Producción: Josefina Petrinovic / Fotos: Alfonsina Riffo

Los insectarios así como también varios bordados, pinturas de chinitas y manualidades fueron hechos por la propietaria para otorgarle emocionalidad, con un gesto, incluso mínimo.

“En mi casa  he reunido juguetes pequeños y grandes, sin los cuales no podría vivir. El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta”. Esta frase de Pablo Neruda resume el espíritu de esta casa y el de su dueña, Constanza Mekis, de profesión bibliotecaria, con treinta años de servicio público y dieciocho encargada del Programa de Desarrollo de las Bibliotecas Escolares, los CRA del Ministerio de Educación.

Al entrar me sentí -admito- como una niña a la que le cuentan un cuento antes de dormir. Cada frase dicha por la anfitriona de este lugar era una invitación a soñar e imaginar. Todo nuevo. Todo por descubrir. Todo para sorprenderse.

Después de las dos décadas que Constanza lleva viviendo entre estas paredes, se puede decir que esta casa sigue tan viva como el primer día, tal como ella lo dice: “Todas las semanas cambia”.

Siempre hay algo nuevo que la maravilla. Un gesto puede cambiar todo el paisaje. Una mancha en la alfombra de la escalera se puede transformar en una mariposa. Unas simples cebollas y pan, como centro de mesa, se convierten en un discurso tácito de ‘contigo pan y cebolla’ para los invitados a comer que tenía en la noche. Una pequeña cama, con una muñeca, una colcha hecha de semillas -todo inspirado en la cultura nortina y hecho por ella misma- en homenaje y ofrenda a su madre fallecida. Los pocillos con tierra puestos sobre la mesa de centro del living contienen sus orígenes y el futuro. Uno con una muestra del lugar de donde provienen sus antepasados croatas y el otro con tierra chilota, el lugar donde quiere terminar sus días: una escuelita de campo, con la naturaleza en toda su majestuosidad y rodeada de su gente, la del pueblo.

Y así, son mil y un cuentos los que puede contar, pero que queremos que al abrir estas páginas se develen, casi como un enigma. Como cuando cuenta una historia y la hace parte de otro, al entregar un inicio y simplemente soltar la imaginación. Porque, como nos dice Constanza, se trata de entregarle emocionalidad a cada objeto, a cada espacio. Y así es, así lo sentimos.

Living

Su tesoro más preciado: la Enciclopedia Británica, la edición ‘Eleven’, de 1910, la misma  que Borges decía usar como almohada para dormir. “Es la edición más docta y la que tiene mejores ilustraciones”, recalca Constanza.  La heredó de la biblioteca de su abuelo, quien le inculcó su amor por la lectura.

“

Mis autores favoritos todas las semanas se van ampliando, descubriendo, reconociendo a través de una relectura

”, dice al mostrar entusiasmada una ruma de libros por leer, más de una veintena, algunos ya leídos, unos porque se los recomendaron y otros sin más referencia que lo que dice su propia reseña.

Dormitorio

Es un espacio de reflexión y trabajo. A su escritorio, se le suma una pequeña biblioteca.