El forzado repliegue de Antonia Orellana, ministra de la Mujer

Pese a la autodefinición de “feminista” del gobierno, la ministra de la Mujer, Antonia Orellana, a diferencia de sus antecesoras en el cargo, está entre las peores evaluadas del gabinete. Cercana al Mandatario, cultiva un estilo calificado de “duro”, que la ha convertido en la carta fuerte del FA en el Ejecutivo, pero que le ha traído costos.


La influencia que demostró tener en las decisiones políticas del primer tiempo de la administración del Presidente Gabriel Boric contrasta hoy con el bajo nivel de aprobación de la ministra Antonia Orellana (Mujer) en las encuestas.

Así lo reveló hace unos días un sondeo de TúInfluyes que midió el conocimiento y valoración de las figuras del gabinete, dejando a la militante de CS en el último lugar entre sus pares con la menor aprobación (26%). Un 39% dijo conocerla y un 11% manifestó rechazo a su figura. La encuesta Cadem -en la que si bien no aparece públicamente por no superar un 40% de conocimiento-, datos a los que tuvo acceso La Tercera, muestra que del 75% de aprobación que tenía al asumir en marzo llega en noviembre a un 70%, mientras que su desaprobación aumenta -en el mismo periodo- de un 12% a un 25%.

El declive en sus niveles de aprobación distan de las evaluaciones altas que mantuvieron sus antecesoras en el cargo, más aún cuando el mismo Ejecutivo ha remarcado su sello feminista. Pero ninguna de ellas, replican en el gobierno, jugó el rol que asumió desde marzo la frenteamplista, quien se convirtió en la primera ministra de la Mujer en ingresar al comité político y tener oficina en La Moneda.

Ese es uno de los factores que -interpretan- le habrían traído costos y es, por lo mismo, que la secretaria de Estado ha buscado en los últimos dos meses reajustar el tono y, de paso, sus prioridades.

Tras el 4 de septiembre, cuando fueron derrotados en el plebiscito, Orellana se convirtió en la única secretaria de Estado sobreviviente del Frente Amplio en el corazón del gobierno. El hito forzó al Mandatario a darle mayor cabida al Socialismo Democrático (SD) y el giro no fue inocuo para la ministra, quien tiene un perfil “severo”, pero que hoy -ante el nuevo contexto político y los números que reflejan los sondeos de opinión- ha optado por el repliegue.

La apuesta original de Orellana apuntaba a construir un perfil influyente no solo en su agenda de género, sino también en los temas políticos contingentes. El espacio que dejaban por esos días las controvertidas gestiones de Izkia Siches en Interior y Giorgio Jackson en la Segpres le dieron amplio margen en la toma de decisiones.

Con la llegada de Carolina Tohá y Ana Lya Uriarte a esas carteras, ese margen se redujo, lo que le ha permitido tener más tiempo para enfocarse en su propia agenda. Desde el cambio de gabinete del 6 de septiembre, en que incluso sonó como carta al Ministerio del Interior, la dirigenta feminista ha tratado de enfocarse más en las materias propias de su cartera que en las contingencias políticas que afectan al gobierno. Al menos públicamente. Prueba de ello fueron las advertencias que dio al Frente Amplio respecto del abogado Ángel Valencia, a propósito de las causas que defendió en favor de acusados de delitos sexuales, en el marco de la carrera por el fiscal nacional, de las que al trascender se desmarcó rápidamente.

Orellana es -en la práctica- la articuladora en el gobierno del Frente Amplio, con cuyos timoneles se reúne cada lunes.

Estilo incómodo

Consciente de las resistencias que ha generado en la opinión pública, la ministra ha tratado en las últimas semanas de enfocarse en capitalizar lo que considera activos de su cartera, entre ellos su rol en la agenda del sistema nacional de cuidados -que comparte con Jackson-, la puesta en marcha del Registro Nacional de Deudores de Pensiones Alimenticias y el proyecto de ley para una vida libre de violencia.

Orellana -además- aumentó su figuración pública, por ejemplo, visitando matinales y realizando lives en redes sociales con figuras como la modelo Pamela Díaz, además de cocinar en programas de televisión. “Nunca se le ha dado mucho la TV”, dicen en el gobierno, evidenciando el esfuerzo de la secretaria de Estado.

En el equipo de la ministra resienten lo que consideran “caricaturas” sobre el rol de Orellana, particularmente su identificación como “la policía del género” del gabinete. El episodio más recordado: la advertencia que le hizo al Presidente Boric para evitar la contratación del cura Felipe Berríos -hoy investigado por “actos de connotación sexual”- en el Ministerio de Vivienda, a cargo de Carlos Montes.

“No creo que el rol de las mujeres sea caerles bien a todos”, suele comentar Orellana cuando le preguntan sobre la incomodidad que sus formas han generado en el comité político ampliado, sobre todo entre los dirigentes de la centroizquierda.

Es un hecho que la ministra -según señalan varias fuentes- nunca ha demostrado complicidad en ese espacio. Suele decir, un tanto en broma pero también en serio, que lo que se hable en esa reunión se filtrará a la prensa, dando cuenta de que la desconfianza es un rasgo de su personalidad. Los mismos personeros señalan que ese atributo se ha acentuado en los últimos meses y que el diseño original del comité político tenía más “margen” para plantear sus opiniones.

Ese sello se hizo notar en más de una ocasión durante la campaña por el Apruebo de salida, donde instó -y apuró- a los partidos a formar comando conjunto, además de proponer el nombre de Karol Cariola (PC) como vocera de dicha instancia.

Pese a las tensiones que ha cultivado en estos meses, quienes la conocen afirman que ha buscado mejorar su relación con figuras del SD, afianzando lazos con referentes del PS y el PPD. De hecho, ha comentado a sus cercanos que ya se reconcilió con Montes por el episodio Berríos, mientras que ha generado una cercanía inesperada con otro socialista: el presidente del directorio de Codelco, Máximo Pacheco, con quien están trabajando en lograr paridad en ese espacio.

Al interior del comité político de ministros, en tanto, mantiene buenas relaciones con la vocera, Camila Vallejo (PC); la titular del Trabajo, Jeannette Jara (PC) -con quienes comparten un sentido del humor similar-, y el titular de Hacienda, Mario Marcel.

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