Prestamistas informales: la red que financia los negocios ilegales del barrio Meiggs
El asesinato de José Felipe Reyes Ossa, autoproclamado como el "Rey de Meiggs", destapó una realidad conocida hace años por vendedores ambulantes y comerciantes establecidos: la de verdaderos banqueros unipersonales e importadores que proveen de dinero y mercadería a los resistentes "toldos azules" del sector.
La mañana del pasado 30 de julio, un día después de que Carabineros y personal de Seguridad Pública de la Municipalidad de Santiago tomaran control de algunas de las calles del barrio Meiggs, en la comuna de Santiago, el ánimo entre el organizado caos de vendedores ambulantes y “toldos azules” -que han dominado el sector por años- era de nerviosismo.
Justo en la esquina de Enrique Meiggs con Salvador Sanfuentes, y mientras los guardias municipales soldaban gruesas barras de fierro a la reja que les permitiría mantener despejado el inusual oasis creado por la intervención, uno de los históricos ambulantes del sector volvía a instalar las mesas plegables y los manteles sobre los que, dice, desde hace 40 años vende ropa, calcetines y pijamas.
“El problema aquí no somos nosotros, que llevamos más años. El problema son los nuevos, que llegaron después de la pandemia”, dice el hombre que, en los casi tres metros cuadrados de lo que afirma es “mi espacio”, trabaja con su esposa y otras dos vendedoras.
Juntos, relata, crearon uno de los varios sindicatos de comerciantes ambulantes del sector, con la esquiva esperanza de que les entreguen algún permiso temporal, conocido como “precario”: los que muchas veces, luego, son subdivididos y subarrendados por más de $ 1 millón mensual.
En su mesa, imitaciones de marcas deportivas de pantalones, poleras y calcetines son su producto principal. “Pero para qué nos vamos a andar engañando. Si yo tengo que comer”, responde sobre las falsificaciones. “Aquí todos tenemos que sobrevivir. A mí un banco no me va a prestar plata, y yo para pararme tengo que comprar mercadería. Para eso hay harta gente acá que te presta plata, eso es normal”, agrega el hombre, junto con mostrar las agrietadas palmas de sus manos como señal de “trabajo duro”, según dice.
La realidad de los “prestamistas informales” en el barrio comercial -que salió a la luz abruptamente con el asesinato de José Felipe Reyes Ossa, autodenominado como el “Rey de Meiggs”- es conocida de sobra por todos los eslabones que participan y saben tanto del comercio ilegal como del establecido. Ambulantes, locatarios, fiscales, policías y gremios reconocen su silenciosa presencia.
“Los prestamistas informales nunca han dejado de existir en Chile. Pero lo que caracteriza ahora a estos prestamistas como el ‘gota a gota’ o a los que usan la fuerza para cobrar en barrios comerciales, es que ellos están operando en un mercado informal, con personas que, por lo general, ejercen actividades ilícitas”, reconoce Adolfo Numi, presidente de la Asociación para el Desarrollo del Barrio Meiggs.
El caso del “Rey de Meiggs”, quien según su propia familia comenzó a trabajar como “toldero” en el barrio, para terminar estableciéndose como uno de los mayores prestamistas del sector, no es el único. Mahesh Kumar Makhijani, comerciante indio asesinado en 2018, y Domingo Jalil Allel, importador chileno que traficaba fuegos artificiales y facilitaba dineros a Marco Antonio López -más conocido como “Parived”- para comprar relojes y joyas robadas, están entre los prestamistas del hoy convulso barrio.
Los financistas de los “toldos azules”
“Quiero señalar que los préstamos entre José Felipe y Wilson venían con fecha de al menos el año 2020”, dijo en su declaración ante el Ministerio Público la pareja de José Reyes en la investigación por el homicidio, donde hoy está formalizado y en prisión su amigo Wilson Verdugo Díaz (56), dueño del restaurante “La Vaquita Sabrosa”.
Un negocio en el que, según declararon miembros de su familia, Reyes “ganaba mucho dinero con estos préstamos, producto de los intereses”, que llegaban al 10% mensual. Una de esas deudas fue la asumida por Verdugo, quien, según los registros del cuaderno en el que el mismo Reyes anotaba los préstamos de sus clientes, adeudaba un capital de $ 1.034 millones, más de US$ 80 mil. Tesis que es rebatida por la defensa de Verdugo.
Más allá del monto real de la deuda, sobre lo que aún persisten dudas es cómo José Felipe Reyes logró amasar un patrimonio de miles de millones de pesos para dar préstamos de esa magnitud. Una familiar contactada por La Tercera aseguró que todo se debería simplemente a sus habilidades comerciales.
“Lo único que puedo decir yo es que a nosotros ya nos tienen chatos con que Felipe se hizo rico porque era narcotraficante. Se hizo rico por inteligente. Tú le pasabas una piedra y el Felipe te la vendía”, dijo la mujer. “En todos lados funciona así, porque hay mucha gente a la que los bancos no le prestan plata. Si cada uno pide plata porque uno quiere, él no ponía un cuchillo o una pistola para que les dijera ya, yo te presto plata”, agregó.
Efectivamente, su hoja de vida estaba totalmente limpia, salvo por dos hechos.
El primero de ellos, una detención por conducir en estado de ebriedad -con 1,41 gramos de alcohol en la sangre- en pleno centro de Viña del Mar, el 23 de mayo de 2009. En el proceso, Reyes se identificó como “comerciante”, con domicilio en la calle Bascuñán Guerrero, en pleno barrio Meiggs. Por no presentarse ante la justicia fue declarado en rebeldía y detenido nuevamente en julio de 2014.
El segundo, otra aprehensión por “incitar a desórdenes públicos” el 1 de marzo de 2010 en la Ciudad Jardín.
Quienes conocieron a Reyes aseguran que nunca creó empresas ni sociedades comerciales formales y que, desde esa posición, habría comenzado como un simple vendedor para luego dedicarse a abastecer al por mayor al floreciente comercio ambulante de la zona. “Hoy tú no puedes entender a los prestamistas de Meiggs sin considerarlos como un engranaje del comercio ilícito del barrio. Son ellos los que financian, ya sea con dinero o con crédito en mercadería, a los toldos azules”, relata un conocedor de la investigación.
Parte de ese engranaje, explican las mismas fuentes, estaría en el rol que cumplen empresarios formales chilenos y extranjeros, quienes operan, ya sea como importadores y bodegueros de productos -muchos de ellos de contrabando o falsificados-, o incluso como “socios capitalistas” que ponen a “trabajar” sus dineros mediante sujetos como José Felipe Reyes.
Socios capitalistas
Uno de estos “financistas” del préstamo informal habría sido el comerciante indio Mahesh Kumar Makhijani (44), quien, según dio a conocer Reportajes T13, fue asesinado con cuatro balazos la noche del 17 de agosto de 2018, tras dejar su vehículo en la intersección de las calles Sazié con Av. España, a un par de cuadras del barrio Meiggs. Esa misma noche, los dos sujetos que a bordo de una moto habrían huido tras los disparos -uno de ellos menor de edad- fueron detenidos.
“Los querellados no mantenían relación alguna con la víctima y tampoco le eran conocidos, no habían tenido rencillas anteriores con él y no existía ningún móvil conocido para realizarlo, ya que no le fueron sustraídas especies que mantuviera en su poder, lo que hace presumir fundadamente que los autores del homicidio pudieron haber sido comisionados por terceros -aún desconocidos- para cometer el delito”, acusó la familia de Kumar en una acción judicial.
Cercanos al comerciante indio relatan que su historia -y la fortuna de casi US$ 20 millones que dejó al morir- comenzó en Sudamérica, cuando a los 22 años llegó a Punta del Este, Uruguay, donde se convirtió en asistente de un acaudalado hombre de negocios de la India. Luego, se trasladó a la ciudad de Iquique, en la Región de Tarapacá, para representar los intereses de su jefe en Chile.
“Hablaba cuatro idiomas y seguía los modales británicos. Con el tiempo se convirtió en importador de contenedores con productos de la India, que vendía a comerciantes bajo la garantía de decenas de cheques. Le fue tan bien que llegó a tener más de 80 propiedades, muchas de ellas en el mismo barrio Meiggs”, asegura uno de sus amigos.
Ese fulminante ascenso, agrega el hombre, le valió también varias rencillas. Una de ellas, haber sido formalizado en 2017 por -supuestamente- mandar a incendiar con bombas molotov una de sus propiedades ubicada en calle San Alfonso, para así sacar a sus ocupantes. “Luego de cerrada la investigación y analizados los antecedentes, consideramos que, si bien existían pruebas y presunciones que vinculaban en los hechos al imputado, las mismas no eran suficientemente contundentes para fundar una acusación y posterior condena”, concluyó la Fiscalía, por lo que fue sobreseído.
Fue en su funeral, explican cercanos a Kumar, que se comenzó a conocer parte de la “doble vida” que en varios aspectos mantenía. “Ahí empezamos a escuchar que una de las teorías del asesinato era la usura: que daba préstamos y que alguien pudo haberlo matado por deudas millonarias o simplemente para tratar de quedarse con parte de su fortuna”, agrega otro amigo.
De acuerdo a lo informado por Reportajes T13, entre las personas que habrían mantenido deudas con Kumar al momento de su muerte estaban, justamente, Wilson Verdugo Díaz y José Felipe Reyes Ossa, el “Rey de Meiggs”. La investigación por su asesinato fue sobreseída sin responsables en mayo pasado. Mientras que su fortuna hoy es objeto de disputas y querellas por un presunto fraude cometido desde la India.
“El sultán del artificio”
Para Adolfo Numi, presidente de la Asociación para el Desarrollo del Barrio Meiggs, un cálculo es claro: “Los que piden plata prestada en el barrio o están muy desesperados por una emergencia o derechamente ejercen actividades ilícitas. Porque, además, usted tiene que preguntarse una cosa: ¿Qué negocio le permite a usted pagar un interés de un 10% en un solo mes?”, sostiene.
Cuando se pregunta en el sector por ejemplos de prestamistas informales, además de José Felipe Reyes y Mahesh Kumar, otro nombre sale inmediatamente de la boca de los comerciantes del barrio: Domingo Jalil Allel (65). Un hombre que, según han dado cuenta las investigaciones en su contra, incluso se dio el lujo de tener en su bolsillo a varios funcionarios de la Policía de Investigaciones que le adelantaron -con lujo de detalles- cómo y por qué estaba siendo investigado.
Así al menos quedó de manifiesto en decenas de escuchas telefónicas del denominado Caso Relojes, investigación en la que se develó una red de importación y compraventa de relojes de lujo y joyas que eran robadas en el extranjero.
“Dominguito, discúlpame (...). ¿Qué necesitas”, le preguntó en una de las interceptaciones Marco Antonio López, conocido como Parived, a Domingo Jalil. “Pero si tienes dos cheques malos ya”, le respondió Jalil sobre una de las decenas de documentos bancarios -algunos de ellos de su expareja, la animadora de televisión Tonka Tomicic- con los que Parived garantizaba los préstamos del comerciante para comprar las especies. “Seguramente salió el último malo porque no tenía fondos, Domingo”, finalizó en la llamada López.
En la indagatoria, donde la Fiscalía ya presentó acusación para ir a juicio oral, Jalil es sindicado como el principal financista e intermediario de las operaciones. En el caso, el Servicio de Impuestos Internos informó que entre julio de 2017 y mayo de 2021, el comerciante “no registra actividades afectas al pago de impuestos vigentes, ni consigna documentos tributarios”. Pese a ello, se logró establecer que sus ingresos en el periodo investigado alcanzaron los $ 21 mil millones, por lo que también se le imputa lavado de activos.
En la historia de Domingo Jalil, además de querellas por contrabando, delitos tributarios e importación de productos falsificados, también destaca la arista que le dio su último apodo: “El sultán del artificio”.
Se trata de una investigación en la que está acusado de ser el líder de una organización dedicada a importar, almacenar y vender fuegos artificiales. La Fiscalía pidió una pena de 18 años de prisión en su contra por los delitos de asociación ilícita, tráfico de fuegos artificiales y lavado de activos, caso que comenzó su preparación del juicio oral el miércoles 13 de agosto.
Para estudiar y medir -entre otros- estos fenómenos, así como recopilar información sobre los cobros extorsivos que realizan los prestamistas, la Cámara Nacional de Comercio creó el Observatorio de Comercio Ilícito y Seguridad.
Su coordinador, Sergio Morales, asegura que “sabemos que es una industria ilegal y nos preocupa. Hemos tenido reuniones con la Unidad de Análisis Financiero (UAF), porque lo que queremos saber es la cantidad de dinero que ellos están recaudando por medio del crédito informal y cómo luego están haciendo ingresar esos dineros al sistema formal”.
Parte de esta información ha sido recopilada también por la Oficina de Crimen Organizado del Servicio de Impuestos Internos (SII), quienes a mediados de julio comunicaron que se había detectado a 70 posibles proveedores del comercio informal, los que en su conjunto estarían evadiendo impuestos por alrededor de $ 9 mil millones.
La Tercera pudo confirmar que la semana antepasada el SII presentó formalmente una denuncia penal reservada ante la Fiscalía Centro Norte, lo que los habilita para iniciar una investigación por los millonarios delitos tributarios en el barrio.
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