El poder en ascenso de Antonia Orellana

La ministra de la Mujer, Antonia Orellana. Foto: Andrés Pérez.

La primera ministra de la Mujer en el comité político ha recibido elogios por su capacidad de gestión, pero también críticas por su tono confrontacional.


“Senadora, ¡acabamos de aprobar el proyecto con unanimidad! Muchas gracias”. Pasadas las 13.00 del miércoles, la ministra de la Mujer, Antonia Orellana, escribió el mensaje apenas terminó la sesión en el Congreso. Su destinataria era la jefa del comité de senadores de Renovación Nacional, Paulina Núñez, quien forma parte de la Comisión de Igualdad de Género de la Cámara Alta. La medida aprobada fue la Ley de Responsabilidad Parental y Pago Efectivo de Deudas de Pensiones de Alimentos que se gestó desde abril, por iniciativa de Orellana, en medio de las negociaciones para rechazar el quinto retiro.

“Tener unanimidad no es fácil y menos con algo que involucra los fondos de pensiones. La ministra ha logrado, con mucha política, cuestiones que no son fáciles. Ha ejercido una pega que va más allá de su propia cartera. El gobierno tiene un vacío político, no hemos visto un comité político cohesionado y, además, está muy en campaña, pero ella ha ido sacando su agenda legislativa adelante. Se ha ido metiendo, sin calcularlo mucho, en una acción que ha tenido consecuencias políticas y no solamente sectoriales”, dice Núñez, quien mantiene contacto fluido con la ministra.

La lectura de la senadora RN coincide con el testimonio de quienes han trabajado con Orellana, periodista de profesión y la jefa de cartera más joven del gabinete (32 años), en La Moneda. La primera ministra de la Mujer que ha tenido un lugar en el comité político ha recibido elogios por su rol de gestión y coordinación, pero también algunas críticas y discrepancias por sus formas. De hecho, en conversaciones de pasillo entre dirigentes del Socialismo Democrático se ha ganado apodos como la “sheriff”, por sus comentarios más “confrontacionales” en las reuniones, o “la vicepresidenta”, por la cercanía que tiene con el Mandatario Gabriel Boric, militante también en Convergencia Social y con quien profundizó su vínculo durante la campaña.

En un contexto en el que los ministros de carteras políticas como Giorgio Jackson e Izkia Siches se han visto golpeados por la contingencia, es comentario tanto en el Congreso como en La Moneda que Orellana –la “Toti”, como se le conoce coloquialmente– ha asumido un rol para marcar los puntos del Frente Amplio y de Apruebo Dignidad, su coalición, en las instancias de debate entre representantes oficialistas. Además, por definiciones del programa de gobierno, el Ministerio de la Mujer cuenta con al menos una asesora de género en cada cartera y sus subsecretarías, por lo que, a través de ellas, la ministra tiene llegada directa con todo el gabinete.

Orellana es periodista de la Universidad de Chile. Durante su etapa universitaria trabajó con el Frente de Estudiantes Libertarios, que tenía varias diferencias con la Izquierda Autónoma –donde militó Boric–. Años después se encontraron en Convergencia Social (CS). Ahí tuvo un rol fundamental para respaldar al Presidente en el Acuerdo por la Paz del 15 de noviembre de 2019, cuando algunos militantes pedían su expulsión del partido, puesto que institucionalmente no se sumaron al acuerdo. También participó de las negociaciones, junto al Frente Feminista de CS, para lograr la paridad de género en el proceso constituyente. Tras ello, fue candidata a convencional por el distrito 10, pero no fue electa.

En la campaña presidencial, su vínculo con el Presidente se profundizó. Fue la encargada de las organizaciones sociales y también vocera. Además, la ministra asumió un rol clave tras apoyar a Boric, interna y públicamente, cuando se viralizó una supuesta denuncia de acoso en su contra.

En enero, tras tomar la decisión de que el Ministerio de la Mujer se incorporaría al comité político, el Mandatario la invitó a ser parte del gabinete. Ahí participó en el control de daños en los nombramientos para evitar la designación de personas con deudas por pensión alimenticia o denuncias de violencia intrafamiliar.

Y llegó al gobierno dando muestras de su poder. Fue ella la que alertó al gabinete de que la designación del sacerdote Felipe Berríos como asesor en materia de campamentos del ministro de Vivienda, Carlos Montes (PS), era un error, ya que, por su vínculo con las organizaciones sociales, tenía antecedentes de las denuncias que después fueron dadas a conocer.

Así, desde que asumió, su opinión se hizo notar.

La ministra de la Mujer, Antonia Orellana, en el anuncio del gabinete.

“Más orden”

“Hay seremis que dicen que van a votar Rechazo”. La acusación fue frontal. Durante la reunión del comité político ampliado que se realizó a fines de mayo en La Moneda, Orellana, con la voz firme que la caracteriza, puso a los presidentes de los partidos contra la pared.

Sus palabras no cayeron bien en los dirigentes del Socialismo Democrático, que por esos días intentaban administrar la tentación de algunas de sus huestes de cruzar a la vereda de enfrente.

Natalia Piergentili, presidenta del PPD, acusó recibo: “Dime quién y se va hoy mismo. Estoy segura de que ninguna autoridad de mi partido ha dicho eso”, respondió.

La escena, en todo caso, no es inusual. En los partidos de ambas coaliciones de gobierno comentan que Orellana casi siempre interviene en la reunión de los lunes, y hay quienes la consideran muy confrontacional en la forma que entrega sus opiniones. Otros resaltan que ella “siempre quiere decir algo”, incluso en algunas oportunidades después de que la ministra del Interior, Izkia Siches –la máxima autoridad del gabinete–, cierra un punto.

“Es empoderada. El hecho de estar en el comité, muy informada de lo que pasa en todos los ministerios, con una asesora en cada cartera, hace que tenga mayor empoderamiento en términos generales y que sea de los ministros con más poder en el gobierno. Es directa, dice las cosas que piensa sin pelos. Es una de las figuras políticas que va a dar de qué hablar en este gobierno y en el futuro, porque es de esas personalidades que en la política les va bien”, plantea Alberto Robles, expresidente del Partido Radical, que participó en la mayoría de los comités políticos del primer semestre.

Otro de los ejemplos que dan sobre la función de Orellana ocurrió el 29 de junio, cuando el Presidente Gabriel Boric, desde Arica, se abrió a anunciar reformas al texto constitucional, cuestión que fue celebrada por las directivas del Socialismo Democrático, desde donde impulsaban esa idea. En la reunión del comité político ampliado en La Moneda, la ministra Orellana salió a frenar los análisis de los presidentes del Socialismo Democrático y les dijo que no había que sobreinterpretar las palabras del Mandatario.

Los ministros Izkia Siches, Giorgio Jackson y Antonia Orellana en el comité político. Foto: Mario Téllez.

“Es muy opinante y se nota que le interesa participar en el comité político, con un respaldo claro del Presidente. Tiene un liderazgo muy parejo con el resto de los ministros del comité político, siendo que el Ministerio de la Mujer se incorporó este año”, comenta Paulina Vodanovic, presidenta PS.

En el entorno de la ministra aseguran que las críticas que ha recibido son, entre algunos motivos, porque “es la primera vez que una ministra de la Mujer está en el comité político y que eso les choca”.

Pero en el Congreso también algunos parlamentarios le guardan resquemores por sus formas, como sus comentarios en redes sociales antes de asumir. Por ejemplo, al diputado Alejandro Bernales (PL), que en ese entonces era parte del Frente Amplio, le escribió “revísese” el año pasado, en medio de la discusión por la acusación constitucional contra la jueza Silvana Donoso.

Otros parlamentarios, como Claudia Mix (Comunes), han planteado que el Ministerio de Desarrollo Social debería volver al comité político, en el esquema anterior.

Pero no solo la ministra ha sacado la voz en el comité político, sino que también en la campaña del Apruebo. Orellana fue la única ministra en las reuniones de coordinación en la sede de la Anef –no en el Partido Socialista, aclaran en el oficialismo– junto al subsecretario del Interior, Manuel Monsalve (PS). En esas citas, que se suponía que iban a ser semanales durante la campaña, participaron todos los secretarios generales del sector, se habló de la importancia de la unidad de las coaliciones y la ministra aportó con su experiencia en la campaña presidencial. Las reuniones eran confidenciales, porque había dirigentes que tenían dudas de que autoridades participaran en esos encuentros, más allá de que se realizaran fuera de horario laboral y sin utilizar gastos públicos.

“Necesitamos más orden”, les pidió la ministra a los secretarios generales. Y nuevamente sus formas dejaron algunos cuestionamientos.

De todas maneras, los encuentros solo alcanzaron a ser dos, los domingos 10 y 17 de julio, porque decidieron no volver a juntarse luego de la filtración de las reuniones.

Antonia Orellana, ministra de la Mujer, junto a representantes de organizaciones sociales. Foto: Ministerio de la Mujer.

El gabinete

En el gabinete la ministra Orelllana también ha dado muestras de carácter. El 14 de junio, cuando los ministerios de Educación y de Salud anunciaron el adelanto de las vacaciones de invierno, fue una de las oportunidades en que se la ha visto más enojada, según cuentan en La Moneda. El comité político se enteró por sorpresa del anuncio y las recriminaciones no tardaron en llegar.

El motivo de la molestia de la ministra, aseguran en el gobierno, fue la falta de perspectiva de género de la medida, tomando en consideración a las madres que iban a verse afectadas.

Orellana ha generado vínculos importantes con los ministros. Según confiesan algunos jefes de cartera, la ministra tiene comunicación fluida con varios, por su rol como parte del comité político, y algunos le piden consejos sobre políticas con perspectiva de género. Esas interacciones han sido valoradas por algunos sectoriales, pero también hay quienes aseguran que la ministra es “intensa en esa supervisión”. La mayoría coincide en que siempre está al tanto de lo que sucede en los distintos ministerios.

En Transportes, por ejemplo, la ministra y su equipo tuvieron incidencia en la campaña sobre acoso en el transporte público de la Gobernación Metropolitana Regional. Desde el Ministerio de la Mujer hicieron correcciones para no generar falsas expectativas a las denunciantes, por lo que la ejecución de la campaña se retrasó.

La ministra de la Mujer, Antonia Orellana; el ministro de Transportes, Juan Carlos Muñoz; y el gobernador de la Región Metropolitana, Claudio Orrego; en el anuncio del financiamiento de la campaña contra el acoso a la mujer en el transporte público.

Una de las ministras con quien Orellana ha generado cercanía es la canciller, Antonia Urrejola. “He sido testigo de cómo ha trabajado incansablemente en la promoción y defensa de los derechos de la mujer y en el fortalecimiento de la agenda de género. Ha sido una gran aliada en la construcción de una política exterior feminista, jugando un papel muy relevante para que Chile alcanzara la vicepresidencia de la Comisión Interamericana de Mujeres de la OEA. Hemos construido una relación directa, franca y basada en la confianza y un proyecto común”, cuenta la ministra de Relaciones Exteriores.

También en el gabinete valoraron que la periodista fuese la primera en salir a defender a la ministra Siches el viernes 29 de julio, cuando aseguró que “parecía que (los parlamentarios de oposición) se pegaron en la cabeza”. “Creemos que hay algunos que se ponen bastante más ligeritos de piel cuando es una mujer la que se pone más dura”, criticó la ministra de la Mujer. Aún así, Orellana ha confesado que le cuesta acostumbrarse a ser figura pública y recibe coaching comunicacional desde la Secom.

En el gabinete hay cinco militantes de Convergencia Social, el partido del Presidente: Orellana, Nicolás Grau (Economía), Marcela Ríos (Justicia), Claudio Huepe (Energía), y Julieta Brodsky (Cultura). De ellos, la periodista es la que tiene el vínculo más estrecho con el partido, lo que ha ayudado a solventar su crisis de liderazgo interna, ya que aún no eligen directiva, pese a que las elecciones estaban calendarizadas para enero.

Por eso es que Orellana también ha jugado un rol para “ordenar” a sus parlamentarios en algunas discusiones, como el veto del Ejecutivo al proyecto de ley de infraestructura crítica que finalmente fue rechazado en el Congreso. Con ese motivo participó en una reunión con algunos representantes de Apruebo Dignidad y la ministra Camila Vallejo para alinear posturas.

Además, el Frente Feminista de Convergencia Social, integrado por Orellana, es el más grande en el partido, por lo que tienen un rol fundamental en la toma de decisiones. Dentro de sus integrantes en cargos de poder están la coordinadora sociocultural de La Moneda, Irina Karamanos; la delegada presidencial de la Región Metropolitana, Constanza Martínez; la asesora presidencial, Luna Follegati, y la subsecretaria de Servicios Sociales, Francisca Perales, quienes han construido un proyecto político junto a Orellana. Al igual que Javiera Cabello, jefa de campaña de Boric, que ahora es la jefa de gabinete del Ministerio de la Mujer.

Hoy, Orellana y Boric mantienen contacto diario, incluso el Presidente le compró un libro de regalo en su gira a Colombia.

Y la ministra, en su rol de integrante del comité político, acompañó al Presidente y al ministro Jackson a la reunión con el PPD el miércoles 10 de agosto en Cerro Castillo. En el encuentro, en el que la periodista estuvo sentada al lado del senador Pedro Araya (PPD), se transparentaron posiciones respecto al momento político de las dos coaliciones de gobierno. También hubo un espacio de conversación entre Boric, Orellana y Natalia Piergentili, presidenta del PPD.

Esa cercanía con el Mandatario, el rol que Orellana ha asumido en los comités políticos y en el vínculo con el gabinete son los motivos por los que la ministra ha recibido bromas, incluso en el ambiente familiar, sobre asumir en otras carteras en el caso de un cambio de gabinete después del plebiscito del 4 de septiembre. Pero la respuesta de la ministra ha sido tajante: “No tengo ningún interés”.

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