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La revolución de Timochenko: de la guerra a la paz en Colombia

Calificado como un hombre de ideas y convicciones, el máximo líder de la ex guerrilla más popular de la región, Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), anunció su candidatura a la Casa de Nariño a través del nuevo partido político que utiliza el mismo acrónimo. Rodrigo Londoño o Timochenko bajó las armas y se transformó en "el último guerrillero".

El nombre Rodrigo Londoño puede para muchos no hacer referencia a ningún personaje público o figura destacada a nivel internacional. Pero sin duda alguna, todo cambia a la hora de llamarlo Timoleón Jiménez, o Timochenko, los apodos de guerra del máximo líder de la ahora ex guerrilla más popular de América Latina: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Conocido por ser un comprometido rebelde, nació el 22 de enero de 1959 (en plena época de la revolución cubana) y es oriundo de la Tebaida, Quindío, al centro-oeste de Colombia. De esa región surgieron muchos líderes guerrilleros, incluyendo el fundador de las FARC, Manuel Marulanda Vélez.

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Lo anterior, responde a una de las principales características del grupo, que a diferencia de otros no fue creado por intelectuales, sino que surgió como una entidad campesina en rebelión.

Calificado como un hombre de ideas y convicciones, Timochenko se transformó en el puente entre la primera y la segunda generación del grupo guerrillero. Su persona resume perfectamente los escenarios de guerra, política y paz. No se reconoce públicamente como un intelectual y a pesar de ser apodado "el médico", nunca estudió medicina. Por ser de la zona agraria, se formó y aprendió de salud en la misma Fuerza. Rompiendo con el esquema de nuevos académicos y estudiantes como Alfonso Cano, quien sucedió a Marulanda.

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Durante su adolescencia fue un activista de tomo y lomo, y sin haber terminado el segundo año de bachillerato, decidió unirse a las filas de lo que jamás pensó llegar a dirigir.

"Cuando él tomó la decisión de ir a la guerrilla tuvimos una larga conversación en la que yo trataba de persuadirlo para que no fuera por ese camino y él trataba de explicarme que ya no había marcha atrás y que debía irme con él, cosa que no acepté. Entonces fue el punto cúlmine de una amistad de jóvenes", comenta a PULSO el periodista y autor del libro "Timochenko: el último guerrillero", Jorge Rojas.

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El escritor y el líder de las FARC se conocieron durante su juventud mientras militaban para el Partido Comunista, tiempo en el que compartieron una habitación en la casa del municipio, en la que en más de una oportunidad discutieron sobre cambiar el mundo. "En esa época, como en Chile, se analizaba si la vía para hacer una revolución era la armada o la electoral", indica Rojas y agrega: "el punto de ruptura entre Rodrigo y yo fue cuando me dijo que él no iba a pintar paredes y vender periódicos, porque pensaba que así no se hacía ninguna revolución. No lo volví a ver nunca más", cuenta.

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Cuatro décadas más tarde los viejos compañeros de secundaria retomaron el diálogo en La Habana (al igual que el Gobierno de Colombia y las FARC). "Después surgió la idea mía de hacer el libro", señala Rojas.

Siempre fue un militante revolucionario, guerrillero, muy disciplinado y adscrito a las órdenes que se le daban, actitudes que durante largo tiempo lo llevaron a empuñar las armas. Logró formar una carrera temprana en la guerrilla, porque a sus 28 años pasó a ser miembro del secretariado de las FARC, siendo el más joven en llegar a la dirección del organismo y desde entonces se ha mantenido en la cúpula.

Una larga confrontación

Cumplió algunas labores de paz en el gobierno de Belisario Betancur, hasta la llegada de Juan Manuel Santos, cuando luego de la muerte de Cano en 2011, lo designaron máximo jefe y decidió seguir adelante con las negociaciones secretas. "Estuvo siempre en la acción militar, pero también desarrollando una acción política en función de la paz", dice Rojas.

Desde la otra vereda, el ex presidente Andrés Pastrana, quien encauzó el fallido proceso de paz de El Caguán (1998-2002), asegura que nunca tuvo la oportunidad de conocer en persona a Timochenko y cuenta que en esos momentos él no era un hombre que tuviera mucho peso en la guerrilla. "Cuando rompimos el proceso, comenzamos a darnos cuenta de que las FARC estaba en el negocio de la droga", comenta.

Hace un tiempo Pastrana solicitó un encuentro con el líder de las FARC, pero nunca se concretó, y hoy advierte por su carrera presidencial y lo califica como un narcocandidato. "Es el jefe del cartel de las drogas más grande del mundo", critica.

Rojas cuenta que en las conversaciones del libro le preguntó a Timochenko si estaba dispuesto a ser candidato presidencial y él no le dio una respuesta clara, "yo solo escribí que si esa fuera la decisión de su organización, él se pondría al frente y esas palabras resultaron proféticas", manifiesta.

Las FARC decidió reafirmar su identidad política con el nombre histórico que genera tanto rechazo en la sociedad colombiana, como una manera de decir que no se rinden y siguen en la lucha, y poner así a su máximo jefe como candidato presidencial, no es más que reafirmar esa identidad y generar un ambiente desafiante a una sociedad que ha cuestionado la lucha armada. "Ese desafío va a generar un debate político que ya está en marcha, porque no hay nadie que suscite más polémica", expresa Rojas.

La decisión de llegar a un acuerdo no fue fácil, porque las FARC habían sufrido golpes militares contundentes durante los gobiernos de Álvaro Uribe y de Santos, porque parecían invencibles militarmente. Hasta hoy, la paz no ha terminado de implementarse, pero desde el Pacto de la Uribe, el Diálogo Nacional, Tlaxcala y El Caguán, para terminar en la firma en el Teatro Colón, Timochenko dio un paso que parecía imposible.

Hoy, el cuestionado líder se ve reposado y pausado al hablar, según el académico de la Georgetown University y autor de varios títulos relacionados con el grupo colombiano, Marc Chernick, para quien su historia resume los ires y venires del conflicto armado más extenso de la región. "Es difícil definir el contexto de triunfo para las FARC", comenta y concluye que "la idea de transformar una lucha armada a una competencia política Timochenko la ha manejado muy bien. Ahora hay que ver si puede llevar el partido y si va a tener éxito o no".

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