Bochincheros, Rafaela Carrá y el penal de Caszley: así era Chile el 82, el año de la última gran crisis económica

Hace 38 años el país atravesó una de las peores crísis económicas del siglo XX. Proceso que se suele comparar con el actual, pero que presenta importantes matices, detallan expertos.


Fue el año del estreno de películas como E.T. Pero la ciencia ficción del director Steven Spielberg no era lo único. Blade Runner, Gandhi y Rocky III, eran otras de las cintas que llegaron a las salas de cine en el mundo en 1982.

El año en que Michael Jackson lanzó su hoy famoso álbum Thriller. El mismo en que Argentina invade las Islas Malvinas, para luego entrar en una guerra con Reino Unido.

En 1982 se estrenó E.T., pelicula de ciencia ficción del director Steven Spielberg.

Primeros años de los 80 cuando la moda aún estaba influenciada por los setenta. Predominaban colores como marrones y naranja, “apagados” si se comparan con la explosión cromática y de diseño que se vería al avanzar la década. Época en que vestirse al estilo de jugador de tenis, con cintillos y pañuelos en el pelo, como lució el cantante español Miguel Bosé ese año en Viña del Mar, era la moda.

Hace 38 años la televisión chilena transmitiría los últimos capítulos del programa infantil Los Bochincheros (que se vio entre 1976 y 1982 en el Canal 9 de la U. de Chile, hoy Chilevisión), que hizo famosas canciones como La Colita es Mía, Eco, Hola Don Pepito, Hola Don José, entre otras. Meses del segundo año de transmisiones del primer programa de videoclips en Chile: Magnetoscopio Musical.

Su segundo año de transmisiones tenía en 1982 el primer programa de videoclips en Chile, Magnetoscopio Musical.

El año 1982 tuvo un verano marcado por el Festival de Viña del Mar, que por primera vez tenía el título de Reina del Festival, que logró la cantante italiana en el peak de su carrera, Raffaella Carrà, y que contó con la polémica participación del grupo inglés The Police, una de las principales bandas mundiales en ese momento.

Distinto sería el invierno. Un histórico temporal, entre el 25 al 28 de junio, produjo intensas precipitaciones en cinco regiones y afectó a más seis millones de personas. Evento que produjo el desborde de las aguas del río Mapocho en Santiago, que se graficó en la caída de un Austin Mini blanco, el 28 de junio. Pero la mayoría de la población lo apreció en blanco y negro: menos de un tercio de los hogares chilenos contaba con televisor en colores, indica el Censo de ese mismo año.

Ese año en el Festival de Viña del Mar que por primera vez tenía el título de Reina del Festival, que logró la cantante italiana en el peak de su carrera, Raffaella Carrà.

Pero también fueron tiempos de recesión económica mundial. Y Chile no fue la excepción. La caída de la producción en más de 13% y un desempleo superior al 26%, marcarían el inicio de unas de las peores crisis económicas del siglo XX.

Crisis y penal

Junto a la crisis económica, también había una social. “Las analogías futbolísticas son pésimas, pero una excepción a la regla podría ser, en este caso, rememorar el penal perdido en el Mundial de España de 1982 (el del rebelde Carlos Caszely)”, señala sobre el ánimo de esos meses, Miguel Urrutia, académico de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile.

El penal y la participación de Chile en la Copa Mundial de Fútbol que tuvo a Naranjito, una naranja con el uniforme de la selección española y con un balón bajo el brazo izquierdo, como mascota, se inscribe dentro de un contexto, agrega Rodrigo Figueroa, sociólogo y profesor de Sociología de la U. de Chile, quien estudia la relación entre fútbol y sociedad. A fines de 1981 se habían intervenido bancos y lo mismo ocurrió antes del inicio del Mundial. “Vivimos en un escenario dictatorial, y había un sentido de oscuridad, miedo y angustia por una crisis económica brutal”, destaca.

El 17 de junio de 1982, Figueroa comenta que vio ese penal por la televisión, junto con sus compañeros en la sala de clase. “Y así miles de jóvenes y niños, ese día en la mañana”, indica.

17 de junio de 1982, día que Carlos Caszely pierde el penal ante Austria, en la Copa Mundial de Fútbol en España.

La jugada Carlos Caszely en el debut ante Austria, fue una proyección de lo que pasaba en la sociedad. También un golpe de realidad, dice Figueroa. “Marcó, en parte, el inicio de un proceso más determinante, el verdadero partido de las generaciones de jóvenes en aquella época, luchar por el retorno a la democracia. Años después Caszely, de cara al plebiscito, marcaría su mejor penal al intervenir en la franja electoral”.

Matías Petersen, investigador del Centro de Estudios e Investigación Social Signos de la Universidad de los Andes, dice que en materia económica los años previos estuvieron marcados por reformas estructurales diseñadas por los llamados Chicago boys, “privatización de empresas previamente expropiadas, liberalización de controles de precios existentes, reducción de aranceles a la exportación, tipo de cambio único, etc.”.

En materia política, la constitución diseñada por la comisión Ortúzar había entrado recientemente en vigencia, “pero el régimen seguía atravesado por conflictos internos y los niveles de represión política eran considerables”, dice el investigador de la U. Andes.

Pero llegó la crisis. “La crisis fue muy profunda, la peor que había enfrentado la economía chilena desde la Gran Depresión del 29”, dice Petersen. Solo para tener una referencia, agrega, el promedio anual de quiebras en la segunda mitad de los años setenta fue de 277; en 1982 fue de 810. “Quienes más sintieron los efectos de la crisis fueron, como siempre, los sectores más vulnerables”.

Ese año, agrega Urrutia, sin pretender plagiar el famoso título Byung-Chul, filósofo y ensayista surcoreano, se inauguró en Chile la sociedad del agotamiento. “La dictadura había conseguido que dos Premios Nobel de economía hablaran del ‘milagro’ chileno a partir de 1977. Pero todo ello se derrumbó con la recesión mundial del 82. Fue entonces una sociedad en la que se agotó el corto milagro económico y la corta idea de un autoritarismo constitucional. Lo interesante fue que la población hizo del agotamiento un dispositivo en contra del miedo extremo”.

Los 80, la década de la última gran crisis económica

En 1982, Chile contaba con 11.329.736 millones de habitantes. La esperanza de vida al nacer, según el Censo de ese mismo año era de 72,4 años para ambos sexos. En el caso de hombres era de 68,9 años y para las mujeres era de 76 años.

La familia vivía transformaciones radicales, destaca Francisco del Campo Coordinador académico de la Escuela de Sociología de la Universidad Diego Portales, producto del impacto de cambios como el nacimiento de las administradoras de fondo de pensiones (AFP), los seguros de salud, “que irán configurando un nuevo tipo de familia, como la que se muestra en la serie Los 80”, ejemplifica.

No es casual que la serie de televisión se sitúe en 1982 como punto de inicio, para relatar las vivencias de una familia santiaguina de clase media típica de esos años.

José Olavarría, doctor en Ciencias Sociales y académico de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, investigador sobre transformaciones de la familia en Chile, aclara que determinar características demográficas detalladas es un aspecto complejo para ese momento. Explica que “en la década de los 80, no había aún encuesta Casen, y los Censos no desagregaban información como comenzaron a hacerlo desde los 90”.

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La serie "Los 80" sitúa a 1982 como punto de inicio para relatar las vivencias de una familia santiaguina de clase media típica de esos años.

Sin embargo, dos procesos anteriores dice Olavarría, tuvieron efectos en la configuración familiar: las privatizaciones de las empresas del Estado que, previó a ellos, habían reducidas en sus plantas para que fueran atractivas a los futuros compradores; así como la reducción del tamaño del Estado.

Ambos implicaron un significativo crecimiento de la cesantía. “Ello acompañado de la suspensión del libro I del Código del trabajo, sobre contrato de trabajo; la creación de la AFP y la privatización de la salud, junto con las modernizaciones, significó un gran cóctel que afectó fuertemente la sustentabilidad de los hogares y núcleos familiares”, dice Olavarría.

Como resultado, fue cada vez más creciente el número de mujeres que comenzó a trabajar, “en trabajos muy precarios, para compensar la carencia de ingresos del jefe de hogar”, detalla Olavarría. La tasa de participación laboral femenina fue de 22,3% en 1982 y en 1970, era de 20%.

¿Comparables?

Claudio Barrientos, académico de la Escuela de Historia de la Universidad Diego Portales, destaca que hoy ha sido fuerte la comparación entre la crisis de 1982 con la actual. Pero, aclara, son muy distintas. “Chile venia saliendo de un auge económico luego de la burbuja financiera producto de mantener el dólar a 31 pesos, que impulsó el consumo, pero no el capital. Entonces previo al 82 había una sensación de bienestar, por eso en ese momento la crisis fue tan traumática”.

La diferencia con el 2020, es que hay alternativas y debate, resalta Barrientos, “es posible que las demandas de la gente y formas de movilización social intervengan en las políticas públicas sociales, hay opción de generar demandas, la crisis está en un escenario distinto y para mejor”.

Portada del diario La Tercera del 26 de agosto de 1982. Foto: ARCHIVO HISTORICO CEDOC.

A la hora de comparar hay tener presente, añade Petersen, que la crisis del año 82 se debió principalmente a factores financieros y cambiarios. “La crisis actual se explica en parte por la pandemia, y en parte por la crisis social de octubre, la que tiene raíces eminentemente políticas. Además, la posibilidad de una reactivación parece ser menos cuesta arriba de lo que fue en el año 82”.

Hoy la posibilidad de una reactivación va a depender del clima político, resalta Petersen. “En lo personal, me preocupa mucho más el clima político que la crisis económica. No es que la crisis no sea profunda (lo es), pero la posibilidad de una reactivación depende de acuerdos políticos amplios, y eso, lamentablemente, no lo podemos dar por sentado”.

Hay varias cosas que considerar respecto a las diferencias y similitudes, “podemos señalar que era una época en que esa crisis que se vivió profundamente tuvo que vivirse en el miedo, las posibilidades de protestar o manifestarse eran por cierto nulas a diferencia de hoy en día en que la protesta se expresa. A ratos se tiende a igualar, sin atender a los matices obvios”, aclara Del Campo.

Portada diario La Tercera de 28 de agosto de 1982. Foto: ARCHIVO HISTORICO CEDOC.

Chile cuenta con más recursos. “Desde los gobiernos de los 90 en adelante fueron responsables en tener recursos para enfrentar las crisis económicas de envergaduras, entendiendo que en los 80 era un país aislado, con pocas redes, pobre y pocos recursos para sobrellevar la crisis”, dice Del Campo.

En las similitudes, Del Campo resalta ambas crisis la viven con mayor crudeza sectores desprotegidos, “la recurrencia de ciertas prácticas tradicionales como las ollas comunes, que se instaló en los 80 y hoy en día de alguna forma u otra vemos, es parte de lo mismo”.

Portada del 4 de junio de 1982. Foto: ARCHIVO HISTORICO CEDOC.

Para Urrutia, así como la gran crisis de 1873 cerró el primer ciclo republicano de modernización socioeconómica basado en la exportación de comodities, lo mismo ocurrió con el segundo ciclo en 1929, y con el tercero en 1982. “Ahora en el 2020 se cierra un cuarto ciclo, no obstante, yo creo que puede ser incluso más profundo. No creo que se pueda salir fácilmente de la dependencia de los comoditties, pero creo que esta vez las mayorías disputarán el sentido que se confiera al intento”.

A diferencia de 1982, hoy se experimenta un ciclo distinto de modelo neoliberal. “Hay mayores alternativas para salir de la crisis. Donde sí hay una crisis, es en la forma de repensar la relación del Estado, el sistema económico y los ciudadanos, existe hoy una posibilidad importante de renegociar en función de una mayor protección social. Crisis van a venir, pero lo que no puede pasar es que nos vuelva a encontrar otra crisis en un estado de desprotección social como el actual”, subraya Barrientos.

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