El día después: El juego a 3 bandas

FOTO: SEBASTIAN BELTRAN GAETE/AGENCIAUNO

"Boric o Kast, necesariamente, va a tener que cautivar a gran parte del electorado que no le es afín o a un porcentaje importante que no votó".


Se dice que la elección presidencial del próximo fin de semana es probablemente la elección más gravitante de los últimos decenios. Si bien se enfrentan dos visiones de mundo basadas en propuestas y convicciones muy distintas en donde a esta altura cualquier alternativa puede ganar, el electorado busca un estilo de liderazgo que sea capaz de poder navegar y guiar manteniendo un timón firme en las aguas más turbulentas que se haya podido imaginar. Resulta interesante que las dos posiciones que mejor legitimidad ante el estallido tuvieran (Boric con el descontento y Kast con las víctimas de la violencia) sean los relatos que continúen desde distintas veredas con el llamado a cautivar al centro y dirigir el país.

A partir de Octubre de 2019 se visibilizó un proceso de cambio en donde la rabia dio lugar a la violencia que la política e institucionalidad no pudo apaciguar. Al bajar la popularidad, la política olfateó debilidad e impuso a nivel parlamentario uno de los períodos más negros y duros a nivel de políticas públicas priorizando el populismo por sobre el bien común. Agravado por la pandemia, destacaron los sucesivos retiros de ahorros individuales con la multiplicación de indigentes previsionales, aumento de la informalidad y desalineamiento sin precedentes entre la política y la técnica.

Ahora bien, el día después de la elección probablemente tendremos un nuevo presidente electo en donde ya sea Boric o Kast, necesariamente va a tener que cautivar a gran parte del electorado que no le es afín o a un porcentaje importante que no votó. Adicionalmente, si el futuro presidente quiere dejar un legado más permanente, no podrá desconocer que a nivel constitucional y parlamentario habrá dos órganos en medio de una fuerte pugna ideológica: una Convención Constituyente con el mandato de redactar una nueva constitución con énfasis refundacional y un Parlamento equiparado con una eventual presidencia del Senado de centroderecha. Ambas instancias han tenido una baja en su popularidad y mirando hacia adelante, requieren volver a lo esencial del diálogo, pero ahora sin contar con un centro político gravitante que haga de puente.

Ahora bien, ¿Qué instancia o liderazgo logrará los grandes acuerdos para darle legitimidad al sistema político en desarrollo? ¿El liderazgo de un Presidente, la proactividad de un Parlamento o la propuesta de futuro de la Convención Constituyente? En momentos de crisis, la institución que haga convivir los conceptos de inclusión, crecimiento y sostenibilidad en un ambiente de paz tendrá la llave para la construcción de institucionalidad de los próximos 10 años. El relevo que toma la posta el lunes no se juega en la vereda presidencial solamente, sino en 3 bandas paralelas en donde la construcción de la estabilidad institucional tendrá que irradiarse desde el espacio que logre reivindicar el rol de la política de anteponer el bien superior del país, ceder y legar los grandes acuerdos que Chile merece.

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