Marianne Bertrand, académica de la U. de Chicago: “Podría haber una alineación cada vez mayor entre el poder económico y el poder político en EE.UU.”
Una de las economistas más citadas del mundo y experta, entre otros temas, en la influencia de grupos de interés en la política, analiza el impacto de las decisiones del gobierno de Donald Trump en las empresas. Considera que el actuar del mandatario va hacia una especie de "capitalismo de Estado", y evalúa lo que deben hacer países como Chile.
La economista belga Marianne Bertrand es una de las mayores expertas del mundo en temas del mercado laboral y en la influencia de grupos de interés en la política.
La doctora en Economía de Harvard y profesora de la Escuela de Negocios de la Universidad de Chicago desde el año 2000, es la sexta mujer economista más citada del mundo, justo detrás de la premio Nobel 2023, Claudia Goldin. De hecho, esta semana fue incluida como candidata a ganar el Nobel 2025 por la tradicional lista de la publicación científica Clarivate.
En conversación con Pulso La Tercera vía teleconferencia, Bertrand hace un análisis crítico de las decisiones del gobierno de Donald Trump en relación a las empresas, su tendencia hacia un nuevo “capitalismo de Estado” y lo que aquello significa para la economía.
¿Está cambiando la forma de hacer negocios para las empresas en Estados Unidos?
-Aunque no hay cifras, sin duda hay historias y ejemplos de cambios en las empresas que sugieren un cambio de rumbo en la forma en que concebimos el capitalismo en Estados Unidos. Que el gobierno adquiera participaciones en empresas no es algo que hayamos visto históricamente en Estados Unidos, salvo en momentos de crisis, como los rescates que se produjeron durante la crisis financiera, que fueron ejemplo de ello, pero se produjeron en un momento en el que las empresas realmente iban a quebrar si el gobierno no intervenía y les pagaba las cuentas. Definitivamente, se siente muy diferente ahora.
¿Está Estados Unidos practicando hoy en día una forma de “capitalismo de Estado”, como mucha gente dice?
-Está la sensación de que, más allá de los ejemplos de empresas en las que el gobierno está adquiriendo participaciones, hay más “órdenes” procedentes de la Casa Blanca para decir a las empresas cómo deben operar o lo que deben hacer, esto en el sentido que las empresas se someten o siguen esas órdenes porque tienen miedo de lo que les pasaría si no lo hicieran.
Quedan entre la espada y la pared...
-Exactamente, “tienes que hacerlo o, si no...” Y estamos viendo cada vez más ejemplos de eso. Me viene a la mente el caso reciente de la visa H-1B. Se crean cada vez más normas como esa que son costosas para las empresas y si eres una firma que depende en gran medida de ingenieros de software extranjeros y ahora tienes que pagar, pues vas a intentar conseguir exenciones de esas normas. Eso le da al legislador mucha influencia para pedir a estas empresas que hagan cosas. Creo que ese es otro componente diferente del capitalismo de Estado, que no consiste en adquirir directamente participaciones en las empresas, sino en establecer cada vez más normas con la idea de que se pueden eludir estas costosas normas si se está dispuesto a hacer lo que la Casa Blanca quiere que se haga.
No parece ser la tradición estadounidense, sino que es más parecido a lo que hace China...
-Hay una versión de esto que ha sido muy estadounidense durante mucho tiempo, y especialmente, supongo, durante los últimos 15 años, en la que las empresas han intentado obtener favores del gobierno pagando dinero en campañas. Por eso, nos ha preocupado mucho la corrupción en la política estadounidense, debido al papel clave que desempeña el dinero en las campañas electorales. En 2010, la Corte Suprema eliminó prácticamente los límites a la cantidad de dinero que las empresas podían gastar en las elecciones. Por eso, y debido al elevado costo de las campañas y a la cantidad de dinero que hay en ellas, la gente ha estado muy preocupada por la corrupción que eso conlleva. Creo que los cambios que estamos viendo sugieren otras formas, otras fuentes de corrupción en los procesos.
¿El lobby y las presiones de los grupos de interés se están realizando ahora de manera más abierta y sin tapujos?
-Sí, claro. Yo creo firmemente que el gobierno debe desempeñar un papel en el capitalismo, es decir, el gobierno debe estar ahí, especialmente un órgano electo, para establecer algunas normas que aborden los fallos del mercado, las externalidades y cosas por el estilo. Pero esto no es lo que estamos viendo ahora. Estamos viendo una intervención impulsada políticamente en las empresas.
¿Los aranceles son otra herramienta en la misma dirección?
-Por supuesto, porque se imponen los aranceles y luego se hacen excepciones a las empresas X, Y y Z. Y para conseguir esas excepciones, tienes que hacer cosas que complazcan a la gente de la Casa Blanca y a Trump. ¿De dónde viene la corrupción? De personas que intentan obtener ventajas o sobornos, establece reglas y gana dinero y se beneficia de ellas porque la gente acude al redactor de las normas para intentar obtener excepciones a las mismas. Y cada día vemos más y más casos de este tipo.
¿Nos estamos moviendo hacia un mundo con una mayor concentración de poder económico y político?
-Ya teníamos mucha concentración de poder económico en los Estados Unidos. Pero ahora podría haber una alineación cada vez mayor entre el poder económico y el poder político. Todos los cambios que estamos viendo no hacen más que reforzarlo. Y es un círculo vicioso. Si pensamos en la familia Trump, gracias al poder político que él tiene, se han enriquecido enormemente en los últimos seis meses. Antes no eran tan ricos. Ahora son muy ricos, lo que les permitirá mantener el poder político, o al menos les facilitará mantenerlo. Así que tenemos este círculo vicioso en el que más poder económico te da más poder político y más poder político te da más poder económico. Y los mecanismos que llevan del poder político al poder económico pasan por la corrupción, el control de las empresas y la obtención de beneficios para uno mismo. Si eso significa que el gobierno te eximirá de los aranceles o de los elevados precios que pagas por la visa H-1B, tenlo en cuenta.
Y los demás millonarios y empresas lo toman en cuenta...
-Sí. Es muy desalentador ver cómo las empresas y los bufetes de abogados se doblegan ante las exigencias, y uno esperaría que las universidades no hicieran lo mismo. Uno esperaría que hubiera organizaciones que no estuvieran tan preocupadas por su situación financiera en los próximos seis meses, sino que estuvieran dispuestas a mirar un poco más a largo plazo, pero el deseo de llegar a otro día, o de mantenerse a corto plazo, lleva a tomar decisiones que a largo plazo van a ser extremadamente perjudiciales.
¿Qué faltó para enfrentar este escenario de mejor manera?
-Falta coordinación. Este es el mayor problema, el tema más importante cuando pienso en lo que está pasando es que simplemente no hay coordinación. Uno pensaría que las empresas se mantendrían unidas, que las universidades se mantendrían unidas. Y al mantenerse unidas, serían capaces de luchar contra algunas de estas demandas, pero nada de eso está sucediendo.
¿Está en peligro la libre competencia en Estados Unidos y en otras partes del mundo?
-Por supuesto. La definición de los aranceles es básicamente: no queremos más libre competencia.
¿Qué debemos hacer países que hemos seguido la lógica de los mercados abiertos y del libre mercado en este nuevo escenario?
-El Estado de derecho es el principio básico. Uno pensaría que la gente de un país como Estados Unidos estaría totalmente a favor del Estado de derecho. Pero parece que la gente no entiende realmente su importancia. Así que, si tuviera que volver a hacer las cosas, invertiría en educación cívica, para que la gente entendiera la importancia de estos principios que nos guían, que han sido el verdadero éxito de Estados Unidos.
¿Y Estados Unidos también pierde fuerza como modelo para el resto del mundo?
-Por supuesto. Solíamos tener la capacidad de contrastar nuestra forma de hacer las cosas con la forma en que las hace el gobierno chino. Y este contraste está desapareciendo. La gente tiene razón al decir que el mayor ganador de todo lo que ha estado sucediendo en Estados Unidos durante los últimos diez meses es China.
En América Latina se ha planteado que EE.UU. se olvidó de la región, lo que le abrió una oportunidad a China en la última década...
-Sí y también, obviamente, todos los recortes a la ayuda internacional. El cierre de USAID (Agencia Internacional para el Desarrollo de EE.UU.) es otro gran regalo para China, que tiene que ver con el poder blando que Estados Unidos solía tener en todo el mundo, al estar presente para apoyar a la gente, la salud, la lucha contra las enfermedades, todo eso se ha perdido. Y creo que China está claramente llenando esos vacíos.
¿Cree que todas estas medidas y este escenario podrían revertirse con una nueva administración del signo contrario, del Partido Demócrata?
-Va a ser muy difícil, porque aunque los demócratas recuperen la Casa Blanca, e incluso la Cámara de Representantes y el Senado, nos encontramos en un entorno que parece estar cada vez más sancionado por la Corte Suprema, que otorga al Poder Ejecutivo una serie de poderes que no creíamos que tuviera. La Corte, con sus decisiones, nos está alejando cada vez más de la idea de que tenemos tres poderes iguales en el gobierno, y se necesitaría un próximo presidente demócrata muy valiente y con visión a largo plazo para decir: “¿Sabes qué? Tengo todo este poder y no voy a utilizarlo”. Así, aunque haya un cambio en el poder político, no se va a volver naturalmente a donde se estaba.
Los demócratas al fin y al cabo también son políticos...
-De hecho, volviendo a la importancia del Estado de derecho, creo que lo otro que diría es que no es que los presidentes demócratas no hayan utilizado órdenes ejecutivas en el pasado. Por ejemplo, Obama también lo hizo mucho. Simplemente lo hicieron de una manera más mesurada. Pero una vez que se abre la puerta a esta otra forma de gobernar, siempre se está abriendo la puerta a una administración más extrema, como la que tenemos ahora.P
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