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Lo nuevo: Escenografías vivas

Les presentamos las dos caras de una misma moneda, la que dio origen a la historia de la instalación llamada The Pale Blue Door, del artista inglés Tony Hornecker, su restaurante vagabundo, su casa en Londres, y que hasta hace pocos días y por muy poco tiempo estuvo nuevamente abierto, y por supuesto de su nueva aventura en Santiago de Chile, con el restaurante La Jardín, emplazado en Factoría Italia.

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Ha vuelto. Una vez más el escenógrafo Tony Hornecker pisa tierra chilena, la que él mismo nos ha señalado se ha transformado en su segunda casa.

Solo este año lo vimos en MásDeco Market cuando La Jardín estaba en marcha blanca, luego para su inauguración y ahora, recién aterrizado, para implementar lo nuevo de este restaurante invernadero que ha dado tanto que hablar en estos meses: su terraza, por lo que dicen una especie de gran castillo de pallets que disfrutaremos ya para este dieciocho. Y así piensa seguir, parte del tiempo en su casa en Londres y la otra con los pies en Chile. No importa si está aquí o allá, va y viene, o si su restaurante vagabundo decantó en barrio Italia, el concepto sigue siendo el mismo y hasta mejorado. Lo que comenzó siendo una necesidad le ha abierto las puertas.

Era 2009 y estaba desesperado. No tenía dinero. Una vez más pensaba recurrir a uno de los cientos de restaurantes londinenses para salir de esta mala racha. Era lo que siempre hacía cuando le faltaba dinero: garzonear. Pero esta vez fue distinto. Ya tenía 35 años y no quería más. Le encantan los lugares tipo cabaret, con performances, pero secretos e ilegales. Cuenta que quería construir esa misma experiencia, pero en su propia casa (la idea era hacerlo por un fin de semana, pero finalmente fueron tres años, no seguidos) y cocinar. El restaurante La Jardín era el último capítulo -pensábamos que final- de la caravana gitana que comenzó en Londres, siguió en El Arrayán, San Telmo, en The Garden (una huerta urbana) en Berlín y en La Maestranza en el puerto de Valparaíso; la permanencia necesaria de un espacio construido en un lugar abandonado, que como su nombre dice crece, se mueve, tiene vida propia, tanta que no sabemos cuál va a ser su destino.


¿Cómo es tu espacio en Londres?

Mi casa en Londres no es más que un garaje glorificado más o menos. Cuando me mudé allí hace diez años solo era un gran espacio oscuro y vacío. Ha sido como un gran lienzo en blanco donde me he desarrollado en los últimos años. Ha pasado por mil encarnaciones. Ha tenido numerosas instalaciones allí, y por supuesto es el lugar donde tengo mi restaurante clandestino, pequeño y secreto.

Pensábamos que había cerrado sus puertas cuando nos enteramos que estuvo abierta hasta hace pocos días.

¿Tu restaurante-casa sigue?

Ahora vuelvo en dos semanas para abrir de nuevo. Es una forma genial de mantener mi forma de vida gitana. Soy capaz de abrir cuando necesito. Seguir vale la pena para viajar y trabajar en proyectos menos viables económicamente.

¿Cómo se ambientaron tu casa y La Jardín?

Mi casa está llena de objetos que he recogido durante los años, se ha ido enriqueciendo a través del tiempo, algo que me gustaría ver que suceda con La Jardín, para seguir creciendo, encontrando más cosas, la creación de nuevas áreas, más plantas… Debe ser un espacio en constante evolución. Ahora estoy trabajando para añadir un nuevo recinto en La Jardín. Va a ser algo muy lúdico para estar afuera en primavera y pasar un buen rato. Además ya estamos en conversaciones con respecto a la forma de trasladarse a otro lugar después de nuestro tiempo en Factoría Italia (por su remodelación), tal vez otro espacio, antes de un largo viaje.


¿Tu proceso creativo?

Es muy natural. Trabajo con materiales que puedo encontrar y crear sobre la marcha, siempre con un boceto muy en crudo por las mañanas y luego literalmente construyo con lo que pillamos primero, creando a medida que avanzamos. Me gusta trabajar de esta manera y odio el exceso de planificación. Es por eso que trabajo mejor en mis propios proyectos, para otros es difícil convencerlos de que lo que hago se traducirá en algo único y hermoso. El trabajo debe ser divertido, al igual que la vida. Creo experiencias que son algo infantiles para el común de las personas. Soy lúdico como persona y mi trabajo debe ser de la misma forma (la experiencia de estar dentro de estos espacios). Son ideas muy simples creadas con materiales sencillos, con lo que encuentro. Muchas veces ni siquiera sé lo que es, otras es una lámpara, una ventana vieja o dos, pero de alguna manera creo que mi forma de poner las cosas juntas crea algo único.

W: lajardin.cl

"Santiago es un lugar increíble para trabajar y me resulta muy relajante. Mi español está mejorando poco a poco con mis amigos y por supuesto mi familia chilena sustituta, la Muhr. Alojo en mi hotel favorito en el mundo: el Hotel Foresta. Creo que he estado en todas las habitaciones. Me encanta el ambiente de Bar Don Rodrigo y el pequeño restaurante en el piso 7. Antes de que abriera La Jardín era mi hogar lejos de casa en las tardes".

"

No tengo un 'hogar' como tal, pero mi casa-restaurante me da para vivir la vida que siempre he soñado

", dice el artista inglés.

Su casa está sobre el callejón de Kingsland Road, en Londres, justo detrás de una puerta azul.

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