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Marta Bertolaso, la historia de cómo una bióloga se convirtió en filósofa

La destacada filósofa y académica italiana visitó nuestro país, en el marco del lanzamiento de Net Futuro, iniciativa de la Universidad del Desarrollo que busca potenciar la interdisciplina y reflexionar sobre el impacto de las tecnologías a nivel local.

Marta Bertolaso, la historia de cómo una bióloga se convirtió en filósofa

Entender por qué entendemos y cómo se construye el conocimiento por el que transitamos. Para Marta Bertolaso, profesora de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Universidad Campus Biomédico en Roma, no hay nada que abra más horizontes a la hora de investigar que pararse a entender desde dónde y hacia quiénes se quiere crear avances científicos.

Bertolaso, quien también dirige la unidad de investigación de Filosofía de la Ciencia y Desarrollo Humano de su universidad, también desarrolla actividades de investigación en diversos campos de la filosofía, la epistemología, la ética y las ciencias de la complejidad y de la vida, con una producción de más de 100 obras entre volúmenes y artículos.

Entre otras cosas, desde 2022 es miembro del Consejo Italiano de Filosofía. Estuvo recientemente en Chile, invitada por la Universidad del Desarrollo para participar en el lanzamiento del Nodo Interdisciplinario Ética de las Tecnologías y Futuro de la Humanidad (Net Futuro), una iniciativa que busca potenciar la interdisciplina y reflexionar sobre el impacto de las tecnologías a nivel local.

También participó en los Coloquios de Humanidades de Clínica Alemana, organizado también por la UDD. Allí habló sobre cómo ha sido su experiencia al involucrar su foco filosófico en procesos científicos interdisciplinarios, y cómo estas miradas ayudan a entender los procesos que se estudian, y la relación que existen con su alrededor.

Entre otras cosas, reconoce que es una especie de “híbrido académico”, porque primero se formó en Biología Molecular para después seguir por el campo de la Filosofía de la Ciencia. Desde siempre le llamó la atención estudiar lo que ocurría en la ciencia desde adentro, analizando la práctica con la forma de entender las cosas. Sobre todo en los campos de la biomedicina, el cáncer, el envejecimiento y las incursiones tecnológicas como la inteligencia artificial.

Marta Bertolaso. Foto: La Tercera.

En entrevista con Qué Pasa, la filósofa italiana conversó en perfecto español sobre la importancia de esa mirada distinta a la hora de hacer ciencia, y cómo esto se puede aplicar para entender mejor este mundo que envejece a pasos agigantados y vive bajo el temor de ser reemplazados por máquinas.

-¿Cómo influye su trabajo en el desarrollo de la ciencia?

He intentado aportar principalmente en tres líneas de reflexión. El primero es una comprensión más profunda del viviente, de la biología y del ser humano en su dimensión fisiológica, pero patológica también.

Vivimos en un mundo donde hacemos muchas cosas, pero a veces no tenemos tanto tiempo como para pararnos y pensar y reflexionar sobre lo hecho, sobre lo que es la ciencia, por ejemplo, o qué es lo que llamamos evidencias científicas.

Y un segundo ámbito ha sido el tema de la inteligencia artificial y cómo la tecnología puede influir en la sociedad. Allí, siempre pensando en cómo el viviente se desarrolla, crece, devuelve, se transforma en conexión, en relación con el mundo y con los otros seres vivos.

Es muy interesante pensar que la tecnología entre en esas dinámicas de manera apropiada para fortalecer ese crecimiento integral de ser vivo, y no al revés.

-¿Cómo tendríamos que pensar la tecnología, bajo esta visión?

A veces vemos que estamos demasiados intermediados por la tecnología. Pero las máquinas no funcionan en nuestra ausencia como funcionan en nuestra presencia, es un factor humano. Siempre una persona o un grupo de personas tienen que cuidar, utilizar las máquinas para comunicar, para relacionarse, para hacer cosas en conjunto.

Sería incluso más apropiado no hablar tanto de inteligencia artificial, que puede incluso confundir como término, sino de “sistemas inteligentes” que están hechos por personas y por máquinas. Un sistema donde lo que hay de inteligente no es artificial y lo que hay de artificial no es inteligente.

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-¿Y de qué forma nos ayuda a ver una posible sustitución por las máquinas, desde esa perspectiva?

Nos ayuda a replantearnos, incluso, el hecho de que las máquinas nos van a sustituir en muchos trabajos, y claro que nos van a sustituir en todo lo que vamos a decidir, sobre todo en todo lo funcional. En mover una silla, ojalá me pueda ayudar un robot en un tiempo más. Pero sólo si no quiero hacerlo yo.

La inteligencia artificial es un sistema de control delegado, más que una sustitución de acción humana. Y allí, diciendo esto, estamos también diciendo que la responsabilidad de las decisiones sigue siendo humana en todo el proceso de construcción, uso y división de la tecnología.

-¿Cómo la filosofía contribuye al desarrollo de la ciencia?

Cuando nos planteamos el papel de la filosofía con respecto al trabajo, en este caso, científico, siempre da la sensación de que la filosofía queda como algo abstracto, cuando la ciencia tiene que mirar y encargarse de algo muy concreto.

En cambio, siempre digo que no hay nada de más concreto que una buena filosofía. El papel de la filosofía es ayudar al trabajo científico, apoyarlo, completar y profundizar en los fundamentos del trabajo científico.

Da mucha seguridad, porque si los científicos, los ingenieros, los médicos pueden actuar con más comprensión de cuáles son las asunciones, esto les ayuda a tener más libertad en cambiar de perspectiva, en entender que puede haber otras maneras de enfocar el problema. Y, entonces, también de resolver el problema.

La filosofía nunca cierra, no pone límites. Abre horizontes de sentido, con contenido, que nos ayudan a actuar con más libertad, incluso, con más seguridad, y con más capacidad de compartir los resultados.

-¿Cómo ve la situación cuando un científico no considera los aspectos filosóficos de lo que está investigando?

Bueno, eso ha sido mi misma experiencia de vida, porque he trabajado en el mundo científico y sigo trabajando con ellos. Yo creo que si un científico no sabe tener un campo abierto a una reflexión más filosófica, por su naturaleza, no va a disfrutar tanto como podría de su mismo trabajo.

Vejez, valor y cuidado

-¿Deberíamos replantear también la forma de ver el envejecimiento? Pensando en un país que aceleró este proceso.

Creo que, como nunca antes, nos encontramos con una situación de envejecimiento de la población, donde las preocupaciones son muchas y distintas, ¿no? Porque está la preocupación de cómo puedo atender a mis padres, si se van a quedar solos o si yo no puedo viajar, y quedarme cerca todo el tiempo.

Hay una preocupación también económica. Y hay un problema mucho más profundo, yo creo, porque es un problema social y antropológico, que es la soledad, el riesgo del aislamiento de las personas mayores. Muchas veces no solo es difícil hacernos cargo de las personas mayores, sino que para ellos a veces es difícil pedir ayuda, dejarse llevar, dejarse ayudar, dejarse cuidar.

Y esto yo creo que es un problema que no es solo de los mayores, es un problema de la sociedad que está muy centrada en paradigmas individualistas.

Carlos Quezada

-¿Y cómo eso podría cambiar?

Podríamos avanzar como sociedad, si entendiéramos mejor la naturaleza de las relaciones humanas. Son relaciones que, de alguna manera, siempre tienen que ver con nuestras vulnerabilidades, pero las vulnerabilidades no son simplemente limitaciones, sino que son ocasión de estructuración de nuestra identidad. Precisamente a través de la relación.

Y creo que eso es como dar un paso en la humanidad, si consiguiéramos incluso desarrollar soluciones para atender, por ejemplo, a las personas mayores, donde toda esta dinamicidad de fecundidad, de generatividad de las relaciones verdaderamente humanas, aunque sean mediadas por tecnología, se mantienen y pueden incluso crecer.

Y la gratitud de esta relación, que es recíproca, sería generativa de soluciones más sustentables, incluso desde un punto de vista económico y social.

Marta Bertolaso. Foto: La Tercera.

-¿Más sustentables?

Sí, esta sensibilidad por el medioambiente no es simplemente cuidar el aspecto verde, sino que también es cuidar nuestro hogar y nuestras relaciones.

La capacidad de tener respeto y de cuidar de nuestro entorno es una manifestación de nuestra dignidad, de nuestra capacidad de ser hombres y mujeres capaces de construir algo en común, de construir un bien común que se pueda llamar sociedad y que siga llamándose sociedad humana.

-¿Cómo tenemos que resignificar el envejecimiento para no verlo como una etapa que no queramos pasar?

Está la capacidad de gratitud, de valorar el presente, no lo instantáneo. El presente nos lleva a valorar la experiencia y la sabiduría de quién ha vivido más. Porque las personas mayores, en general, sobre todo si por salud y también por su historia personal, pueden envejecer de una manera serena, son puntos de referencia.

En cambio, vivimos en un mundo que es frenético, nos parece que para querer a alguien tenemos que hacer muchas cosas y a veces lo único que hace falta es quedarnos allí cercanos físicamente o con el cariño de alguna manera, para recordar que coexistimos un mundo donde lo bello es precisamente poder hablar de nosotros.

El hecho de cuidar de esas situaciones es un valor en primer lugar por los que cuidan, porque nos recuerda a todos que, en algún momento, todos tendremos que irnos de este mundo, pero podemos hacer mucho para decidir cómo queremos irnos y qué huella queremos dejar.

Y eso, tener como las personas mayores que nos ayudan a reflexionar en lo que se puede dejar, en términos de herencia material, cultural y valórica.

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