Epstein: La demanda de un diseñador chileno

Jeffrey Epstein observa durante una audiencia de fianza en el caso del tráfico sexual en Nueva York, EE.UU., el 15 de julio de 2019. Foto: Reuters

Una década atrás, Juan Pablo Molyneux, reconocido arquitecto y decorador nacional, libró una batalla legal contra el polémico millonario estadounidense por los trabajos en su isla.


Las aguas turquesas ya no atraen gente a la costa de Little Saint James. Más bien son la curiosidad y el morbo las que han conducido en la última semana a decenas de embarcaciones hasta este rincón del Caribe, que recibió el inquietante apodo de "Isla de la Pedofilia". El misterio que envuelve los crímenes perpetrados ahí por su propietario, el difunto millonario estadounidense Jeffrey Epstein, ha transformado el lugar en un nuevo hito turístico de las Islas Vírgenes americanas. Ya sin la presencia del amplio contingente de guardias privados que antiguamente custodiaba la orilla, cualquier turista puede acercarse a fotografiar las lujosas dependencias del complejo, como su mansión de piedra, el helipuerto, la laguna artificial o la peculiar estructura cuadrada bautizada como el "pabellón de la música", cuyo techo dorado fue parcialmente destruido por los huracanes de 2017.

Una de esas construcciones fue diseñada por un chileno. Juan Pablo Molyneux (71), arquitecto de la Universidad Católica y afamado diseñador de interiores con oficinas en Nueva York y París, fue contactado por Epstein en 2005 para  un proyecto en Little Saint James. El inversionista neoyorquino seguía levantando nuevas obras en la isla que había adquirido en 1998 a cambio de ocho millones de dólares, y buscaba algún especialista de renombre mundial que hiciera el diseño exterior e interior del edificio que serviría como su oficina. Molyneux, de aceptar la propuesta, quedaría también encargado de toda la ebanistería, es decir, la instalación de libreros, columnas, muebles y paneles de madera. A Epstein le interesaba que la decoración se inspirara en la biblioteca de El Escorial, en Madrid, que no solo cuenta con estantes de caoba, ébano y cedro que mezclan el estilo clásico con el renacentista, sino también con una bóveda pintada al fresco. También quería reproducir sus enormes globos terráqueos.

Molyneux le entregó un presupuesto de US$ 780 mil por el diseño de la biblioteca, que incluía la fabricación e instalación de muebles de roble pulidos y barnizados; en principio, su cliente estuvo de acuerdo con el diseño, color y acabado de los estantes, pero solicitó que se tallaran motivos marinos, de flora y fauna endémicas del Caribe.

La firma del contrato entre su estudio y Epstein marcó el comienzo de más de un lustro de problemas.

"No tengo nada que decir", indica Molyneux.  "Aparte de lo que sale en los diarios, que me parece un horror, esto podrías preguntárselo a cualquier persona. El hecho de que yo le haya puesto un juicio por todo lo que me debía no tiene nada que ver con que se llame Epstein; se podría haber llamado Pérez".

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Ese horror que menciona Molyneux es el que decenas de mujeres aseguran haber vivido en privado con Epstein en alguna de sus residencias en Nueva York, Miami, Nuevo México o Little Saint James, en las Islas Vírgenes, donde realizaba fiestas y orgías. A partir de mediados de los años 2000 -justo cuando el diseñador chileno firmaba su contrato-, Epstein comenzó a ser investigado por el FBI por tráfico y abuso sexual de menores tras una primera denuncia presentada en Miami por la madre de una niña de 14 años. Hacia mediados de 2008, esa indagatoria arrojaba alrededor de 40 acusaciones y el gestor financiero neoyorquino aceptó un trato con la Fiscalía que lo condenó a 13 meses de cárcel y a quedar inscrito en el registro federal de delincuentes sexuales.

A comienzos de julio de este año, Epstein fue arrestado, una vez más, por los mismos cargos. La nueva investigación, sin embargo, echó luz sobre su modus operandi y su exclusiva red de contactos, que incluía una larga lista de políticos del Partido Demócrata, presidentes como Bill Clinton y Donald Trump, científicos como Stephen Hawking y un sinnúmero de celebridades como el príncipe Andrés del Reino Unido y otros personajes del espectáculo. Fue precisamente en una de las agendas requisadas a Epstein, y entre los manifiestos de carga y pasajeros de su avión privado, donde habría aparecido el nombre de Juan Pablo Molyneux.

Esta nueva controversia también golpeó a otros funcionarios de la administración Trump. El secretario de Trabajo, Alex Acosta, se vio obligado a renunciar tras ser cuestionado por la salida judicial que le ofreció a Epstein en 2008 cuando era fiscal federal en Florida.

El 10 de agosto, Epstein fue hallado muerto en su celda de la correccional de Nueva York. Todos los informes apuntaban a un suicidio, aunque en Estados Unidos las redes sociales han alimentado algunas teorías conspirativas. El propio Trump retuiteó un comentario que insinuaba que la familia Clinton podía estar involucrada en su muerte.

Molyneux ha seguido todas estas noticias desde Europa. Dice que el tema no le interesa, que todo pasó hace demasiado tiempo. "No quiero sonar insensible, pero para mi estudio, los clientes son números. Su nombre es irrelevante", asegura el diseñador, que hace poco más de una década comenzaba una batalla legal de un año y medio con Epstein.

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Foto: Reuters[/caption]

De acuerdo con los archivos judiciales consultados por La Tercera, las disputas entre Molyneux y Epstein se arrastraron por cuatro años, en medio de las reiteradas amenazas de demanda del millonario estadounidense, hasta que el 15 de mayo de 2009 se firmaron dos documentos: el primero liberaba al diseñador de cualquier responsabilidad, pero le garantizaba al cliente la devolución de US$ 1,2 millones, pues Epstein reclamaba que había gastado cerca de cuatro millones de dólares en todo el proyecto; el segundo era un "acuerdo de servicios de diseño", en que el estudio se comprometía a terminar la obra el 1 de enero de 2010, a plena satisfacción del cliente.

Ambas partes siguieron acusándose de mala fe a medida que se acercaba el plazo. Epstein insistía en que el trabajo era deficiente y otorgaba extensiones; Molyneux, por su parte, aseguraba que el cliente le ponía obstáculos para terminar la decoración. Entre enero y abril de 2010, el chileno viajó tres veces a Little Saint James con trabajadores especializados para instalar los últimos paneles de madera, pero nunca pudo reunirse con Epstein, que argumentaba que su jet  -apodado "Lolita Express" por la prensa- estaba en reparaciones.

Una carta enviada el 15 de abril de 2010, firmada por el abogado Darren Indyke a nombre de Epstein, refleja la tensión. En ella le señala a Molyneux que los muebles "se mantienen en una condición lamentable, deficiente y de mala calidad", que "el barnizado original es incoloro" y que "fue aplicado de forma dispareja y descuidada, creando una apariencia inconsistente, sucia y barata".

Anticipándose a su contraparte, Molyneux le encomendó al abogado Jay Goldberg -que alguna vez representó también a Donald Trump- demandar a Epstein por romper con el "acuerdo de servicios de diseño". La acción fue ingresada el 11 de junio de 2010. El millonario respondió argumentando que era todo al revés, ya que era Molyneux quien había incumplido el contrato. El proceso civil parecía encaminado a un juicio, al punto que la magistrada Ruth Miller, de Islas Vírgenes, agendó  las primeras audiencias de preparación para enero de 2011.  Según los registros, los demandantes tenían 3.400 documentos que servirían como pruebas.

Sin embargo, el 4 de enero de 2011, Epstein y Molyneux pusieron fin a su litigio, declarando que habían arreglado sus diferencias a través de un acuerdo extrajudicial. "Es algo que pasó hace 10 años, se cerró, se terminó, no me acuerdo de los términos. No me gustaría hablar de eso. Con todo lo que ha pasado...", insiste el diseñador chileno.

Complicado con que su nombre se vea asociado a una figura como Epstein, Molyneux aclara que su relación con él fue solo profesional. "Fue para este proyecto y punto. No era una persona muy honesta, así que tuvimos que tratar con abogados. Pero no tengo nada que ver con su vida social, ni fuimos amigos, cero", dice.

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Esta semana, una de las naves que llegó hasta el muelle de Little Saint James fue la del FBI, que allanó toda la propiedad como parte de la investigación. Tras el aparente suicidio de Epstein, las autoridades buscan reunir información sobre aquellos que facilitaban el tráfico de menores en la isla, como la británica Ghislaine Maxwell, acusada por varias víctimas de ser la madame del empresario y su principal cómplice.

Cuando los federales desembarcaron, se encontraron con la sorpresa de que las banderas estadounidenses de la isla estaban a media asta.

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