Angelo Pierattini lanza uno de los mejores discos chilenos del año: “He hecho lo que he querido en la música”
El músico chileno lanza su nuevo disco como solista. Un trabajo titulado con su nombre, que ofrece canciones de letras viscerales y que recorre espacios como la pérdida del padre, la traición y la soledad. En la música, es un cruce entre el rock y lo latinoamericano. El cantante explica las claves de un trabajo que sale la próxima semana y al que Culto ya tuvo acceso.
Si había un panorama que Angelo Pierattini (1977) no se perdía, era la excursión a las disquerías junto a su padre, don Gilio. En sus años de niñez y adolescencia el músico chileno forjó su gusto por nombres capitales como Cream, The Beatles, Weather Report, con la colección de discos que su progenitor acumuló durante años. Un momento de complicidad conectada por una pasión.
“Mi viejo se compraba un disco mensual -recuerda-. Me acuerdo de acompañarlo a buscar el CD de Blanca Palidez [A whiter shade of pale]de Procol Harum, íbamos al persa Biobío, me acuerdo de ir a buscar los cassettes de los Animals en la Feria del Disco. En mi casa siempre se escuchó mucha música. Varios de los vinilos que tengo eran de mi viejo”.
En el hogar de los Pierattini Serqueira, en un bloque en Lo Hermida, el equipo de música era uno de los bienes más preciados. Ahí sonaban de Dire Straits a Eros Ramazzotti. Esa herencia marcó la vida de Angelo. Por eso, tras la muerte de su padre, hace un par de años, verbalizó su dolor en la única forma que lo hacen los músicos; en una canción. Así, escribió Papi, una composición dolorosa en que lo recuerda con todo su espesor. “Te amo tanto tanto/todas esas tardes de salidas/cantando en el auto/haciendo a voces nuestra vida”, canta.
La canción se grabó en una sola toma. Solo Angelo, la guitarra y el dolor. “Desde la primera canción que hice en mi vida hasta ahora, mi dirección siempre es biográfica -cuenta-. Me cuesta mucho hacer canciones de cosas que no me afecten, para bien o para mal. Mi música es súper emocional en ese sentido”.
Además, es una reivindicación. Entre las líneas revela un anhelo frustrado que palpitó en la vida de su padre. “Te negaron siempre el canto/Pero yo vengaré tu herida/O sea yo, estoy vengando tu herida”, canta. “Él quería ser músico, pero en los años 60 era algo bien improbable. Entonces, el legado que me dejó él fue la música y yo pude dedicarme a eso porque desde el primer momento tuve 100% apoyo en la casa”, explica.
Esa canción es una de las nueve que integran Angelo Pierattini, el nuevo disco homónimo del destacado músico en plan solista, tras el buen Soy un aprendiz (2021). Una colección de canciones honestas, despojadas y viscerales que asoman entre lo mejor del año en el catálogo local y que recorren varios estados; la felicidad, la traición de un amigo, el dolor y la dicha por mirar a las gaviotas trazando su vuelo. Culto ya pudo escuchar el álbum.
El guitarrista detalla que no fue una dirección decidida de antemano. “Es muy biográfico -admite-. Cuando compongo, las canciones empiezan a revelar poco a poco de qué se tratan. Primero aparece la música y esa música me inspira una letra. Así la letra empieza a aparecer”.
Las letras aparecen sin permiso. Como John Lennon en Plastic Ono Band, Pierattini no se va con rodeos y en Fuiste un gran amigo, aborda una traición. “Parece que la amistad/a veces traiciona la complicidad/Qué necesidad y yo me reconstruí”. Y en Chocó la micro, es todavía más punzante. “Para querer/hay que ser un poco imbécil/Ya no hay na’ que hablar/ si al final ya me cagaste”.
-¿Fue difícil escribir canciones como Papi y Fuiste un gran amigo y luego publicarlas en este disco?
-No, esas dos fueron las dos canciones que menos me costaron. Salieron así, la letra y la música. De hecho, la del amigo la grabé una semana antes de la primera preescucha del disco. En Papi dudé un momento publicarla, pero son esas dudas como familiares, porque es una canción que me cuesta mostrarla, por ejemplo, a mi vieja. Pero en realidad, para eso uno hace música también pues. Entonces, inevitablemente la canción volvió a aparecer para ser editada.
-En Chocó la micro es todavía más directo con la frase “Para querer/hay que ser un poco imbécil/Ya no hay na’ que hablar/ si al final ya me cagaste” ¿qué lo inspiró a escribir así?
-Uno de los CD que tuve fue Mi destino (1999) de Jorge González. Yo creo que Jorge, para mí, es un referente súper importante. Entonces, creo que esa forma de decir las cosas también vienen de él. Y de alguna manera esa frase que dices, es una cita de Paramar, porque es como reafirmando, es como decirle al otro “sí, hueón, tienes razón”, porque uno se siente así cuando te cagan. O como en la canción del amigo digo bueno, esta va a pasar otra vez, pero yo no voy a cambiar. O sea, si me van a seguir cagando, que me sigan cagando, pero no me van a hacer cambiar.
Entre los Beatles y el folclor
Es una mañana soleada de agosto y Angelo Pierattini se sienta en una mesa del bar Coltauco. Un local de vibra retro, atendido por su propio dueño, enclavado en las cercanías de calle San Diego. Un guiño además, a la vocación popular que ha marcado la carrera de Pierattini. “La primera banda por la que se me conoció en la escena chilena fue Weichafe, que es rock barrial, música popular. Entonces, para mí es súper natural llegar a Los Ángeles Negros o a Zalo Reyes”, explica.
Esa vocación popular se traduce en el sonido profundamente latinoamericano del disco. En canciones como Pasarita, con el cruce entre el huayno y las guitarras eléctricas, o en Ay Morena, la colaboración con Los Vásquez, que debe tanto al bolero como al regional mexicano. “Yo estoy en el segundo tiempo de mi vida musical. Paré mi ruta solista en el 2014 y volví al 2021 con Soy un aprendiz -apunta-. Y en esos siete años de estar sin hacer música solista, estuve muy inmerso en el mundo del folclore y la música popular latinoamericana. Fue como sentir de nuevo la sensación de los 14 años cuando descubrí a los Beatles o a Jimi Hendrix, que me dejó loco. Me pasó lo mismo con el dúo Benítez Valencia, con Julio Jaramillo, Nelson Ned, cosas como Nicola Di Bari, Gino Paoli, música que yo tenía la noción de haberla escuchado de niño en la radio, pero que no había profundizado tanto”.
El gusto por los riffs de Eric Clapton o George Harrison, también se cuela en el disco, con los solos de guitarra y los acompañamientos que suenan a lo largo de las canciones, como la frase de inspiración western que suena en La fiesta. “En este disco confluyen el mundo rock sesentero que me representa, y por otro, la música popular latinoamericana. Cuando conversaba con el Zalo Reyes, por ejemplo, él era fanático de Joe Cocker, era fanático de los Beatles, era fanático de Jimi Hendrix, fanático de todas esas músicas. Entonces, había mucho en común”.
“Y este es un disco de guitarras, porque yo soy guitarrista, admiro mucho esa forma y tengo la fortuna de tener en la banda dos guitarristas que yo admiro muchísimo, como Pablo Jara y Martín Silva -agrega-. ¡Y somos un país de guitarristas! Óscar Arriagada, Carlos Corales, Mario Gutiérrez de Los Angeles Negros, el Gato Alquinta, Tito Pezoa de Sol y Medianoche, Ángel Parra, Violeta Parra, Sebastián Aracena, y así podría nombrar miles”.
Grabado en sesiones repartidas entre el estudio La Salitrera y en su propia casa, el álbum fue grabado por una banda de alto nivel, que incluye a Diego Peralta en bajo eléctrico, Felipe “Metraca” Salas en batería, Martín Silva en guitarra criolla, Pablo Jara en guitarra eléctrica y Dominga Corral en acordeón. También se suman invitados, como Cristóbal Briceño, el mexicano Juan Cirerol, Los Vásquez y la voz de Pancho Sazo, de Congreso. “El mínimo común es mi admiración hacia ellos, tanto por su música como por la forma de trabajo. Y creo que todos ellos tienen una forma de trabajo que a mí me inspira, que siempre es de la independencia, con un discurso musical y lírico muy personal”.
-¿Por qué invitó a Pancho Sazo en Pasarita?
-Primero, porque es un huayno rock. Y yo creo que si hay una persona que nos enseñó a los músicos chilenos a mezclar el mundo anglo con el mundo latinoamericano es Pancho Sazo. O sea, él venía de Los Psicodélicos y de ahí pasó a Congreso. Eso, por un lado, y por otro, porque Congreso es una de mis bandas favoritas. Creo que una banda única en su especie, me gusta mucho eso. Y Pancho Sazo es uno de los cantantes más impresionantes de nuestras escenas, y yo creo que de Latinoamerica”.
Ese cruce entre el rock y la fibra latinoamericana, en un cuerpo de canciones muy personales, empujaron la decisión de Pierattini de titular al disco con su nombre propio. La personalidad del músico también se plasmó en la fotografía de la portada, tomada por Tomás Yovane, en que se le ve a torso desnudo, con vendas en las manos, en posición de boxeador.
La inspiración se tomó de las antiguas fotografías de púgiles que ilustraban las páginas de la revista Estadio. “El dedicarme a la música desde que lo hago, ha sido una lucha constante, porque he hecho lo que he querido. Y en Chile, para hacer lo que quieres tienes que estar al pie del cañón todo el rato, porque la libertad molesta, la libertad da miedo, la libertad incomoda. Cuando ven a un hueón que hace lo que quiere, siempre hay una resistencia. Entonces, tienes que estar súper fuerte con tus convicciones. Bueno, la figura de Jorge González es el referente más grande en ese sentido”.
El álbum homónimo de Angelo Pierattini será publicado el próximo 26 de agosto, y llegará a las bateas de las disquerías en formato de vinilo y CD doble. Se lanzará en un concierto de larga duración el 15 de octubre, en el teatro Nescafé de las Artes, un evento en que el músico también celebrará una vida dedicada a la música. “Teníamos esta fecha en el Nescafé y sumarle al lanzamiento una celebración de 30 años con un disco nuevo, es mucho más potente. Yo me siento súper vigente, muy bien creativamente. Qué mejor que celebrar mostrando música nueva”.
Las entradas para el concierto están disponibles en el sistema Ticketmaster.
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