Credit Suisse: Si el conflicto en Ucrania es corto “los activos de riesgo se recuperarían bruscamente”

Nannette Hechler-Fayd’herbe, chief Investment Officer of International Wealth Management and Global Head of Economics & Research de Credit Suisse, explica que en un escenario donde los bancos centrales están subiendo la tasa de interés, "los sectores que tienen una valuación más barata funcionan mejor que los sectores con una valuación más cara. Por lo tanto, esperaríamos una rotación de sector y también una menor inversión en renta fija en beneficio de la renta variable y de las inversiones alternativas".


Los mercados están nerviosos. El petróleo se dispara sobre los US$100, el dólar se fortalece y los mercados accionarios caen y suben con un día de diferencia a la espera de nuevas noticias. EL conflicto en Ucrania ante la invasión rusa ha incrementado la volatilidad entre los inversionistas, quienes ya trataban de lidiar con los datos de inflación que todos los meses sorprendían en países desarrollados.

Sin embargo, las posibilidades que se abren ante el conflicto también puede abrir oportunidades. Nannette Hechler-Fayd’herbe, chief Investment officer of International Wealth Management and Global Head of Economics & Research de Credit Suisse, sostiene que “a corto plazo, la incertidumbre que genera un conflicto militar crea volatilidad en los activos de riesgo (acciones) y entradas a activos seguros (oro, franco suizo, yen japonés)”. Sin embargo, señala que “en el mediano plazo, los mercados financieros tienden a volver al entorno económico fundamental que prevalecía previamente. Por lo tanto, puede que no resulte útil cambiar las carteras a corto plazo, ya que la situación sigue siendo muy fluida y puede variar bruscamente de un día a otro.”.

En esa línea, indica que “puede ser mejor incluir activos de mitigación en las carteras que contribuyan a estabilizarlas durante el período de alta volatilidad. Por ejemplo, acciones de empresas de energía, índices amplios de materias primas, así como los bonos soberanos chinos desempeñan un papel diversificador”.

A juicio de Hechler-Fayd’herbe, es difícil prever hasta donde podría llegar el conflicto, pero “hay dos posibles resultados. Uno es un final rápido del conflicto con pocas bajas civiles. El otro es una guerra prolongada entre Ucrania y Rusia con un alto número de bajas. En el primer caso, es probable que el mercado vuelva a centrarse en los impulsores económicos generales con bastante rapidez. Los activos de riesgo se recuperarían bruscamente y las perspectivas económicas se mantendrían prácticamente sin cambios. Es probable que los activos rusos permanezcan deprimidos por más tiempo”

Pero en el segundo escenario, “podemos estar viendo una imagen más oscura de una crisis energética en Europa, un error de política y mayores probabilidades de una recesión. En ese caso, se desarrollaría un entorno de mercado más negativo”.

El problema de la inflación

El conflicto en Rusia no sólo está provocando una desvalorización del rublo, sino que también un incremento de los precios de la energía, considerando que el país es uno de los mayores productores de petróleo del mundo. Y ese factor es algo que puede producir más inflación, sumando otro elemento a analizar para los bancos centrales del mundo que ya se encontraban enfrentando un proceso inflacionario producto de la cadena de abastecimiento global.

En esa línea, Hechler-Fayd’herbe dice que la inflación actual es producto de razones específicas debido al impacto de la pandemia de COVID en las cadenas de suministro globales, así como factores más estructurales, que incluyen el ciclo de retroalimentación entre la inflación y los salarios en medio de mercados laborales apretados, así como entre la inflación y los alquileres, pero también factores relacionados con la política climática.

Por ello, apunta que “es posible que las condiciones excepcionales relacionadas con el COVID se normalicen en la medida en que las empresas repongan su disponibilidad de productos a lo largo del año, pero esto puede llevar tiempo. Los cambios estructurales descritos antes, por el contrario, son de una naturaleza más persistente. Por lo tanto, en términos generales, deberíamos esperar un período de inflación más elevada que antes de COVID, incluso si la inflación se normaliza desde los niveles actuales en los próximos meses”.

Respecto del efecto de esa inflación en los activos, apunta que “la inflación generalmente favorece a los activos reales (materias primas, bienes raíces, acciones) y penaliza a los activos nominales (bonos nominales). Pero debido a que la inflación conduce a una política monetaria más restrictiva, incluso los activos reales verán rendimientos más modestos que antes”.

Con todo, Hechler-Fayd’herbe explica que “cuando las tasas de interés están subiendo, las acciones tienden a funcionar mejor que los bonos. Las acciones financieras (bancos, seguros), en particular, tienden a beneficiarse. En cambio, las acciones sensibles a las tasas de interés (tecnología, servicios públicos) sufren. En general, consideraríamos que los sectores que tienen una valuación más barata funcionan mejor que los sectores con una valuación más cara. Por lo tanto, esperaríamos una rotación de sector y también una menor inversión en renta fija en beneficio de la renta variable y de las inversiones alternativas”.

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