Chile envejece y no se nota
El 2025 será un año eminentemente electoral. La agenda noticiosa ya lo refleja, con decenas de candidaturas afinando sus promesas para convencer a la ciudadanía de que, bajo su liderazgo, Chile puede transformarse en un país desarrollado.
Mientras tanto, la realidad nacional continúa avanzando sin pausa: narcotráfico, delincuencia, estancamiento económico, deterioro de la educación pública, listas de espera eternas en salud, desempleo juvenil y un envejecimiento demográfico acelerado. Estos problemas no se solucionan con un brainstorming entre un candidato, su jefe de campaña y un equipo programático.
Como siempre, será la ciudadanía la que decida a quién entregar el timón del país. Pero más allá de esa obviedad democrática, es esencial que los candidatos no se concentren solo en los temas más mediáticos, sino que también enfrenten los problemas estructurales menos visibles, como el envejecimiento poblacional.
El Censo 2024 nos entrega datos elocuentes: Chile tiene hoy 18.480.432 habitantes, de los cuales cerca de 2 millones son inmigrantes. En 2006, la población era de 16.510.000, con apenas 185.000 inmigrantes. Esto significa que en los últimos 18 años el crecimiento demográfico —de apenas un 1,1 % anual— se ha debido casi exclusivamente a la inmigración. La población chilena nativa no ha crecido: solo ha envejecido. Somos aproximadamente los mismos chilenos que en 2006, pero de mayor edad.
¿Por qué ocurre esto? Las razones son múltiples. El envejecimiento natural de la población, el desempleo juvenil y el estancamiento económico encarecen la posibilidad de formar una familia. A ello se suman el aumento del nivel de vida, que ha encarecido el trabajo doméstico, y el mayor costo de oportunidad de tener hijos, influido entre otras cosas por el auge del turismo nacional e internacional.
Frente a un calendario electoral exigente, este es el momento para que quienes aspiran a gobernar propongan medidas concretas: fortalecer la seguridad, reactivar el crecimiento y fomentar el empleo juvenil. Una política viable podría ser un subsidio significativo al primer empleo formal de jóvenes menores de 25 años: por ejemplo, subsidiar el 70 % de un sueldo mínimo durante los dos primeros años, el 50 % en los dos siguientes y el 25 % en los posteriores. Un país que envejece sin renovar su base laboral y social es un país sin futuro. Urge dar más espacio a los jóvenes, que son el verdadero motor del Chile que viene.
*El autor de la columna es ingeniero Civil y comercial de la Pontificia Universidad Católicade Chile (PUC)
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