Opinión

¿Hay un eje pueblo-elite en esta elección?

16 Mayo 2025 Foto: Andrés Pérez Andres Perez

Toda elección se trata de algo. Para ser más preciso, pese a que existen variados estímulos que inciden en las preferencias electorales de las personas, normalmente encontramos uno dominante, uno que constituye la trama central de la elección, el clivaje. Respecto de la campaña presidencial en curso, se ha instalado la idea de que uno de sus ejes decisivos sería el constituido por la dicotomía entre el pueblo y la elite, algo que instaló el entonces jefe programático de Jeannette Jara, Fernando Carmona, al explicar la exitosa campaña de primarias desde este prisma, en el marco del nuevo contexto que se generaba a partir del voto obligatorio. ¿Cuánta vigencia tiene este planteamiento dado el curso que ha tomado la campaña?

Lo primero es revisar qué rastros puede estar dejando una estrategia basada en el eje pueblo–elite. En el extremo, podríamos estar en presencia de campañas populistas, que encuentran en esta dicotomía su sustancia. Deberíamos estar asistiendo a una glorificación del pueblo y su virtud moral, o a la demonización de una elite corrupta por parte de algún candidato relevante. Nada de eso parece estar sucediendo, o por lo menos no constituyendo un eje dominante. Jara, consciente de su etiqueta política, ha persistido en el empeño de presentarse, ante todo, como una no-amenaza, descansando en la ausencia de otros competidores importantes en la izquierda. Quizás el eje pueblo–elite está operando de otra forma, más tibia, no fundado en un esquema antagónico sino en una diferenciación biográfica. Es lo que ha hecho la candidata oficialista cuando nos recuerda su origen popular y su educación de liceo, intentando poner sutilmente en una posición de deuda de legitimidad a sus adversarios que no comparten esta raíz. Pero eso es todo, insuficiente como para decir que la elección está siendo definida -ni relevantemente influida- por el eje pueblo–elite. Así, no existe evidencia de que la estrategia a la que se refirió Fernando Carmona haya pesado en el resultado de la primaria ni que lo esté haciendo hoy. Existe un sentimiento de desconfianza y fuerte crítica hacia la elite, pero de manera generalizada, nada sobre lo que algún candidato pueda reclamar representación. Los dirigentes políticos ni siquiera lograron esto durante el estallido social, la etapa de mayor hostilidad hacia las elites de los últimos años.

En lo grueso, esta elección sigue la lógica de los últimos diez años. Se trata fundamentalmente de castigar a los incumbentes, más en su calidad de administradores del poder político que de miembros de una elite. Su particularidad está en la competencia por definir o redefinir qué significa “cambio” y quién representa este atributo, antes evidentemente progresista, hoy devenido en conservador. A dos meses de la elección, es una buena noticia que el anunciado eje pueblo–elite no represente mucho más que una táctica de diferenciación biográfica.

Por Rafael Sousa, socio en ICC Crisis, profesor de la Facultad de Comunicación y Letras UDP

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