Columna de Francisco Cabezón: Situación desesperada

Estamos en una situación desesperada y el gobierno la está empeorando. Se proyecta que en los dos primeros años de este gobierno el PIB per cápita caerá. Algo inédito en los vilipendiados 30 años.



Estamos en una situación económica crítica. A finales de este año caeremos en recesión técnica. La inversión se ha desplomado, lo que augura que el declive económico se prolongará. Los trabajadores ya lo están empezando a sentir a través de sus salarios reales, que han tenido la mayor caída desde que hay registros. Sorprendentemente, el gobierno en lugar de abordar esta situación gravísima, la está empeorando.

El gobierno dispone de varias herramientas para incrementar la inversión y la productividad. Más que mal es el agente más importante de la economía: maneja 1 de cada 5 pesos que se producen y decide su regulación. En las palabras, el Presidente y sus ministros dicen querer mejorar la productividad y atraer inversión. En los hechos, hacen todo lo contrario.

El gobierno está enfocando el gasto en políticas que no generan productividad, ni aumentan el capital del que dispone la economía. Subsidio a la bencina: US$3.000 millones. Más contaminación, mas congestión, más distorsión de precios, menos productividad. Compromiso de condonar el CAE: costo se estima en US$10.200 millones (Acción educar, 2022). Mejor forma de gastar en educación sin mejorarla. Promesa de tren a Valparaíso: proyectado US$2.650 millones (informe TVS). Infraestructura con valor económico mínimo. Aumento pensión garantizada universal: US$2.700 millones anuales y que solo crecerá en el tiempo a medida que la población envejezca. Todas medidas de muy elevados costos fiscales, que no ayudan en nada a la productividad.

Dado que el gobierno no está aumentando la inversión directamente, tal vez lo hace indirectamente incentivando a otros a invertir más a través de la regulación. No es el caso. Conocida es la participación de los actuales miembros del gobierno en promover los retiros previsionales, un golpe durísimo a la inversión. Pareciera que no les pareció suficiente ya que, una vez convertidos en gobierno, enviaron un proyecto de ley para hacer un nuevo retiro. También prometieron empujar el proyecto de 40 horas, forzando una reducción de las horas de trabajo. Menos es menos, no más.

El gobierno prometió una reforma tributaria. ¿Usar la reforma para incentivar inversión y productividad? No, al contrario. Quieren crear un impuesto patrimonial que aleja la inversión. Tal vez la reforma incentiva la inversión por otro lado, por ejemplo, reduciendo los impuestos corporativos que en Chile son de los más altos del mundo. Este impuesto castiga la innovación, el emprendimiento y la inversión. Pero el gobierno ya anunció que no disminuirá el impuesto corporativo en su reforma.

¿Traer inversión extranjera? Tampoco. Hace unos días, el Consejo de Ministros rechazó un proyecto de gas natural por US$650 millones de dólares con todos sus estudios y permisos medioambientales aprobados. La justificación de esta decisión es de una frivolidad que contrasta con los más de seis años de estudios que respaldaban al proyecto. Mala señal concreta que probablemente desincentive a futuros inversionistas.

Estamos en una situación desesperada y el gobierno la está empeorando. Se proyecta que en los dos primeros años de este gobierno el PIB per cápita caerá. Algo inédito en los vilipendiados 30 años. Si Chile hubiera crecido entre 1990 y 2019 a la tasa que lo hará en los primeros años del gobierno de Boric, hoy seríamos tres veces más pobres con un PIB per cápita similar al de Albania, Guatemala o Namibia. Las palabras del gobierno hablan de una convicción por revertir esta situación, pero sus acciones la están acentuando.

El candidato Boric dijo que Chile será la tumba del neoliberalismo. Ojalá el cumplimiento de ese eslogan por parte del Presidente Boric no nos convierta también en la tumba del progreso económico

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