Marcela Cubillos: “El triunfo de Kast no sólo es electoral, sino político: había dos miradas de país y la gente eligió”
La exministra sostiene que la elección del líder republicano, José Antonio Kast, como presidente de Chile deja atrás de manera definitiva el clivaje del Sí y el No del que “ha lucrado la izquierda por tantos años”.
Hace un año, la exministra Marcela Cubillos se trasladó a Madrid, España. Allí, donde su esposo -el excanciller Andrés Allamand- lidera la Secretaría General Iberoamericana, Cubillos fue a sanar las heridas que le dejaron su sorpresiva derrota, a manos de Catalina San Martín, en la alcaldía de Las Condes, en las pasadas elecciones municipales. Y desde allí sentencia con claridad que la batalla de las derechas la ganó José Antonio Kast y que el amplio triunfo del republicano no sólo es una victoria electoral, sino también de su proyecto político.
¿Por qué evitó un rol más protagónico en la campaña presidencial? ¿Quería mantener un perfil bajo?
Estoy instalada desde hace un año en España y ayudé todo lo que podía en las campañas con las que me sentía más cerca y, por supuesto, me sentía mucho más identificada con el programa de José Antonio Kast y así lo hice saber.
¿Votó en primera y en segunda vuelta por el líder republicano?
Sí.
¿Qué no la convenció del proyecto que lideró Evelyn Matthei?
En esta elección se acabó el clivaje del Sí y el No, y el que surgió es el de la Convención. No me sorprende que eso se reagrupara en torno a José Antonio Kast y no en torno a Evelyn Matthei. Nunca entendí que fuera Matthei la que pudiera juntar las fuerzas del Rechazo. O sea, hacerlo sin la derecha de Kast era imposible, porque fue esa derecha, con su impronta de clara oposición al proyecto de izquierda, la que fue el corazón del Rechazo. Esa impronta no fue la de los acuerdos, sino la de una derecha firme que dio cada pelea, desafió las consignas, levantó propuestas alternativas a las de izquierda y no eludió los debates. La otra impronta fue la de quienes partieron pidiéndoles perdón a los pueblos originarios, aun cuando (Elisa) Loncon ya el primer día había declarado que Chile sería plurinacional. La gracia fue que esa impronta se sumó a la primera y unidos logramos el Rechazo.
La derecha de Matthei nunca logró ser firme, ¿a eso se refiere?
Los análisis de lo que ocurrió corresponde hacerlo en los partidos de Chile Vamos, pero en términos personales, desde que la izquierda intentó hacer caer al Presidente Piñera mediante la violencia y después todo lo que vino con la Convención, el país entró en un camino de definiciones de fondo que, a mi juicio, no admitían acuerdos transaccionales. La mayoría de los chilenos, por eso, votó en contra de la propuesta constitucional y votó por la alternativa más clara para enfrentar a la candidata comunista de continuidad. Creo que los acuerdos, por ejemplo, el de la reforma previsional, solo fueron desdibujando a Chile Vamos y potenciando a Jeannette Jara. Chile Vamos fue desdibujando su perfil, perdiendo credibilidad, porque -a mi juicio- perdieron predictibilidad. Se empezó a buscar esta impronta de los acuerdos, incluso al extremo de querer hacerlo solo para diferenciarse de los republicanos.
Apuntaba al resultado presidencial como parte de un nuevo clivaje que viene del Rechazo y que representó mejor Kast. En Las Condes, con su derrota municipal, pasó lo contrario: se optó por la figura más liberal. ¿Cuál es su reflexión?
Lo de Las Condes puede ser una suma de factores. De hecho, se perdió por bastante poco, pero bueno, para mí es como ya fue… Soy siempre de una manera y no la adapto para que me elijan. Eso también ha sido la riqueza de lo que ha hecho José Antonio Kast y republicanos: no se han ido adaptando a las encuestas. Estuvieron muy solos cuando Chile iba hacia otro lado y se quedaron firmes. Cuando Chile vino de vuelta de esta izquierda refundacional, los pilló bien parados. El mérito es que uno es siempre como es, y de repente te eligen y de repente no. O sea, soy la misma que ganó lejos para la Convención y la misma que perdió por poco en Las Condes.
Kast gana con una campaña en que se define un gobierno de emergencia, donde no está sobre la mesa la batalla cultural…
Lo de José Antonio Kast y el gobierno de emergencia es lo más importante del diseño de su programa y de su campaña. Eso le permite decir que en estos cuatro años se va a dedicar a esto y no a otra cosa. Ahora, esa es una emergencia en materia de seguridad y económica. Y habla también en su programa de emergencia social en casos muy emblemáticos, como es el tema de educación. Y en esas tres áreas, el Partido Republicano ha hecho una oposición, y ha tenido una postura muy clara y firme durante los cuatro años de gobierno de Boric.
¿No hay abandono de la batalla cultural?
Lo que ellos han dicho, y me parece que es muy razonable, es que no han cambiado de opinión en los temas que siempre han defendido, pero que para la emergencia que está enfrentando Chile los cuatro años de gobierno se van a dedicar a estas tareas. Han priorizado y de eso se trata gobernar. Ahí le tengo fe a este gobierno en algo que creo que se ha dicho poco, pero José Antonio Kast puede terminar haciendo algo muy parecido a lo que hizo Patricio Aylwin. Si uno piensa, Aylwin cuando asume tiene un Chile dividido y lo primero que dice es que va a gobernar para civiles y militares. Y Kast, en este momento, también está asumiendo un Chile muy fraccionado, en que hace muchos años dejamos de tener una mirada común y nos hemos sumido en un antagonismo, y creo que él puede recuperar, poniendo foco en lo fundamental, que los chilenos volvamos a tener un horizonte común.
Y poner en pausa sus cargas más ideológicas, ¿acaso no es una renuncia?
Te lo digo al revés. ¿No habría sido razonable para el gobierno de Boric poner en pausa sus intentos refundacionales que tanto daño le hicieron a Chile y haberse concentrado en solucionar los problemas que afligían a los chilenos? Hay un tema de responsabilidad y de cordura en la forma de gobernar. No renuncian a sus ideas, pero ponen el foco y la prioridad en lo que hoy día son los dramas que afectan a la mayor parte de los chilenos.
Pero en esa clave, se podría entender que la victoria de José Antonio Kast es una victoria electoral, mas no cultural o política…
Hay que tener mucho cuidado en análisis que me parecen falsos y que buscan como tratar de poner una especie de duda de legitimidad democrática a la elección.
Cuando se habla de una victoria electoral, ¿se le resta mérito al triunfo de Kast?
Bueno, obvio, porque lo que se dice es, ‘aquí ganó casi como por una estrategia electoral y no por el contenido de la oferta que hizo’. Y eso es rarísimo.
Y en ese sentido, ¿hay un giro del electorado a la derecha?
Hay distintas cosas, porque hay algunos que dicen que aquí no hay un cambio de clivaje, sino que un cambio de electorado. A mí me parece que son las dos cosas, porque los electores responden a clivajes. Quedó atrás el clivaje del Sí y el No, del que tanto lucró la izquierda por tantos años, y hoy día creo que el verdadero clivaje es el que se fue instalando desde el Rechazo en la Convención. Y eso es un triunfo no sólo electoral, sino que político. Atrás hay una discusión de ideas, de rumbo del país. Cuando se escucha a una candidata comunista decir que esto es un triunfo solamente electoral, me parece más fuera de la realidad todavía. Claramente había dos miradas de país y la gente eligió clarísimo tanto en primera como en segunda vuelta.
Se suele señalar que tanto Sebastián Piñera como Gabriel Boric sobreinterpretaron sus respectivos triunfos. En el caso del primero, vino el estallido social, y en el segundo apostó a la Convención que fue rechazada por los chilenos…
Eso es algo muy distinto a distinguir entre un triunfo electoral o un triunfo político. Tiene que ver con cuánta es la amplitud del mandato que se le otorga a un presidente. Y, en ese sentido, uno podría decir que todos los candidatos son elegidos con votos prestados. Lo que digo es que hay que tener cuidado con pretender instalar ideas para generar una sensación de falsa debilidad democrática al presidente electo, cuando José Antonio Kast fue elegido presidente con la mayor cantidad de votos de la historia.
¿Cuál podría ser el principal riesgo de un gobierno de Kast?
Tengo confianza en lo que se está estructurando. Primero, porque creo que están conscientes de que su mensaje no se diluya, de no entramparse en negociaciones por cupos o cargos que a nadie le importa y también van a dejar de buscar acuerdos en la cancha de la izquierda. Llevamos décadas discutiendo cuánto se suben los impuestos. Me imagino que ahora vamos a empezar a discutir cuánto se bajan los impuestos. O sea, es un cambio de cancha para los acuerdos que permitan, en el fondo, sacar adelante el proyecto de Kast con el arco lo más amplio posible.
Se habla de colaboración y no necesariamente una coalición. ¿Una coalición sería una mala idea entonces?
Una coalición apunta a casi como que fuera el promedio de varios proyectos, y acá lo que están haciendo es colaborando a que el proyecto que ganó se pueda sacar adelante con éxito y con un arco lo más amplio posible. Por eso creo que es mejor el concepto de colaboración.
Algunos han señalado la defunción de Chile Vamos. ¿Cree que ahí también tiene que haber una reflexión?
Esa es una discusión de los dirigentes de Chile Vamos y no estoy ni ahí con que, si es uno, dos, tres partidos, si cambian el nombre, si tienen que juntarse o no juntarse. Lo relevante hoy es la decisión que han tomado, porque así se ve, de sumarse al éxito del gobierno de José Antonio Kast.
Eso es como decir que la batalla de las derechas la ganó Kast…
Los resultados son claros, ¿no? Los resultados son bastante claros. En primera vuelta y en segunda vuelta. O sea, en primera vuelta, cuando compiten, por así decirlo, con candidaturas separadas a las distintas vertientes, el que gana es José Antonio Kast. Y hoy, quien es presidente es José Antonio Kast, con su estilo, con su proyecto.
¿Qué otros factores influyeron en que republicanos hoy sea hegemónico en el sector?
Cuando Chile giró a la izquierda, Kast se mantuvo firme en la posición que tenía y muy solo. Hay que recordarlo. Y cuando el país vino de vuelta, se encontró ahí parado. De eso se trata el liderazgo, que no te vas navegando según las olas o según las encuestas.
¿El pecado de Chile Vamos fue su disposición a generar acuerdos?
Cuando hay un gobierno que le está haciendo a un país el daño que le ha hecho el gobierno de Boric, cuando está sumido en los escándalos de corrupción que está o tenemos el escándalo del caso Monsalve y la forma en que el gobierno lo enfrentó, no puedes sentarte a la mesa como si eso no existiera. No puedes sentarse a llegar a acuerdos como si todo ocurriera por cuerdas separadas, porque al final estás conversando con ese mismo gobierno. Y lo otro, es que cuando tienes un gobierno que hace ese daño, la oposición que tú haces tiene que ser proporcional a eso. Aquí cuando se habla de oposiciones constructivas o no constructivas, yo prefiero el término proporcional. Quizás también debieran revisar la forma de elegir candidaturas presidenciales porque no es lo mismo la buena evaluación o la popularidad en encuestas de opinión que el liderazgo político.
O sea, a Matthei le faltó el liderazgo político…
Hay que revisar cómo elegir candidatos, porque muchas veces crees que el que está bien evaluado en las encuestas es el que va a hacer que mejor te conduzca tu proyecto hasta el final en una elección presidencial. Y aquí se demostró la perseverancia de una persona que, acordémonos, partió esta elección en que todo el mundo decía que Kast no tiene nada que hacer, lo pasó Kaiser, no tiene nada que hacer, ya fue, y él se mantuvo. Entonces tiene un liderazgo político consistente.
Ahora, el clivaje del Sí y el No planteaba un dilema sobre la democracia. ¿Cuál sería el carácter del nuevo clivaje?
Kast hoy tiene la posibilidad de dejar atrás este hundimiento que tenemos de vivir sumergidos en antagonismo para poner de nuevo una mirada común. ¿Cuál es esa mirada común? La mirada del bien común, de que las diferencias se zanjan a través de la institucionalidad, no a través de la violencia, y que no nos jugamos el destino del país y su unidad en cada elección. Kast puede enderezar de nuevo el rumbo para que los chilenos volvamos a tener esas miradas comunes.
¿Cómo ve la posibilidad de amenaza de manifestaciones que han deslizado algunos?
No le creo nada a la izquierda cuando se dice que cambió. Ojalá me equivoque. Pero yo creo que ahora es la prueba de fuego. Cuando decían durante el gobierno que la izquierda aprendió, que ahora sí respaldan a Carabineros, que ahora condenan la violencia. La prueba de fuego es ver qué actitud van a tener ahora que Carabineros va a volver a depender de un ministro de derecha. O van a volver a depender de un presidente de derecha. Esta es la prueba de fuego para la izquierda y yo poco les creo. O sea, uno ve el mea culpa de Giorgio Jackson y le asignó valor cero. O sea, ¿qué valor puede tener reconocer hoy día errores después del mazazo electoral que les cayó encima? Un mea culpa valioso es que ellos se comprometieran desde hoy día que no van a volver a respaldar la violencia como forma de avanzar en su agenda política, que no van a volver a abusar de acusaciones constitucionales infundadas, que no van a volver a usar querellas como métodos de instrumentalización política, que van a respaldar a Carabineros y no les van a quitar el apoyo, etc. Ese sería el mea culpa que los chilenos estaríamos esperando de cara al próximo gobierno. Y de eso, nada aún.
¿Se sumaría a un gobierno de Kast?
Estoy hace un año instalada en España. Esta vez me toca ayudar desde fuera y creo que son muchas las formas de ayudar a que un gobierno le vaya bien.
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