John Fogerty: el fin de la maldición de Creedence Clearwater Revival y el regreso de las canciones que hizo para todos
Legacy: the Creedence Clearwater Revival years (John’s version) se titula el reciente disco en que el músico regrabó 20 temas de su afamada banda, lo que fue posible tras el final de un tormento judicial que figura entre los más nefastos en la historia del rock. Aquí, un biógrafo y un experto revisan la historia.
John Fogerty es un sobreviviente en todo el espesor de la palabra. No solo porque logró salir indemne a una era de excesos a fines de los sesenta, cuando era la voz y el motor creativo de Creedence Clearwater Revival. También superó un largo período de depresión, que lo tuvo sin publicar discos, y más importante, consiguió recuperar algo tan personal como su propia obra.
La historia es conocida. A fines de los sesenta, Fogerty tuvo que ceder los derechos de las canciones que escribió para Creedence al empresario Saul Zaentz, propietario de Fantasy Records, el sello que publicó los discos del grupo. Un tesoro en toda regla, porque gracias al éxito de temas como Who’ll stop the rain, Proud Mary, entre muchos otros, Zaentz amasó una fortuna. Así, mientras Fogerty y sus compañeros veían que sus singles trepaban en las listas e incluso en 1969 superaban en ventas a los Beatles, sus cuentas bancarias no variaban demasiado.
Tras la separación de Creedence en 1972, Fogerty se enzarzó en una amarga disputa con Fantasy por los términos del contrato que consideraba intolerables. Para rescindir y marcharse a otra compañía sin arriesgar demandas, tuvo que ceder una parte aún mayor de sus regalías a Zaentz. Peor aún, gran parte del dinero que Fogerty y Creedence habían ganado por su música se perdió en un acuerdo de protección fiscal en el extranjero gestionado por Fantasy.
De allí a que durante años Fogerty se negara con porfía a tocar siquiera un tema de Creedence en sus shows en solitario (aunque Bob Dylan tuvo que persuadirlo de tocar Proud Mary porque “la gente podía creer que es de Tina Turner”). Peor aún, la fractura con sus antiguos compañeros fue irreversible, porque Stu Cook y Doug “Cosmo” Clifford, bajista y baterista de Creedence y claves en su particular sonido, continuaron trabajando con Fantasy Records. Durante años tocaron el material del grupo bajo el nombre de Creedence Clearwater Revisited. Incluso se presentaron en el Festival de Viña en 1999.
John tampoco logró una conciliación con su hermano mayor Tom, quien tocaba la guitarra en Creedence. Ni siquiera con ocasión de su muerte en 1990. “Quería mucho a mi hermano Tom”, le dijo al New York Times en 2005. “Sin embargo, con el tiempo, Tom insistió en que Saul era su mejor amigo, algo que me dijo muchas veces y, por supuesto, en la prensa. Así que Tom básicamente se puso del lado de mi peor enemigo mortal. Eso fue doloroso”.
Toda la trama acabó por despejarse en 2023. Ese año, Fogerty recuperó el control de los derechos de publicación, poniendo fin a una batalla legal que duró cinco décadas. No perdió el tiempo y decidió volver al estudio de grabación, para regrabar varias de esas viejas canciones de Creedence que perduraron en la memoria colectiva, y que tan populares se volvieron en Sudamérica (en especial en Chile) en la década de los setenta.
El resultado se plasmó en el disco Legacy: the Creedence Clearwater Revival years (John’s version), un álbum disponible desde el 22 de agosto, en que Fogerty, tal como Taylor Swift con sus primeros discos, regrabó antiguo material de la banda. Repasa 20 éxitos como Fortunate son, Have you ever seen the rain, Down on the corner, Bad moon rising, Wrote a song for everyone, e incluso se permitió incluir temas menos conocidos como Porterville y Bootleg. Lo hizo manteniendo con escrúpulo los arreglos originales, incluso emulando efectos de sonido, por ejemplo, en la introducción de Run through the jungle o las palmas en Up Around the bend.
No hay mayor innovación, salvo algunas voces de refuerzo en algunos temas (por ejemplo, en los estribillos de Who’ll stop the rain). Básicamente es una copia exacta de lo que hizo Fogerty junto a su hermano Tom y la poderosa sección rítmica de Cook y Clifford. A ratos suena como una banda tributo bien aceitada, aunque se debe reconocer que su voz suena sorprendentemente en forma y por momentos logra acercarse a la misma sensación que generaba en los años sesenta.
Para el músico, se trata de un acto de justicia. “Durante la mayor parte de mi vida, no fui dueño de las canciones que compuse”, declaró a los medios. “Recuperarlas lo cambia todo. Legacy es mi forma de celebrarlo: interpretar estas canciones a mi manera, con la gente que quiero”.
Aunque el álbum reencuentra a Fogerty con su historia, no supone un gran aporte. Así lo piensa John Lingan, autor de la pormenorizada biografía A song for everyone: the story of Creedence Clearwater Revival (2018). “No supone ninguna contribución en absoluto -dice, tajante, a Culto-.Tiene una razón justificable para hacer este álbum: John Fogerty ha sufrido una de las relaciones entre némesis y manager más prolongadas e infames de la historia del pop. De joven, cedió la publicación de sus canciones y las recuperó el año pasado. Esta es su justa imitación del ejemplo de Taylor Swift: versiones regrabadas fielmente de sus famosas canciones, publicadas en un nuevo contexto que le proporciona mayores regalías. Las canciones son casi réplicas, como las de Swift, y al igual que las suyas, no representan ninguna mejora. Pero, más concretamente, las suyas son auténticos álbumes solistas, mientras que Creedence era, sin duda, un grupo de cuatro personas, sin adornos”.
Lingan apunta a un factor. Debido a las complejas disputas legales, durante años Fogerty ha menospreciado el invaluable aporte de Cook, Clifford y su hermano Tom en la obra de Creedence, como si hubieran sido unos meros sesionistas. Ese punto de vista elude la innegable química que se generaba entre los cuatro, especialmente en los segmentos instrumentales (basta escuchar cualquier versión en vivo de Keep on chooglin’). “Por razones que no alcanzo a comprender, John Fogerty ha insistido durante 50 años en que los otros tres miembros de Creedence fueron secundarios para el éxito artístico y financiero de la banda, o incluso un obstáculo para él. Ni siquiera menciona a Doug y Stu por su nombre en sus numerosas entrevistas, y solo menciona a su hermano Tom para disimular su vergonzoso comportamiento en los meses previos a su muerte en 1990. En ese contexto, el nuevo disco parece el último y más descarado intento de borrarlos de la historia de la banda. Resulta extraño que haya regrabado estas canciones con tanta fidelidad y, al mismo tiempo, ni siquiera haya mencionado las contribuciones de sus tres compañeros”, señala.
En una reciente entrevista con Rolling Stone, Fogerty concedió, por fin, un tímido reconocimiento al aporte de sus compañeros. Una rareza absoluta. “Esas son las cuatro personas que hicieron esos discos. Y eso no se ha repetido en la historia. Así que, obviamente, esos cuatro seres humanos son únicos”, detalló.
Tal vez, a causa de todo el lío con los derechos de Creedence y a que su propia carrera solista nunca despegó del todo, el nombre de John Fogerty no había logrado un mayor calado entre el público. Aunque eso ha ido cambiando. “Creo que una cosa es la música de Creedence, que tiene un arraigo acá en Chile, pero también ha habido una disociación sobre el nombre de John Fogerty -comenta Rainiero Guerrero, director de Radio Futuro, con seguridad de las que más toca el catálogo del grupo en el país-. A partir del 2000, cuando empezó a venir Creedence Clearwater Revisited, pocos extrañábamos a Fogerty porque había desconocimiento en cuanto a la historia. Yo creo que eso lentamente se ha ido acomodando y hoy la gente entiende que Creedence es Fogerty”.
Con una renovada agenda de conciertos, que incluyó su única visita a Chile (2011 en el Movistar Arena), Fogerty ha logrado reposicionar su nombre entre el público. “Ahora es más respetado que nunca, y eso es maravilloso -dice John Lingan-. Oigo a músicos y escritores elogiar a CCR constantemente, siempre por la potencia de su sonido y sus canciones. Sigue tocando para grandes multitudes como solista. Sus canciones siguen siendo queridas y populares, y se usan en películas, concursos de talentos y (a menudo por republicanos idiotas) en mítines y anuncios políticos”.
Como sea, este nuevo disco se inclina en su mayor parte por los clásicos y un par de curiosidades, como para remarcar el rol de Fogerty en la historia de Creedence. “Me alegra que incluyera Bootleg, que en el disco original es un ejemplo perfecto del estilo y la comunicación de la banda. Lamentablemente, incluyó mi tema menos favorito de CCR, el derivado Travelin’ band. Ojalá hubiera incluido Feelin’ Blue, una canción de un solo acorde que encarna la misma increíble interacción grupal que Bootleg”, dice John Lingan. Por su lado, Rainiero Guerrero se fija en un detalle. “Son solo canciones de él, escritas por él, no incluye ninguno de los covers. En el repertorio de Creedence hay varios covers que son muy famosos [NdR: por ejemplo, The Midnight Special, I Put a spell on you o Good Golly Miss Molly]”.
La reversión de John Fogerty al material de Creedence, le ha permitido reivindicar su lugar no solo en la historia del grupo, sino que se ha atrevido a reclamar un asiento en el selecto club de los compositores más reputados del rock. Algo que ha hecho durante años, con un profundo orgullo por su obra. En la charla con Rolling Stone, fue todavía más lejos. “En cierto sentido, hice lo que hicieron los Beatles, pero lo hice solo. No tenía a otros dos chicos que compusieran canciones conmigo”, dijo en referencia a que el trabajo autoral de los Fab Four recaía en su mayor parte en los aportes de John Lennon y Paul McCartney, además del material que escribió George Harrison, en especial desde la segunda mitad de los sesenta.
Desde su costado, John Lingan aquilata esa declaración del líder de Creedence. “Debería ser posible, incluso para John Fogerty, elogiar a John Fogerty y reconocer su extraordinario talento sin menospreciar las contribuciones de sus compañeros de banda durante décadas. Hizo cosas increíbles, pero no las hizo solo. Era el líder creativo obvio y reconocido del grupo, pero su proceso fue excepcionalmente colaborativo. Practicaron esas canciones en grupo durante horas y horas, construyeron ese sonido de rock pantanoso en largas sesiones de práctica. También eran una banda fantástica en vivo, y eso no fue solo gracias a John. Doug, Stu y Tom fueron cruciales para el ritmo especial que todos adoran de Creedence, y para las grabaciones y conciertos que forjaron su reputación”.
A su vez complementa Rainero Guerrero. “No creo que Fogerty haya hecho lo mismo que hicieron los Beatles; son repertorios completamente diferentes, están muy lejos, pese al éxito y la grandeza del repertorio de Creedence. Pero donde entiendo su punto, es que los Beatles eran Lennon, McCartney, a veces Harrison, y George Martin; es decir, había un equipo colaborativo al momento de componer una canción y transformarlo en algo distinto. En el caso de Creedence, era él el que hacía la canción y él era quien la cerraba. Me parece que se refería a eso; en términos de impacto mundial logró lo mismo pero con menos recursos”.
Con 80 años recién cumplidos en mayo, Fogerty vuelve a la carretera para celebrar la recuperación de su legado. Con una banda viajera (que incluye a sus dos hijos), ya anunció su vuelta a Ciudad de México, para presentarse el próximo 29 de septiembre en el Auditorio Nacional, lo que abre el deseo de una eventual vuelta a Sudamérica. Y aunque un regreso de Creedence se ve muy difícil, al menos ahora si, Fogerty puede volver a cantar esas canciones que escribió para todos.
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