Política

Se tensiona el juego de tronos por el control de las cámaras del Congreso

A diez semanas del inicio de un nuevo período parlamentario, la competencia y las negociaciones ya partieron. Sin embargo, las tratativas para la presidencia del Senado se entramparon, mientras, en la Cámara, la UDI frenó la pretensión republicana de presidir esa corporación y la diputada Jiles se alzó como amenaza al futuro oficialismo.

Manuel José Ossandón, Paulina Núñez, Jorge Alessandri, Pamela Jiles, Agustín Romero y Juan Irarrázaval.

A partir del 11 marzo de 2026 quienes ejerzan de presidentes de la Cámara y el Senado tendrán un incentivo adicional.

De acuerdo, a la resolución de septiembre de 2024, acordada por la Comisión para la Fijación de Remuneraciones (organismo autónomo creado en 2020 para regular los sueldos de autoridades en medio del estallido social), los titulares y los vicepresidentes de ambas ramas del Congreso tendrán una dieta bruta de $ 8.451.330, a diferencia de los $ 7.642.942 que recibirán los otros parlamentarios. Sin embargo, no son necesariamente esas condiciones remunerativas las que despiertan las aspiraciones de todos los legisladores.

A diez semanas del inicio de un nuevo período parlamentario, la carrera ya partió, lo que ha dado paso a fricciones entre partidos aliados e, incluso, en una misma colectividad.

De hecho, a pesar de que no se ha abordado el tema formalmente en la bancada, hay una soterrada tensión en Renovación Nacional por quién será la carta para liderar el Senado y, paralelamente, se desató una pugna entre el presidente de la Cámara Alta, Manuel José Ossandón (RN), y la bancada socialista, que podría echar por tierra los acercamientos para generar una mesa de unidad.

En la Cámara Baja, en tanto, la UDI puso reparos a las pretensiones del Partido Republicano de liderar esa rama del Congreso, lo que abrió chances a la amenazante candidatura de la diputada Pamela Jiles (PDG), quien -a pesar de haber sido una dura adversaria del gobierno del Presidente Gabriel Boric- hoy está siendo levantada por los propios parlamentarios de izquierda con un pragmatismo inesperado.

Lucimiento

Históricamente, las presidencias del Senado y la Cámara han sido vistas como tronos codiciados por sus mayores poderes constitucionales y reglamentarios, por los recursos adicionales para contratación de asesores y, sobre todo, por el consiguiente lucimiento institucional.

El titular del Senado, por ejemplo, se convierte en la segunda autoridad de la República, mientras que el presidente de la Cámara pasa a ser la cuarta dignidad del Estado después del representante de la Corte Suprema. Para muchos parlamentarios, ambas investiduras son la cúspide de una carrera política.

Además, si bien cada año suele haber una rotación en las testeras, quienes asuman las jefaturas de ambas corporaciones en el primer año del período parlamentario (en este caso, entre marzo de 2026 y marzo de 2027) adquirirán un poder especial, pues definirán la integración de las comisiones legislativas que son cruciales para fijar el ritmo de tramitación de leyes.

Contienda en el Senado

Dado que Renovación Nacional seguirá siendo la bancada más grande del Senado (con ocho integrantes), hay una prelación natural para que un militante de esta tienda continúe a la cabeza de la corporación.

Al menos hace dos semanas atrás, la alternativa que tenía más fuerza era que Ossandón (RN) siguiera en la presidencia, en base a un acuerdo transversal. Aunque su continuidad no es automática, ya que obligatoriamente el 11 de marzo los senadores deben elegir una nueva mesa directiva.

Incluso, desde el entorno del presidente electo, José Antonio Kast, veían con interés que el actual titular del Senado asumiera un papel de garante del clima legislativo para su primer año de mandato, dado el perfil colaborativo que ha desempeñado con el gobierno de Boric.

La UDI, que solo tendrá cinco senadores, por ahora, no tiene previsto impugnar la preferencia de RN para liderar la Cámara Alta, aun cuando ello implique extender a tres años la hegemonía de sus aliados históricos, que desde que fue elegido José García (RN) como presidente del Senado, en marzo de 2024, han estado al mando de la testera.

No obstante, la senadora Paulina Núñez (RN) salió al camino de Ossandón y también es una carta para el cargo. El problema de la legisladora de Antofagasta es que también está mirando la posibilidad de competir por la presidencia de Renovación Nacional. Si bien ambos roles no son incompatibles, podría darse la eventualidad de un conflicto entre los intereses del partido y los de la corporación.

Molestia PS

Por tal razón, Ossandón seguía corriendo como favorito, pero sus chances se complicaron debido a la molestia que despertó en el PS su decisión de dejar sin efecto el concurso público de jefe de comunicaciones del Senado, donde un profesional socialista estaba dentro de la terna ganadora.

En represalia, los senadores socialistas -que fueron un pilar en el triunfo que le dio la presidencia a Ossandón en marzo de 2025- veladamente han advertido que no le darían nuevamente su respaldo.

Aquella amenaza, hasta ahora, dejó al borde del fracaso las conversaciones de senadores de RN, de la UDI, del PS y del PPD de generar un pacto de gobernabilidad que integre a todos los sectores y permita una alternancia equitativa en la presidencia de la Cámara Alta y en las comisiones.

Incluso, algunos senadores de la actual oposición sostienen que, si persiste el veto a Ossandón, podrían buscar una nueva mayoría con legisladores independientes y simplemente “pasar máquina”, según la jerga política. Ello dejaría a la centroizquierda marginada de los principales espacios de poder y enturbiaría todo el clima en la corporación.

Para sortear este nudo, una salida podría ser aplazar el turno de RN y que la UDI asuma la posta en la presidencia con alguno de sus senadores, como Javier Macaya o Iván Moreira.

Otra fórmula sería que la testera quede en manos de un senador de centroizquierda. El problema de ello es que la lista de aspirantes es incluso más extensa. Los senadores Pedro Araya (PPD), Ximena Órdenes (ind. PPD), Paulina Vodanovic (PS), Alfonso de Urresti (PS), Gastón Saavedra (PS), Juan Luis Castro (PS) y Fidel Espinoza (PS) son algunas cartas.

Exigencia UDI

En la Cámara, el cuadro se complicó por las exigencias que están poniendo algunas colectividades y legisladores de la misma derecha.

En principio, el Partido Republicano, que logró elegir 31 diputados, tenía cierta preferencia para comenzar presidiendo la Cámara. El problema es que en esta tienda surgieron dos aspirantes: Agustín Romero y Juan Irarrázaval.

No obstante, la UDI, la segunda bancada más grande de la derecha, con 18 escaños, cuya carta para encabezar la corporación es el diputado Jorge Alessandri, planteó un criterio de equilibrio y, en vista de que el futuro Presidente de la República tiene militancia republicana, exigió que alguna de las ramas del Poder Legislativo quedara en manos de la colectividad madre del gremialismo.

RN, en tanto, que solo alcanzó 13 representantes en la Cámara Baja, está a la espera de su oportunidad, ya que en caso de que el Senado quede en manos de la UDI, también podrían exigir que la otra corporación, a modo compensatorio, sea para Renovación, cuyos candidatos naturales -por peso electoral y años en el Parlamento- son Diego Schalper y Ximena Ossandón.

A pesar de que las fuerzas que apoyaron a Kast en la segunda vuelta sumaron 76 diputados y quedaron a dos votos de lograr la mayoría de la corporación, todo este ruido genera un riesgo cierto de que la futura oposición aproveche las divagaciones de la derecha y se apodere de la Cámara.

Jiles en carrera

Precisamente ello llevó a las bancadas de izquierda a renunciar a sus aspiraciones y plantearle a la diputada Jiles que se transforme en la abanderada de la futura oposición para liderar la Cámara, luego de que ella adelantara que le iba a “hacer la vida imposible” a un gobierno de Kast

Sorpresivamente, la idea surgió del propio Frente Amplio, a pesar de que la legisladora fue especialmente crítica de ese colectivo en el que ella participó en el pasado. Incluso, hay quienes le atribuyen la idea al diputado Gonzalo Winter (FA).

A pesar del carácter excéntrico de la estrategia, tímidamente varios legisladores se han sumado a la idea, ya que hipotéticamente los 14 diputados del PDG más los 64 legisladores que hoy son aliados del gobierno suman los 78 votos necesarios para tomar el control de la corporación.

Sin embargo, la derecha está apostando a un acuerdo con los diputados Jaime Mulet (Frevs), René Alinco (ind. Frevs) y Carlos Bianchi (independiente) para lograr la mayoría. Aquel plan, sin embargo, no resuelve la disputa respecto de cuál tienda comenzará presidiendo la Cámara Baja en el primer año del gobierno de Kast.

Ante esa encrucijada, el comité negociador de la derecha -que encabeza el actual presidente de la Cámara, José Miguel Castro (RN), junto a los diputados Benjamín Moreno (republicano), Jorge Alessandri (UDI) y Cristóbal Urruticoechea (libertario)- acordó encapsular y postergar esa disputa para concentrarse en la búsqueda de votos que permitan darle a la derecha el control de esta rama del Congreso.

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