueden ir posicionando. Quizás dure tres días, cuatro días máximo, porque en los últimos 100 años ha habido ocho cónclaves y ninguno duró más de cinco días. Un cónclave de tres días ya es una oportunidad para generar consensos. Eso es lo que se espera, porque hay muchos cardenales que no tienen experiencia en cónclaves”, afirma.
“Los cardenales hoy lo que tienen en la mente es que tienen que elegir un Papa, por lo tanto, no hay mucho espacio para la especulación. Los cardenales están obligados, no sólo es un derecho, es un deber para ellos darle un Papa a la Iglesia”, apunta Beltramo. De esta manera, “la necesidad del diálogo va a romper o va a modificar la división, porque no es posible que la división prevalezca por mucho tiempo. En algún momento se va a romper y se va a buscar un Papa de consenso”, concluye.
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