La Izquierda Desunida

Foto: Patricio Fuentes/Archivo

Lo que pasó ayer es una advertencia para la oposición en el largo año de elecciones que se le viene por delante: Chile Vamos no sólo se puso de acuerdo, sino que resolvió no arriesgar en pugnas internas a sus ediles con mayor proyección presidencial. Y la oposición no pudo llegar a un consenso, terminando con idas y vueltas de acusaciones sobre quién o quiénes fueron los que vetaron o impidieron el acuerdo.


Dirigentes de la ex Concertación comentaban ayer que, minutos antes de la cuatro y media de la tarde, cuando se aprestaban a entrar a una reunión definitiva con sus pares del Frente Amplio -para acordar enfrentar unidos las primarias de gobernadores regionales-, éstos se “escabulleron” y partieron al Servel.

Un poco en broma, uno de los presidentes de partido, decía que “pidieron permiso para ir baño” y abandonaron la sede del PS, donde estaban reunidos.

Más allá de quién se paró de la mesa primero, quien pidió “blindajes”, y de los dimes y diretes; el país ve una centroderecha que ayer pudo llegar a acuerdos y a una centroizquierda disgregada.

Siempre se habla de esa frase: la Política con mayúscula. Es una figura, un recurso para tratar de marcar los momentos en que se toman decisiones complejas, a veces impopulares, pero que va construyendo confianzas y camino en el mediano y largo plazo.

Ayer -30 de septiembre de 2020- era uno de esos días, marcado por un hito que pasó bastante inadvertido en medio del plebiscito y la pandemia: se resolvía, en primera instancia, la forma en que tanto el oficialismo como la oposición encararán las primarias municipales y de gobernadores.

En la derecha, la situación tenía algunos riesgos: de rebote, la renuencia de RN de permitir una primaria en Vitacura ponía en potencial riesgo a Joaquín Lavín y Evelyn Matthei, dos alcaldes y figuras del sector. El esquema era claro, decía RN: si hay primarias en Vitacura, queremos que las haya en Las Condes y Providencia. Una perspectiva que ponía en un eventual escenario insólito a los presidenciables, que podrían haber ido a la papeleta cinco veces en un año: primaria municipal, elección municipal, primaria presidencial, primera vuelta y segunda vuelta.

En la oposición, la común defensa del Apruebo en el plebiscito hacía albergar la posibilidad de un pacto masivo que permitiera enfrentar juntos al menos los comicios municipales y de gobernadores, que -además- coinciden simultáneamente con la elección de constituyentes. Un gesto que habría sido simbólico, y que venía precedido de un nuevo ida y vuelta del Frente Amplio, que desechó el domingo primarias conjuntas pero ayer figuraba sentado en la mesa tratando de alcanzar un pacto.

Y lo que pasó, al final, es una advertencia para la oposición en el largo año de elecciones que se le viene por delante: Chile Vamos no sólo se puso de acuerdo, sino que resolvió no arriesgar en pugnas internas a sus ediles con mayor proyección presidencial. Y la oposición no pudo llegar a un consenso, terminando con idas y vueltas de acusaciones sobre quién o quiénes fueron los que vetaron o impidieron el acuerdo.

En los próximos 15 meses se viene una seguidilla inédita de elecciones. Empieza la hora de la Política con mayúscula. Lo de ayer es sólo la primera de muchas definiciones que serán claves en la redefinición del tablero político chileno, quizás incluso no sólo para el próximo año, sino para las décadas que vienen.

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