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Llega La Infiltrada, el último éxito del cine español: “Es maravilloso que una película así funcione en taquilla y en la crítica”

Éxito de espectadores y ganadora del premio a Mejor película en los Goya, la cinta gira en torno a una agente que se infiltra en la ETA y debe vivir con dos terroristas. Arantxa Echevarría, su directora y guionista, habla con Culto sobre ese filme basado en hechos reales a raíz de su estreno en cines chilenos. Además, entrega los primeros detalles de un proyecto sobre el encuentro de Salvador Allende y Ho Chi Minh.

Llega La Infiltrada, el último éxito del cine español: “Es maravilloso que una película así funcione en taquilla y en la crítica” Mikel Blasco

Aranzazu (Carolina Yuste) cumple su objetivo y se instala a vivir en el mismo departamento junto a dos miembros de la ETA, la organización terrorista que busca proclamar la independencia del País Vasco. Una vez infiltrada en el grupo, debe hacer malabares para no despertar sospechas de sus compañeros y para mantener informados a sus superiores. Y, al mismo tiempo, reducir al mínimo cualquier atisbo de emoción.

En palabras de Arantxa Echevarría, “en ese mundo, si eras descubierta, era un tiro en la nuca, directamente, no había preguntas”. Inspirada por clásicos de la estatura de Contacto en Francia (1971) y La conversación (1974), la cineasta construye en La infiltrada una película trepidante que no depende de los disparos para tener al espectador al borde del asiento y que ofrece un sólido retrato de personaje sin perder nervio.

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Al teléfono con Culto, la realizadora de Carmen y Lola (2018) dice: “A mí me resultaba mucho más atrayente ese tipo de thriller, un thriller que te va agarrando el estómago poco a poco y te va tirando del estómago sin que en realidad haya pasado absolutamente nada tan dramático o tan rimbombante. Por desgracia los thrillers de ahora me parecen demasiado artificiales. Creo que es mucho más interesante ponerte en la posición de una chica que vive con dos terroristas y que no puede ser descubierta”.

La cinta se basa en la historia real de Aranzazu Berradre Marín, una mujer que llegó a Donostia en 1992, tardó cinco años en infiltrarse en la ETA y terminó viviendo con dos miembros del comando Donosti, jugando un rol clave en un momento de declive de la organización. Pese a su proeza, su caso se mantuvo en el anonimato, hasta que los productores de La infiltrada se enteraron por casualidad de su tarea y empezaron a colaborar con el periodista Pablo Muñoz, quien les compartió informes y testimonios que sirvieron como soporte para el largometraje.

El tema no le era ajeno a Echevarría. La directora nació en Bilbao en 1968, pero pasó parte importante de su juventud en Madrid. En ambos lugares sufrió las consecuencias de una época de alta tensión social: en la capital la consideraban “la etarra”; en su tierra de origen la llamaban “fachas”. En todos esos años la ETA era un tema tabú.

“En los 70, 80 y 90 no se podía hablar de ello. Había un miedo social porque la persona que estaba tomando un café a tu lado podía ser un abertzale (patriota) o un policía. Estaba todo muy mezclado. Había una guerra, un contubernio de intereses políticos y económicos. Era muy complicado. Y entonces lo que hacía el ciudadano vasco era callar. No mirar, no escuchar, no hablar”, señala.

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Desde su perspectiva, el cambio decisivo se produjo con el asesinato de Miguel Ángel Blanco, un joven concejal de Ermua (Vizcaya) por el Partido Popular que fue secuestrado y ejecutado por ETA en 1997. A partir de ese momento, indica, “la propia sociedad dejó de callar y de mirar al otro lado y empezó a hablar. Y ahí, en cinco o seis años, ETA desapareció, porque ya no tenía el apoyo de la sociedad”.

El filme fue elogiado por la crítica y en octubre de 2024 se convirtió en un fenómeno comercial en España, superando el millón y medio de espectadores. También fue recibido con entusiasmo por la industria: en los Goya consiguió los premios a Mejor actriz y Mejor película (compartido con El 47). A partir de esta semana se encuentra en cartelera de los cines chilenos, erigiéndose como uno de los grandes estrenos de la segunda parte del año.

Que una película así funcione en taquilla y funcione en la crítica es maravilloso. Es como Anora (2024), que es una película que no está dentro de los cauces de la industria para gustar a todo el mundo, y que funciona también. De pronto dices: hostias, pues puedo hacer el cine que a mí me interesa, el cine con mi ADN, y que siga funcionando en taquilla”, destaca.

-Este es un thriller sin disparos que se basa en una historia real. ¿Cuál fue el gran reto que supuso partir desde esa base y ceñirse de todas maneras a las lógicas de ese género?

Fue bastante complicado. Los policías que estuvieron en el operativo nos dieron información de primera mano, y es verdad que la protagonista es una heroína que no tiene pistola, entonces era todo el rato jugar con la tensión emocional más que con la tensión de acción de un thriller al uso. Era intentar conseguir que el espectador se sintiera parte de la historia, que se sintiera muy comprometido con la protagonista, y ver cómo la tensión se producía porque siempre estaba a punto de poder ser descubierta. Fue un reto para nosotros conseguir esa tensión, que la vivió de verdad, sin usar las típicas propuestas del thriller de disparos, de acción, y entonces jugar más con el suspenso psicológico que con el real. Fue muy difícil. Fue muy divertido también.

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-En otras ocasiones ha dicho que cree que, si hubiera sido un hombre el infiltrado, esta historia probablemente se hubiera llevado al cine mucho antes. ¿Piensa que hay otros factores que explican que hayan pasado tantos años?

Pues yo creo sinceramente que es por eso. Es la típica historia estilo Scorsese, que es fascinante, pero al ser una mujer dentro de los medios de seguridad del Estado no le dieron la importancia real que tuvo. Con su participación se desarmó un comando que iba a atentar contra el presidente del Gobierno, era una cosa muy grande. Pero todo fue como precipitado, y quedó un poco perdido en la memoria de la propia policía, a pesar de que es el caso de infiltración más largo que ha habido en toda la historia de España. Es rarísimo que nadie lo hubiera sacado a la luz. Hasta que un alto jefe de policía lo comentó a la pasada en una conversación con la productora, y ella dijo: ¿cómo? ¿Y por qué esto no ha salido a la luz? Y a través de la película es cuando ha salido por fin a la luz y a esta policía se le está dando el reconocimiento que se merecía.

-¿Cree que La infiltrada se podría haber hecho en otra época, por ejemplo, antes del cese definitivo de la actividad armada de la ETA en 2011?

Pues habría sido más complicado, porque ahora mismo las heridas están cicatrizadas, ya apenas hay heridas sangrantes... Quedan todavía algunas, pero ya ha pasado un tiempo en que creo que la sociedad vasca puede ver su pasado y pensar sobre él y reflexionar sin que duela. Pero quizás hace unos diez o 15 años habría sido algo peliagudo, yo creo que habríamos tenido que tener muchísimo cuidado y tratar con muchísimo más miedo y más autocensura. Por lo cual estoy muy contenta del momento en que lo hemos hecho; yo creo que ya la sociedad ha madurado.

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Y enfatiza: “Una cosa que para nosotros era muy importante era que las víctimas estuvieran contentas con la película. Al fin y al cabo esto es parte de la historia de nuestro país, pero quedan familiares, esposas e hijos de gente que ha sido asesinada. En la película sale el atentado a Gregorio Ordóñez y decidimos enseñársela a su familia. Les dijimos desde el primer momento: si queréis que quitemos la secuencia, la quitaríamos, si queréis que no sea tan sangrienta, omitimos planos, decidnos lo que penséis. Y la vieron y dijeron: no toquéis nada, porque la gente está olvidando. Entonces esto es una buena forma de seguir recordando lo que pasó. Está cicatrizado, pero todavía queda alguna herida”.

-La verdadera Aranzazu Berradre Marín leyó el guión, pero no realizó comentarios. ¿Sabe si ha visto la película? ¿Le gustaría conocer en algún momento su opinión?

Hombre, me encantaría, pero por desgracia no tengo ni idea si la he visto. Como buena infiltrada, ahora mismo está en paradero desconocido y con otra identidad. A Carolina Yuste y a mí nos parecía una necesidad vital conocerla. Queríamos saber qué sintió, todo lo que le pasó por la cabeza, por qué una chavala de 22 años en el mejor momento de su vida lo deja todo para fingir ser otra persona, abandonar a su familia, a sus amigos, y crear vínculos falsos durante ocho años.

“Carolina y yo siempre estábamos deseando intentar llegar a conocerla, pero después escribimos el guión y pensé: ahora ya no la quiero conocer, porque ya me he imaginado a mi Arantxa, Carolina ya está trabajando con esta Arantxa que hemos creado y de pronto que aparezca la verdadera y que sea una persona fría, calculadora o no tan inteligente... Prefiero la que tenemos ahora. Sé que de seguro que la ha visto porque la película ha sido vista en España y está también en plataformas, por lo cual se puede ver online. Pero no sé qué opina, si le ha gustado, si piensa que es un horror. No tengo ni idea y eso me encantaría saberlo algún día. A ver si lo consigo”.

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-La película fue presentada a los organizadores del Festival de San Sebastián en 2024, pero no fue seleccionada. ¿Le sorprendió esa decisión? ¿Le hubiera gustado que el estreno mundial hubiera sido en ese festival en particular?

Claro. Es un festival clase A en España, y la película es en San Sebastián. En la misma ciudad es algo que todo el mundo recuerda. Gente venía y me decía: pues yo fui a clase de tango con ella. Todo el mundo la conocía, entonces sí que me sorprendió la no elección de la película, pero también, no sé, son muchas cuestiones artísticas, qué otras películas habían ese año, quizá también decisiones políticas. Pero, bueno, el tema es que este año casualmente estamos con la película en el Festival de San Sebastián en la sección Made in Spain. De pronto nos han dicho: bueno, sí que funciona bien, estaba bien la película y perdonad, ahora podéis venir. Lo cual a mí me parece un gesto muy elegante por parte de la dirección, me gusta mucho. Me habría encantado ir al Festival de San Sebastián, obviamente, pero bueno, en otra ocasión será.

Allende en Vietnam

Arantxa Echevarría tiene varios proyectos en distintas etapas de desarrollo. Uno de los que más le entusiasma es una cinta basada en la vida de Dolores Ibárruri, “La Pasionaria”, una de las primeras mujeres congresistas de la política española. El más inmediato es una comedia negra que está a punto de terminar.

“Me gusta cambiar de género, me parece muy interesante y muy divertido. Quitarme toda la tensión de, por ejemplo, La infiltrada, que fue un viaje muy duro, emocional y complicado, y de pronto hacer una comedia más ligera, una comedia negra un poco al estilo de los hermanos Cuen, donde hay drogas, sexo y avestruces, hay de todo”, cuenta.

A casi un año del lanzamiento de su último largometraje en España, asegura que su éxito ha impactado en dos planos. “Una, muy buena, es la posibilidad de elegir proyectos para el futuro, y una muy mala, que es que he hecho una película que tengo que superar, que ahora todos los productores que me llaman me dicen: bueno, hiciste un millón y medio de espectadores con La infiltrada, a ver, ¿cuánto hacemos con esta? Pues no lo sé, porque si lo supiéramos estaríamos todo el día haciendo hits. Y encima es una película que también gustó a la crítica; habitualmente no suelen ir de la mano las dos cosas y con ella sí hemos tenido esa suerte. Entonces me pone un listón muy alto, pero también me dan muchas más ganas de seguir contando historias”.

-En la alfombra roja de los últimos Premios Platino mencionó a Culto que tenía un proyecto en Chile, El encuentro. ¿En qué fase se encuentra?

Estamos terminando el guión y ahora estamos en la búsqueda de la financiación, pero es una historia con la que estoy completamente fascinada. Hubo un momento en que Salvador Allende, después de haber perdido tres elecciones, decidió ir a Vietnam para conocer a Ho Chi Minh. Ho Chi Minh estaba en medio de la guerra de Vietnam, con todos los espías de la CIA, con todos los espías de la KGB. Yo decía: ¿qué hace este señor aquí intentando entrevistarse con el líder del Viet Cong? Es algo que yo desconocía, y unos productores chilenos (Patricio Ochoa y Cristóbal Sotomayor) me vinieron con la idea y dije: bueno, quiero hacer esto. Yo, desde pequeña, por mis padres, he recordado siempre a Allende, a ese famoso discurso desde La Moneda, pero a la vez también he estado en Vietnam y he visto a Ho Chi Minh embalsamado, he visto el amor y las sensaciones que había hacia el tío Ho. Estas dos personalidades estuvieron juntas durante un tiempo hablando, meditando, y además justo después Salvador volvió a Chile, fue presidente, y pasó lo que pasó en La Moneda, que es una de las grandes injusticias para la democracia de todos los tiempos. A mí me parecía que era una historia interesantísima y que me encantaría contarla.

“A mucha gente le podrá ofender porque no soy chilena, pero pensé que quizá era mejor no ser de allí para poder contarlo todo con una distancia. La figura de Allende es una figura tan venerada, tan ideologizada, que es mejor que sea alguien que tenga menos pudor a la hora de dialogarle, a la hora de sentirle, y de hacerle de carne y hueso”.

-¿Está considerado que el rodaje de película se desarrolle en distintos países?

Sí, nos encantaría poder hacerlo en Chile y en Vietnam.

Mikel Blasco

-Una de las cosas que pensaba viendo La infiltrada es si hubiera sido exactamente la misma película si hubiera sido un proyecto para el streaming. Hasta ahora Ud. no ha trabajado con plataformas.

He hecho dos series, pero las series ya sabes que vienen con showrunner. Es mucho más complicado.

-Exacto, pero no ha dado ese paso con un largometraje. ¿Está dispuesta a darlo? ¿O le interesa seguir haciendo largometrajes cuyo estreno sea en las salas de cine?

Yo estoy dispuesta a dar ese paso e ir con una plataforma de la mano, siempre que primero se estrene en cines. Creo que las películas funcionan mucho mejor en la plataforma en casos como el de La infiltrada, por ejemplo, que estuvimos en salas casi seis o siete meses, y luego en la plataforma también fue número uno. A la plataforma le interesa que la gente que va al cine hable de la película, para que la gente que no fue, la vea después en su casa. Y luego depende de qué plataforma, la libertad que te dan de expresión y de trabajo. Eso es algo importantísimo para mí. También hay plataformas que son más complejas, con más notas al guión y a la realización, y hay otras que dejan mucha más libertad y que además creen que deben dejártela, porque al fin y al cabo eres un artista que está haciendo un trabajo. Siempre es complicado. No digo que no, pero siempre sabiendo muy bien en qué camino andamos. Ir juntos y no uno por cada lado.

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