Felipe Larraín: “Hay un grupo de políticos que quiere acabar con las AFP y disponer de los ahorros que han juntado los chilenos”

El exministro de Hacienda advierte que de aprobarse el proyecto del retiro del 10% “no sabemos cuánto le costará al país ni quién pagará esos costos”. Reconoce que este episodio también es “una señal de la fragilidad del gobierno y de la pérdida de orden político” del oficialismo, y afirma que si la iniciativa se convierte en ley el Ejecutivo debiera llevarla ante el TC o vetarla.


“Muchos parlamentarios que apoyan esta iniciativa parecen haberse guiado por su popularidad en encuestas y redes sociales”. Así de crítico es Felipe Larraín frente al proyecto de retiro del 10% de los fondos de pensiones que fue aprobado por la Cámara y que esta semana se verá en el Senado, ya con la perspectiva de contar con los votos para convertirse en ley. El exministro de Hacienda del actual gobierno y hoy miembro del comité ejecutivo de Clapes UC y y profesor titular de la PUC, dice compartir la necesidad “de ayudar a la clase media en estos difíciles momentos”, pero sostiene que la solución no es esa medida, porque además de reducir las jubilaciones, tiene “un sinnúmero de efectos económicos negativos”. Por lo mismo, considera que de ser aprobada el Ejecutivo debiera llevarla al Tribunal Constitucional o vetarla, y ante la posibilidad de que esa decisión pudiese generar actos violentos en las calles, enfatiza que “la violencia es fuertemente repudiable en sí misma, pero la extorsión a partir de ella es inaceptable en política”.

¿Cómo evalúa lo ocurrido en las últimas dos semanas con la aprobación en la Cámara de Diputados del proyecto que permite el retiro del 10% de los fondos previsionales?

-Es lamentable lo que hemos visto durante las últimas semanas. La opinión transversal de los técnicos en contra de esta medida es clarísima y no ha sido tomada en cuenta por la mayoría de la Cámara de Diputados. Muchos parlamentarios que apoyan esta iniciativa parecen haberse guiado principalmente por su popularidad en encuestas y redes sociales. Desde el punto de vista institucional también es complejo, porque hace un tiempo vemos al Congreso legislando sobre materias que son de iniciativa exclusiva del gobierno, donde se tocan materias de previsión social, impuestos y gasto público. El proyecto avanza y -de ser aprobado- no sabemos cuánto le costará al país ni quién pagará sus costos.

¿Por qué está en contra del retiro? ¿No es atendible dada la gravedad de esta crisis y cuando otros países también lo han hecho?

-Llevamos años discutiendo cómo mejorar las pensiones y el retiro del 10% va exactamente en la dirección opuesta: se traducirá en menores pensiones si los fondos no son repuestos. Además, como está planteada la medida, es regresiva al disponer que los retiros estén exentos de impuestos y deja sin resolver la forma en que se van a restablecer los recursos, pudiendo llegar a significar una fuerte presión fiscal a futuro. Comparto que es necesario ayudar a la clase media en estos difíciles momentos, pero esta no es la solución porque reduce sus pensiones, además de un sinnúmero de efectos económicos negativos. Hay mejores opciones, como ir directo en su ayuda con financiamiento blando y recursos fiscales.

¿Cuán herido queda el gobierno, y en particular el Presidente y su comité político?

-Sin duda este es un duro golpe para el gobierno y la coalición que lo sustenta. Pero es un golpe más duro para el país y su institucionalidad.

Usted muchas veces debió negociar y buscar acuerdos, ¿por qué esta vez no se pudo convencer ni ordenar a Chile Vamos?

-El escenario político cambió después del 18 de octubre del año pasado, cuando se acentuó pasar a llevar la Constitución. La clase política aparece con muy bajo apoyo ciudadano. Por otra parte, el programa de gobierno por el cual fue elegido el Presidente Piñera y al cual adherían los parlamentarios de ChileVamos, pasó a segundo o tercer plano. Hoy se ve un menor compromiso político con las iniciativas del gobierno y una inmensa sensibilidad a la opinión de esa muy parcial realidad virtual que son las redes sociales.

¿Y cuál es la responsabilidad del gobierno en esto? ¿No llegó tarde y en forma insuficiente con las medidas para la clase media?

-Es que enfrentamos una crisis sin precedentes. El shock sanitario, económico y social ha evolucionado rápido y su impacto ha sido mayor de lo que anticipábamos en marzo. Criticar hoy teniendo toda la información es fácil, pero también es injusto. Los recursos que ha comprometido el gobierno son muy significativos. Hace pocas semanas hubo un acuerdo con la oposición en un nuevo plan por US$ 12 mil millones para 24 meses. Ese acuerdo nada decía respecto de la opción de retirar el 10% de los fondos previsionales, que tiene tremendos efectos fiscales potenciales, y el tema específico de ayuda a la clase media no fue central en la discusión técnica ni política.

¿Pero no debió tener las ayudas económicas ya definidas y en marcha cuando se confinó a la población, y no después?

-Chile respondió más rápido que muchos países con medidas económicas -fiscales y monetarias- a esta pandemia. El problema es que los efectos de la crisis -en una economía que ya venía debilitada por la violencia que parte en octubre- fueron mayores y más duraderos de lo que se pensaba. Por ello, el gobierno debió ir sumando acciones a su plan de ayuda inicial. Este proceso es lento, porque muchas medidas requieren discusión en el Congreso y otras chocan con la burocracia del Estado, que resta agilidad a la llegada de los beneficios a quienes más lo necesitan.

¿La aprobación de este proyecto de retiro de fondos previsionales viola el acuerdo de ayuda por US$12 mil millones?

-Sí, el álgebra no deja dudas. El acuerdo de los US$12.000 millones da flexibilidad al gobierno, pero el tema previsional no estuvo sobre la mesa al momento del acuerdo. Si el Fisco tuviese que hacerse cargo de compensar el 10%, el impacto fiscal iría mucho más allá de los US$ 12 mil millones, copando todos los espacios fiscales contemplados para apoyar a las familias, a las empresas y para la recuperación económica. Si ya estábamos acercándonos a niveles de endeudamiento relativamente altos, con el retiro del 10% estamos entrando a escenarios fiscales bastante más extremos.

Pero no se aprobó el fondo solidario que debían enterar el Fisco y los empleadores. ¿Qué significa para quienes retiren?

-Claramente sin un mecanismo de reposición, el retiro del 10% implicará menores pensiones a futuro y, en consecuencia, también una significativa mayor presión fiscal.

En el Senado ya los senadores Moreira y Castro de Chile Vamos anunciaron que darán los votos para aprobar el proyecto. ¿Se acabó la partida, les hace algún llamado?

-Espero que en el Senado tengan más peso los argumentos técnicos y por eso creo que nunca puede darse por perdida la posibilidad de tener un buen debate, con altura de miras. Espero que los honorables senadores comprendan los efectos del voto en una u otra dirección y que esto pese en su decisión. Que no miren solo las buenas intenciones, sino los consecuencias y los caminos alternativos.

¿Qué debiera hacer el gobierno si se aprueba: llevar la ley al TC, vetarla?

-Está dentro de las atribuciones del Presidente y, siendo consistente con su relato, el gobierno debería recurrir a alguna de estas instancias en caso que se apruebe el proyecto.

¿No teme violencia social frente a eso?

-No podemos seguir atemorizados por la violencia, menos aún si lo que se hace está dentro del marco institucional. La violencia es fuertemente repudiable en sí misma, pero la extorsión a partir de ella es inaceptable en política.

¿Lo ocurrido con este proyecto pone en entredicho todo el sistema de pensiones de capitalización individual?

-Hay un grupo de políticos que hace tiempo quiere acabar con las AFP y, peor aún, quieren disponer de los ahorros que con esfuerzo han juntado los chilenos. Hoy vieron una oportunidad para dar un paso en esa dirección. Eso no quiere decir que el sistema de capitalización individual esté en entredicho. En Chile tenemos un sistema de pensiones mixto, con ahorro individual y apoyo del Estado. Este sistema requiere perfeccionarse, pero manteniendo la capitalización individual, que premia el esfuerzo, incrementa el ahorro e impacta positivamente la inversión y nuestras posibilidades de crecimiento en el mediano plazo.

¿Pero están seguros los recursos que la gente ha ahorrado en sus cuentas individuales o existe ahora el riesgo de que se los terminen expropiando?

-Los recursos de los chilenos en sus cuentas individuales no están en riesgo. ¿No es esa una gran ventaja del sistema actual?

Para algunos sectores este episodio confirma que Chile se está argentinizando. ¿El populismo pasó de ser una amenaza a ser un hecho?

-La discusión de las últimas semanas muestra que los argumentos técnicos han perdido peso en la deliberación de muchos parlamentarios, los que se dejan llevar por el termómetro de las redes sociales. Pero también es una señal de la fragilidad del gobierno y de la pérdida de orden político en su coalición. Bastaba con los votos de Chile Vamos para rechazar la iniciativa y ni siquiera se tuvo esos votos, lo cual es muy preocupante.

¿Conoce empresarios o inversionistas que a la luz de esto, y sumado a lo ocurrido en octubre, estén analizando sacar sus recursos del país?

-Esto es economía básica. La violencia y la incertidumbre afectan negativamente las decisiones de inversión. Todo inversionista tiene esto en consideración.

“A partir de agosto podríamos recién ver caídas menores de actividad”

¿Es suficiente el plan clase media reforzado o será necesario repetir el bono de $ 500 mil cuando el desempleo sea aún mayor?

-El anuncio para la clase media incluye un préstamo blando en condiciones muy favorables, además del bono, y está pensado para cuatro meses. Sin embargo, si esta crisis se extiende, podría ser necesario extender este tipo de ayudas.

¿A cuánto llegará el desempleo en su peor momento y cuándo?

-La situación del mercado laboral es muy preocupante y la tasa de desocupación hoy no refleja el verdadero problema en materia de empleos. Tenemos cerca de 700 mil empleos suspendidos y 1,1 millón de trabajadores que declaran que estarían buscando trabajo si no estuviésemos en esta crisis sanitaria. Una vez que se levanten las restricciones, una parte de los trabajadores con empleos suspendidos pasarán a estar desempleados y otras personas saldrán a buscar trabajo, por lo que no debiera extrañarnos si vemos la tasa de desocupación subiendo a niveles en torno a 20% en los próximos meses.

En Clapes UC están midiendo indicadores para una reapertura segura de la economía, ¿cuándo prevén que eso podría ocurrir en la RM y cómo se debe hacer?

-Los indicadores sanitarios de la Región Metropolitana han evolucionado bien en lo reciente, aunque con heterogeneidad entre comunas. En nuestro informe semanal también alertamos sobre algunas señales complicadas como son el aún alto número de nuevos casos por millón de habitantes, la alta positividad de los exámenes y la utilización de las camas UCI. Necesitamos que la evolución positiva de los indicadores sanitarios se profundice en las próximas semanas para comenzar a ver el levantamiento de cuarentenas en algunas comunas de la capital. Lo que sí puede hacerse es comenzar a abrir gradualmente y con protocolos estrictos en actividades que tienen bajo potencialidad de contagio. Debemos disminuir los riesgos de segundas olas de contagio.

¿Se puede concluir que lo peor de la pandemia en Chile ya pasó?

-Varios indicadores muestran que el peor momento de esta ola habría sido a mediados de junio. Desde entonces hemos visto un descenso sostenido del número de casos diarios, una baja en la tasa de positividad de los exámenes, menor presión sobre el sistema de salud y un descenso del número de muertes. Pero no podemos confiarnos. Esta pandemia aún no tiene una cura definitiva, de manera que el levantamiento de las restricciones debe hacerse con prudencia y manteniendo las medidas de resguardo y distanciamiento social. Hemos visto diversas experiencias de rebrote o segunda ola en distintas partes del mundo y ese es un riesgo también para Chile.

Según eso, ¿también el momento más frío de la economía chilena se vivió en el segundo trimestre?

-Junio será otro mes de fuerte caída de la actividad, pudiendo ser incluso peor que los dos previos, dado el endurecimiento de las medidas de restricción a la movilidad, incluyendo el sector minero. De esta forma, el segundo trimestre sería el peor del año. Para la evolución de la actividad en el segundo semestre será crucial la oportunidad y velocidad en que se levanten las restricciones. En julio la actividad se volverá a contraer a un ritmo similar al del segundo trimestre. A partir de agosto podríamos recién comenzar a ver caídas menores de la actividad y eventualmente alzas en el último trimestre.

¿Se debe imprimir velocidad entonces al plan de reactivación? ¿Qué priorizaría y cuántos debieran ser los subsidios al empleo?

-El plan de reactivación debe estar listo para echarse a andar en cuanto se levanten las restricciones a la movilidad. El foco debe estar puesto en la inversión pública y privada, porque esta es la mayor fuente de generación de empleos formales, encadenamientos productivos y es necesaria para el crecimiento futuro. En la propuesta de reactivación que hicimos en Clapes UC sugerimos entregar 400 mil subsidios al empleo.

Dado eso, ¿cuánto ha ajustado su estimación del PIB 2020-2021?

-Con toda la incertidumbre aún reinante, hoy lo más razonable es pensar que el año terminará con una contracción entre 5,5% y 7%, y que en 2021 la economía volverá a crecer, pero sin recuperar toda la caída de este año. La recuperación completa de la actividad no ocurrirá hasta que tengamos una vacuna para el Covid-19, pero en Chile, además, se suma un escenario político altamente complejo, un debate constitucional abierto, elecciones diversas y el riesgo del retorno de la violencia.

¿Ese retorno de la violencia puede afectar el repunte?

-Por supuesto, ya lo vimos a fines del año pasado y, lamentablemente, hemos visto atisbos de aumento de violencia en los últimos días que son muy negativos para la convivencia, la actividad económica y, más importante aún, para el empleo y los ingresos de las familias. Eso debe terminar ya.

¿Y una segunda ola de contagios?

-Este es uno de los principales riesgos sobre la recuperación. La actividad no volverá a niveles precrisis, porque varios sectores (por ej. comercio, restaurantes y hoteles, entretención) no volverán a operar a plena capacidad hasta una vez que se levanten las restricciones. Hemos visto distintos rebrotes en diversos países del mundo y eso es parte de la evolución normal de una enfermedad para la cual no hay aún vacuna ni tratamiento. Lo importante es que esos rebrotes se mantengan acotados y no se transformen en una segunda ola de la magnitud de la que tuvimos este año.

¿Cuánto puede ayudar la economía mundial? China acaba de sorprender con su crecimiento del segundo trimestre.

-Es positivo para Chile que el mundo se esté recuperando de esta pandemia. Las cifras de China son muy favorables y son parte de la explicación del alza del cobre y de las exportaciones mineras que hemos visto en las últimas semanas. EE.UU. tuvo indicadores muy positivos en mayo y en junio, pero el descontrol de la enfermedad hace temer por la sostenibilidad de esta recuperación en la segunda parte del año. En Europa vemos una normalización paulatina de la actividad, de la mano de un mejor manejo de los contagios. Si se consolida esta recuperación de la economía mundial y se modera la caída del comercio internacional, podríamos ver que no se concretan los escenarios más negativos previstos para la contracción del PIB de Chile este año.

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