Jazmina Barrera, escritora mexicana: “En toda la historia, muchas mujeres encontraron en el bordado una herramienta para subvertir la opresión”

04/10/2022 FOTOGRAFIAS LA ESCRITORA MEXICANA, JAZMINA BARRERA, AUTORA DE PUNTO DE CRUZ, MONTACERDOS, ALMADÍA. FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

La destacada autora estuvo de paso por nuestro país y habló con Culto a propósito de su reciente novela Punto de cruz, una historia de crecimiento de tres adolescentes cruzada por el bordado, publicada en coedición con las editoriales Almadía, de México, y Montacerdos, de Chile. Aquí, se explaya sobre su escritura, la novela, y la literatura mexicana reciente.


Lleva un solo día en suelo chileno, y pese al viaje, nos recibe con una cálida sonrisa. No es su primera vez aquí: en 2019 estuvo en la Cátedra Abierta en homenaje a Roberto Bolaño, de la Universidad Diego Portales, y en alguna visita anterior estuvo en el faro de Isla Magdalena, en Punta Arenas. Pero volvamos al presente. Tras su paso por el FILBA, de Buenos Aires, la escritora mexicana Jazmina Barrera hizo una parada en Chile. En tres días tuvo una intensa agenda, que incluyó un lanzamiento, una firma de libros y una visita a Valparaíso.

Barrera nos recibe en el luminoso Espacio Literario de Ñuñoa “Es muy lindo”, comenta. Cae la tarde en Santiago y en pocos minutos más estará presentando en Chile su novela Punto de cruz, que publican conjuntamente las editoriales Almadía, de México, y Montacerdos, en Chile. Se trata del cuarto libro de su trayectoria, en que ya ha publicado los ensayos Cuerpo extraño (2013), Cuaderno de faros (2017) y Linea nigra (2021).

04/10/2022 FOTOGRAFIAS LA ESCRITORA MEXICANA, JAZMINA BARRERA FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

Master en Escritura Creativa en Español de la Universidad de Nueva York, con el apoyo de la beca Fullbright, becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas, cónyuge del escritor nacional Alejandro Zambra, Barrera se encuentra apuntalada como uno de los nombres a considerar de las letras de su país. Algo no menor si consideramos que desde esas tierras han surgido nombres importantes como Valeria Luiselli, Daniel Saldaña París, Emiliano Monge, Juan Pablo Villalobos, Fernanda Melchor o Guadalupe Nettel.

Punto de cruz comienza con una dura noticia de entrada. A Mila le comunican que Citlali, una de sus amigas de infancia, acaba de morir. Ello la enfrenta a su pasado de golpe, y debe reencontrarse con Dalia, quien era la tercera del trío. No se habían visto. Así la trama literalmente va tejiéndose a retazos. La novela no está construida al modo tradicional, con capítulos. En sus casi 200 páginas, Barrera va alternando diferentes temporalidades de la historia de las amigas, su pasado, su presente, con trozos ensayísticos acerca del bordado y su historia. Como una especie de relato paralelo que ayuda al lector a comprender que lo que está leyendo es un tejido de palabras.

“Hace unos años me invitaron a un congreso de escritores jóvenes en San Luis Potosí. Ahí yo escribí un pequeño ensayo sobre costura, bordado y violencia de género en México, y siempre sentí que daba para más. Luego, empecé a escribir la historia de tres amigas. Al principio, estaba muy basada en mi propia experiencia, después eso se fue transformando y los personajes empezaron a tomar vida propia. Ahí empecé a investigar en los documentos que tenía de mi adolescencia: cartas, correos electrónicos, papelitos. Con ello me acordé de la importancia que había tenido el bordado en mi comunidad de amigas de esos años. Recordé este otro ensayo, lo empecé a reescribir, creció, y pensé que podía ser un epílogo, pero luego decidí que era mejor bordar los fragmentos del ensayo con la narración de la historia de las 3 amigas”, cuenta Barrera a Culto.

04/10/2022 FOTOGRAFIAS LA ESCRITORA MEXICANA, JAZMINA BARRERA FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

Ahí nació Punto de cruz. Como decíamos, una novela atípica. “Es cierto que he trabajado el fragmento en todos mis libros, pero acá tenía sentido por la sensación de estar cosiendo retazos. Como una especie de colcha, y siento que tiene que ver con la forma en cómo funciona la memoria, con pedazos de imágenes”. Es que para Jazmina, el tema de la memoria es relevante. “Casi el libro entero está hecho de los recuerdos de la protagonista”.

Esta novela va hilvanando diferentes tiempos y espacios, es más bien, un libro fragmentario y va recosiendo historias. La misma de Mila con Dalia que se vuelven a reencontrar, y hay una cierta distancia entre ambas. ¿Te interesó abordar la amistad entre mujeres de una manera menos idealizada?

Sí, era fundamental que la historia de amistad fuera el centro de esta novela. En particular, durante la adolescencia que es el momento donde pasas mucho tiempo con las mismas personas, que nuestra identidad se esta forjando y es tan importante todo lo que nos acompaña y todo con lo que nos identificamos: la música que escuchamos, la ropa que decidimos usar, y las personas que nos acompañan en ese camino. Así vamos forjando nuestra identidad. Para mí, en ese momento, los vínculos de amistad eran mucho más complejos, mucho más pasionales que los románticos. Quería explorar eso, cómo la amistad se cruza con la rivalidad, con la complicidad, con el erotismo, con la resiliencia.

¿Definirías este libro como una novela de crecimiento?

Sin dudas. Por ejemplo, en algunas de las versiones más antiguas de Caperucita Roja, el bordado representaba ese momento iniciático en la vida de las mujeres, cuando dejaban de ser niñas y se convertían en adultas y uno de los ritos de paso era aprender a bordar. En un momento de Caperucita, la protagonista debe decidir si se va por el camino de los alfileres o por el camino de las agujas. Esta historia es eso para mí, esa bifurcación de caminos que se da en la adolescencia, el punto de cruz entre los caminos de estas mujeres.

04/10/2022 FOTOGRAFIAS LA ESCRITORA MEXICANA, JAZMINA BARRERA FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

Una referencia obligada en México al pensar en la escritura fragmentaria es Margo Glantz. De hecho, en un momento es Mila quien cita a la autora de Doscientas ballenas azules (1979). En un extracto ad-hoc a la temática del libro comenta: “La modernidad empieza con la aguja…si la historia la hiciesen las mujeres, se registraría el descubrimiento de la aguja y del hilo como el inicio de la Edad Moderna”.

Por ello, no es de extrañar que Glantz tuvo un influjo en Barrera. “Yo creo que Margo es una figura central en la escritura no solo de mujeres, diría también de toda una tradición que ha encontrado en ella un acercamiento al ensayo muy distinto al que planteaban autores como Octavio Paz, Alfonso Reyes, que tienen ensayos muy afirmativos, llenos de sentencias rotundas. (En cambio) Margo es una autora que ha retomado a autores como Roland Barthes, Georges Perec, David Markson y Sor Juana Inés de la Cruz. Su obra es una exploración del fragmento desde el haikú hasta el Twitter (ríe). Es una mujer que yo admiro mucho, además de su literatura por su generosidad y su calidez. Para mí y para muchas escritoras es indispensable.

¿Sientes que tu libro es una forma de reivindicar el bordado?

Yo espero (ríe). Sin embargo, creo que es un libro que también apunta a las contradicciones del bordado. Es una actividad que históricamente, en distintas culturas y tiempos, se ha asociado a la vida de las mujeres. Eso ha sido distinto en cada comunidad, en cada momento, pero después de la revolución industrial, cuando se relegó a las mujeres al ámbito doméstico y se les excluyó del ámbito laboral, el bordado se convirtió en una herramienta más de opresión. Ahí, era una imposición, una obligación, formaba parte de un conjunto de actividades “femeninas” que se asociaban con muchas cosas que todavía hoy asociamos a lo femenino como la sumisión, la debilidad, el preciosismo, la delicadeza. Sin embargo, en toda la historia, muchísimas mujeres encontraron en el bordado una herramienta para subvertir esa opresión. A través del bordado creaban, dejaban su testimonio, formaban vínculos con otras mujeres, encontraban sustento económico. Eso es algo que el feminismo notó desde finales del XIX cuando las sufragistas en Escocia empezaron a bordar las mantas de las manifestaciones con sus firmas. Desde entonces, el feminismo no ha parado de utilizar al bordado como herramienta de expresión. Quisiera que este libro fuera un homenaje a todas estas mujeres que han bordado por placer, por gusto y que lo siguen haciendo.

04/10/2022 FOTOGRAFIAS LA ESCRITORA MEXICANA, JAZMINA BARRERA FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

¿Cuál es tu propia relación con el bordado?

Yo en muchas cosas no me parezco a la protagonista de Punto de cruz, pero en esto, mi historia es igual a la suya. A mí me enseñó a bordar mi abuela, cuando era niña. Después lo dejé, y luego lo retomé con una maestra de la primaria que también enseñaba Computación. Volví a dejarlo y tiempo después lo retomé cuando fui a alfabetizar en un pueblo en el Estado de Querétaro.

Fuiste a alfabetizar, igual que las chicas de la novela

Sí. Y fue igual que estas chicas. Fue el momento en que el bordado se convirtió en uno de los lenguajes que me unía con otras mujeres.

Y ya que hablamos de Punto de cruz, ¿sabes hacerlo?

Fue la primera puntada que aprendí. Luego, en la alfabetización aprendí el hilván, que es mucho más difícil. Después aprendí muchas otras. Para escribir esta novela tomé varios cursos y aprendí muchos tipos de puntadas, como la Puntada libre, que es una forma de dibujar en la tela.

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Autores mexicanos

¿Qué te parece que hay tantos autores y autoras de México que están dando que hablar en el panorama literario?

Lo que creo, sobre todo ahora que fui a Argentina, y estando acá, es que han sido fructíferos los esfuerzos de varias editoriales, distribuidoras y proyectos literarios que están por primera vez publicando y difundiendo exitosamente la literatura latinoamericana en todos los países de habla hispana. Cuando estudié la maestría en escritura creativa en español, en Nueva York, llegué a conocer escritores de Chile, Argentina, España, Ecuador y Colombia que tenían un montón de lecturas que yo no conocía, que eran inconseguibles en México, y que debían pasarme en fotocopias. Me parece que hoy eso está cambiando. Hay muchos esfuerzos por fomentar esos intercambios de ideas, libros, discursos, y eso tiene todo el sentido del mundo porque hablamos el mismo idioma. Es una tontería no aprovechar eso, y antes las aduanas y los problemas de exportación no permitían ese fluir, pero eso está cambiando. Acá veo muchos escritores mexicanos, en Argentina vi editoriales chilenas, hay editoriales mexicanas que están llegando a Chile. A mí me parece fabuloso.

Eres una de las fundadoras de Ediciones Antilope, ¿en qué está eso?

Pues, va (ríe). Nuestra historia es una de sobrevivencia, día con día. Cumplimos 7 años de tener la editorial, siempre con un futuro muy incierto, pero con muchas ganas de seguir haciendo libros en comunidad y desde la amistad. Creo que eso es lo que nos ha salvado de cosas como la pandemia o la crisis del papel que estamos viviendo. Por lo pronto, ahí seguimos y estamos felices de hacer libros.

¿Qué libros lees por estos días?

En estos meses, estoy terminando un libro sobre la escritora mexicana Elena Garro. Es un ensayo sobre su vida. Prácticamente llevo dos años solo leyendo libros suyos, o sobre ella. En este preciso instante estoy leyendo La pérdida del reino, que es un libro de José Bianco donde Elena Garro es uno de los personajes.

Entonces, ¿piensas escribir algo sobre Elena Garro?

Me pidieron de la editorial Lumen de México que escribiera un libro para una colección que tienen de ensayo ilustrado sobre vidas de autoras. Llevo dos años escribiendo este libro.

¿Qué te parece estar nuevamente en nuestro país?

(Ríe) Siempre es una belleza estar de nuevo en Chile, es una segunda casa. Es una pena estar tan poco tiempo porque hay muchísimas personas que adoro ver, que quiero ver y que las voy a ver poco, pero me llena el corazón.

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