Pesos… bitcoin o dólar

"La historia del Bitcoin en El Salvador nos hace recordar que la reputación de nuestra moneda no está garantizada y que ahora la soberanía monetaria no solo está amenazada por la inflación sino también por la adopción de criptomonedas".


“¿En bitcoin o dólar?” es la pregunta prevalente de estos días en las calles de El Salvador, país pionero que hace pocos días hizo de la criptomoneda medio de pago legal.

Una corajuda pero también arriesgada apuesta de Bukele, el joven presidente, dado que en doce meses el tipo cambio ha oscilado entre USD10.000 y USD64.000. Si bien la ley Bitcoin la establece como medio irrestricto para realizar cualquier transacción privada o pública, es difícil imaginar recibir un sueldo cuyo poder adquisitivo pueda pasar a seis veces o a un sexto dentro de un año.

Años de estabilidad económica y financiera, después de la dolarización de 2001, han envalentonado al presidente millenial, como lo han llamado. “Las actitudes frente al dinero sufren grandes oscilaciones cíclicas”, escribió John Keneth Galbraith, “aquellos que sufren la inflación (o volatilidad) anhelan una moneda estable y aquellos que aceptan la disciplina y costo de la estabilidad llegan a aceptar los riesgos de la inflación (o volatilidad)”.

Para El Salvador, como Ecuador o Panamá, es más fácil dar espacio a las criptomonedas, pues cuando dolarizaron sus economías cedieron su soberanía monetaria y encomendaron la confianza de su sistema financiero en la Reserva Federal en Estados Unidos.

Ahí yace justamente el meollo de la evolución de las criptomonedas. La propuesta de sus ideólogos es reemplazar el pilar de confianza fundacional sobre la que se levanta el sistema financiero global. Traspasarla desde Bancos Centrales, con sus imponentes edificios y serios Consejeros o Gobernadores, a algoritmos predefinidos y registros virtuales de blockchain en Internet. Justamente durante la crisis financiera de 2008, cuando la reputación de la institucionalidad financiera se fue al piso, el misterioso e incógnito Satoshi Nakamoto publicó el famoso paper que establece las bases de Bitcoin.

Desde entonces las criptomonedas han estado en la palestra y atraen cada vez más atención, lo que inevitablemente crea tensiones. Además de la avezada movida salvadoreña, el destape de docenas de “unicornios” vinculados a las cripto dejan en evidencia sus recientes éxitos (BlockFi, Bitpanda, Fireblocks, Bakkt, CoinDCX, el mexicano Bitso y el brasilero Mercado Bitcoin, entre muchísimos otros).

El Presidente Bukele, contrariando las encuestas empujó la medida arguyendo la inclusión financiera en un país donde el 70% de la población no tiene acceso al sistema bancario, además de facilitar y reducir el costo al flujo de remesas que representan el 25% del producto. Para algunos, es justamente en economías en desarrollo, con sistemas financieros precarios y bases monetarias menos asentadas donde las criptomonedas tienen más espacio que ganar.

Sin embargo, la comunidad financiera internacional ha sonado las alarmas. El Fondo Monetario Internacional, quien está negociando un préstamo al país para evitar un eventual default de su deuda, se ha mostrado contrario a la medida debido a riesgos de desestabilización macroeconómica, integridad financiera (lavado de dinero), desprotección a consumidores y daños al medio ambiente (el uso de bitcoin genera más carbono que billetes o tarjetas de crédito). En el intertanto Moody’s ha empeorado el perfil crediticio del país llevando su tasa de interés al 11%.

Al fin y al cabo, la soberanía monetaria y el sistema financiero son muy sensibles políticamente. Las crisis monetarias derivan rápidamente en crisis financieras que desencadenan depresiones económicas e indefectiblemente crisis políticas. Y estos últimos darán una firme pelea a los hackers que intentan arrebatarles esta ingente fuente de poder. Basta recordar como Libra, la iniciativa de moneda global de Facebook, fue sanguinariamente aplastada. La actual batalla de la SEC a plataformas de criptomonedas o el brutal ataque de China a Ant Financial, brazo financiero de Alibaba con más de mil millones de clientes y el fondo de depósitos más grande del mundo. La semana anterior, Ray Dalio, fundador del hedge fund más grande del mundo, desdeñó a los optimistas de las cripto advirtiendo que si efectivamente resultaban tan exitosas, los gobiernos no dudaran en ahogarlas en regulación.

El futuro dirá si el Presidente Bukele es un visionario o un desalmado. En el intertanto es preocupante que haya hecho coincidir la adopción del Bitcoin con la aprobación de la Corte Suprema para su reelección en el 2024.

Por último, la historia del Bitcoin en El Salvador nos hace recordar que la reputación de nuestra moneda no está garantizada y que ahora la soberanía monetaria no solo está amenazada por la inflación sino también por la adopción de criptomonedas. Aquellos Convencionales y ciudadanos de a pie que, como recordó Galbraith, dan por sentadas décadas de estabilidad económica, financiera y monetaria del peso y su Banco Central, bien les valga recordar que la confianza construida en décadas se puede perder en un bit.

*Juan Ignacio Eyzaguirre, Ingeniero Civil UC y MBA/MPA de la Universidad de Harvard.

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