Editorial
Semana del 27 de octubre, 2012
Hace rato ya que hay un revival del modernismo, siendo difícil definir un periodo exacto cuando uno se refiere a este momento en el diseño y la arquitectura, ya que abarca varias décadas y tiene distintos énfasis en cada uno de ellos. Casi todos coinciden en que el comienzo fue a principios del siglo XX, con la Bauhaus; sin duda que esta escuela marcó un antes y un después, cuestionando el cómo vivir y los procesos de producción, integrando la automatización al diseño e incluyendo el lenguaje de la revolución industrial a la arquitectura y al contexto social. El ‘menos es más’ se transformó en el mantra de toda una generación. Con la Segunda Guerra gran parte de estos creadores/pensadores emigraron a Estados Unidos y se establecieron en los principales centros educativos, dándole un nuevo empuje a la arquitectura americana. Con el boom de la economía de EE.UU. después de la guerra viene la historia que casi todos conocemos y que se transformaría en el ‘sueño americano’ con las Case Study
Houses, las fotos de Julius Shulman y una estética que ha sido reproducida hoy con rigor histórico en la serie Mad Men.
Chile no estuvo ajeno a esta corriente; fueron varias las oficinas de arquitectos que la desarrollaron, construyendo casas y edificios que son ejemplo de buena arquitectura hasta el día de hoy. Viajaron, miraron y algunos trabajaron en estudios internacionales que estaban apostando por una estética racional, funcional, con el paisaje integrado a la obra y donde nada es fortuito o simplemente decorativo. Carlos Bresciani, Héctor Valdés, Fernando Castillo y Carlos García-Huidobro, arquitectos de la Villa Portales; Emilio Duhart, creador del edificio de la Cepal, o Sergio Larraín García-Moreno, mítico decano de Arquitectura de la Universidad Católica y creador del Museo Precolombino, son solo algunos de estos nombres. Quizás lo más interesante de este período en Chile es que no solo se desarrolló en el ámbito privado, sino que también fue parte del crecimiento urbano y de las políticas públicas del país. El plano regulador de Concepción y el de Antofagasta, y los hoteles construidos por la Honsa, son ejemplos en los que aún hoy se puede leer esta forma de hacer ciudad.
Este número está dedicado a este movimiento, nos centramos específicamente en Jardín del Este, un barrio que fue pensado por Emilio Duhart y donde Jaime Sanfuentes desarrolló parte importante de la arquitectura; casas que hoy en día se las pelean, no por lo grandes o lujosas, sino por lo bien pensadas, por lo adecuado de sus espacios y por la integración entre el afuera y el adentro. Casas que resumen el vivir bien.
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