Claudio Cataño, el Aureliano Buendía de Netflix: “Nuestra locura y nuestro salto al vacío valieron la pena”
El actor colombiano, galardonado con dos reconocimientos en los Premios Platino 2025, conversa con Culto sobre el éxito de la adaptación de Cien Años de Soledad. Detalla su acercamiento al icónico personaje del clásico de Gabriel García Márquez y la experiencia de regresar al set para filmar la segunda temporada, que llegará pronto a la plataforma. “La traducción audiovisual es de por sí un acto temerario”, apunta.
Netflix y el equipo creativo detrás de la adaptación de Cien años de soledad apostaron por un elenco plagado de nombres poco o nada conocidos fuera de Colombia. De todos ellos, Claudio Cataño era uno de los pocos que habían tenido exposición internacional, en específico con la serie de HBO Max Mil colmillos, donde interpretó al protagonista.
En principio, ni eso ni nada podrían haberlo preparado para la atención que ha recibido desde diciembre, el mes en que se estrenó la primera temporada de la serie que lleva a la pantalla la célebre novela de Gabriel García Márquez, donde encarna a la versión adulta de Aureliano Buendía. Sin embargo, el actor transmite la tranquilidad de un veterano, conservando los pies en la tierra a pesar de todo el revuelo a su alrededor.
Sentado en la Real Casa de Correos, actual sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid, ha pasado cerca de una hora desde que recibió el premio del público (un día después, en la ceremonia principal, alzaría el galardón a Mejor interpretación masculina en miniserie o teleserie). En conversación con Culto, reflexiona sobre el recorrido profesional que lo condujo hasta Macondo.
“Yo tengo 38 años, es decir, llevo más de la mitad de mi vida en este oficio. Arranqué haciendo telenovelas, fui en un momento de mi vida reconocido hace muchos años por otras cosas, Después me dediqué a hacer personajes”, explica.
“¿Por qué te hago este speech? Porque ya he pasado por muchas etapas, por muchos descalabros y por muchas expectativas no cumplidas, y lo que recogí después de eso, sobre todo cuando atravesé la pandemia, cuando pensé que no iba a volver a vivir de mi oficio, fue que todo eso puede o no pasar, y sin embargo, lo único que me sirve y lo único que es real es cuando puedo actuar”.
“Ahora me acabo de ganar un premio del público. Esto es maravilloso, es hermoso, pero finalmente eso en última instancia no es actuar, y no puede ser una condición necesaria para actuar. Lo recibo como un regalo. Punto”.
El actor volvió al rodaje de la serie de Netflix después de la buena recepción del primer ciclo, algo que, asegura, fue “tranquilizador”. Ahora le espera interpretar al coronel Aureliano Buendía en la segunda mitad de la historia, un tramo plagado de intensidad y episodios de alto voltaje dramático.
-¿Siente que todo este reconocimiento lo encuentra en un momento más maduro de su carrera, con lecciones aprendidas y un recorrido realizado?
Sí. Con los años ya me canso más rápido. Es sutil, pero uno va viendo cómo el cuerpo va diciéndole a uno: ya no te quiero tanto, ni te perdono tanto. Aparte de eso, como decía mi maestro, la experiencia es una peinilla que te regala la vida cuando te has quedado calvo. En este caso no me he quedado calvo. Siento que me coge sobre todo con la capacidad de recordarme que esto es una delicia, pero tengo que concentrarme en el trabajo, porque lo que me trajo hasta acá y lo que hace que esto esté pasando es que me dediqué a trabajar y en un punto saqué de la ecuación el afuera.
-Anteriormente ha hablado sobre aproximarse a Aureliano Buendía no desde intentar ser totalmente fiel, sino desde incluso ser irresponsable. Interpretar el personaje bajo sus propios códigos implica algo de rebeldía. ¿Cuán difícil fue encontrar ese tipo de acercamiento al personaje?
Creo que hubiese sido mucho más difícil hacerlo de otra manera, porque por supuesto la traducción audiovisual ya es de por sí un acto temerario. El acto de rebeldía está implícito desde que unas cabezas de un gran monstruo audiovisual como Netflix decidieron apostarle a esto. Hablo de ser irresponsable, porque todos los que antes de que la serie saliera hablaban de eso, hablaban de una gran responsabilidad. Por supuesto que es una gran responsabilidad, sin embargo, uno no actúa responsabilidades ni actúa imaginarios colectivos, porque es imposible. Desde la visión del director es distinto, porque está creando un mundo completo. Digamos que lo teórico entra a ser un diálogo mucho más permanente. En mi caso todo eso puede estar, sin embargo, cuando estoy en el mundo de Macondo inmerso, estoy en primera persona. Normalmente uno en su propia vida está en primera persona, no está dialogando desde una voz extradiegética, observando todo y analizándolo.
“Si voy a ser el coronel Aureliano Buendía, primero yo no voy a ser coronel Aureliano Buendía, voy a ser Aureliano Buendía, que se transforma en el coronel Aureliano Bueendía, se autodenomina coronel Aureliano Bendía, pero finalmente es un hombre que atraviesa un viaje épico en su vida, en donde interactúa con un montón de fuerzas como todos los seres humanos, solo que en este caso de una forma grandilocuente, gigantesca, memorable, legendaria”.
-La producción construyó Macondo en la realidad, me imagino que eso fue de ayuda. ¿Pero cuán difícil fue entrar en el lenguaje de la serie, que es fiel en gran parte al lenguaje de García Márquez?
Te lo voy a decir de esta manera, y voy a quitarme tanta respuesta grandilocuente. También está Alex García, que es otro de los directores maravillosos, pero con Laura Mora fue con quien tejí los primeros tres capítulos en los que comienzo a actuar de verdad. Alex dirige el uno, el dos y el tres, yo aparezco un poquito en el tres, que es la transición de actor, pero en el cuatro, en el cinco y en el seis es donde se estructura todo el personaje. Y eso fue con ella.
“La indicación era clara: el movimiento va por dentro. Es decir, no vamos a actuar. Así como tú en este momento me estás mirando, me estás observando, me estás escuchando de verdad, porque estás enfocado en lo que estás haciendo, estás presente, no estás pensando en qué cara me pones, simplemente me estás viendo. Es exactamente lo mismo. El movimiento va por dentro, es decir, vamos a vivir una vida de verdad, y eso es lo que hemos hecho durante tres años”.
-Esto no es un drama sobre, por ejemplo, el robo de un banco, sino que abarca toda una vida. ¿Esa idea en algún momento le resultó abrumadora, apabullante?
Digamos que si me lo preguntas así y me pongo a pensarlo y lo miro desde afuera, diría que sí, es apabullante. Ahora bien, creo que, seguramente por mi naturaleza un poco compulsiva, esa es la manera en que más me gusta trabajar, con inmersión. Así es que llego agotado a la casa, feliz de haber sentido que he hecho parte de algo extraordinario y que finalmente le da sentido a mi vida. Es apabullante, pero así es cómo me gusta camellar (trabajar).
-Volvieron el set de la serie después de que la primera temporada tuvo gran éxito en el mundo. ¿Cómo fue vivir esa experiencia?
Muy tranquilizador.
-Fue una inmersión distinta.
Es decir, distinta porque he tenido la posibilidad de interpretar al personaje desde los 20 años hasta los 70, hasta que muere. Eso también es un regalo que me dio la vida como profesional, poder hacer un estudio literal. Y el personaje se ha ido transformando, por ende, nunca me he quedado estático. Pero fue sumamente tranquilizador. ¿Usted se imagina que esto hubiera sido un fracaso y tener que llegar a vernos la cara y decir, tenemos que terminar esta mierda? Nos hubiéramos pegado un tiro, hubiera sido absolutamente triste. Como con un sentimiento de derrota de jugar el quinto puesto en un campeonato e intentar hacerlo bien. Gracias a Dios a esto le fue como le fue, porque entonces podemos seguir sabiendo que nuestra apuesta, nuestra locura y nuestro salto al vacío valieron la pena.
-¿Siguió atento las reacciones que generó la primera temporada?
Los primeros días sí, ya después no. Quería ver si le había gustado a la gente. Y simplemente dije, gracias, y lo cerré. De hecho, yo no soy muy de redes. Tengo una cuenta de Instagram a la que subo una cosa una vez cada tres meses, pero no subo contenido, no lo sé hacer. Lo que hice fue borrar la aplicación. Ni siquiera tenerla en el celular.
-¿Hasta hoy?
No, hasta después. Hasta cuando arranqué la segunda (temporada). Pero ya en paz. Es demasiado ruido.
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