Histórico

Kjartan Fløgstad, escritor noruego: "En la ficción también hago crítica social"

Invitado a la Feria del Libro de Santiago, el autor tiene un estrecho vínculo con Chile.

Comenzaba la década del 70 y un barco llegaba desde Europa a Montevideo, Uruguay. Un joven alto y delgado, de origen noruego, trabajaba de engrasador en las máquinas de la embarcación.

Con 26 años, Kjartan Fløgstad avanzó en su recorrido personal dejando atrás Montevideo. Viajó a Buenos Aires y se instaló durante seis meses a vivir con el dinero recaudado a bordo. Luego cruzó la cordillera. Eran los días de la Unidad Popular en Chile.

"Un plan de turismo ideológico, pero la situación era muy tensa incluyendo toques de queda", recuerda hoy Kjartan Fløgstad a La Tercera, quien se convirtió en uno de los narradores más importantes de Noruega.

El hito de su carrera comenzó con la novela El camino del dólar, que se adjudicó el Premio de Literatura del Consejo Nórdico. Se sumarían más novelas y libros de cuentos y poesías. Además  de seis novelas policiales firmadas con el seudónimo de K. Villun.

Su obra sería un referente para los jóvenes narradores. Así es como Fløgstad aparece en algunos episodios de la saga del autor nórdico del momento, Mi lucha de Karl Ove Knausgård, desde su primera entrega, La muerte del padre.

Fløgstad volvería a Chile. Su novela Paraíso en la tierra (2002), distribuida por el sello español Lengua de Trapo, transcurre en parte en el desierto de Atacama con la historia local presente.

Traductor al noruego de obras de Pablo Neruda, Jorge Teillier, Julio Cortázar y Juan Carlos Onetti, Fløgstad es uno de los invitados estelares a la próxima Feria del Libro de Santiago, que se inaugura el 22 de octubre con un discurso de apertura del Premio Nacional Humberto Maturana, y que tiene a los países nórdicos como invitados de honor.

¿Por qué cree que la novela negra escrita por autores nórdicos se transformó en un fenómeno mundial? 

La novela negra trata siempre de secretos nefastos que se esconden bajo una superficie perfecta. Sólo hay que acordarse de la ciudad de Los Angeles en los años 40 y de las novelas de Dashiell Hammett y Chandler. En ambos casos todo parece perfecto y opulento. Visto de afuera, también las sociedades de bienestar nórdicas pueden parecer así, hasta que se asoma el asesino, todavía desconocido, que mató al primer ministro sueco Olof Palme o el terrorista noruego Anders Breivik. Es por eso que en mi ficción también hago crítica social.

¿Cómo recuerda a Chile? 

Sólo me quedé unas semanas. Estaba todo muy complicado con el gobierno de Salvador Allende, pero llegué a conocer algo del ambiente literario, y recuerdo que por primera vez leí la poesía de Pablo de Rokha, presentado como el antagonista secreto e infeliz de Neruda.

¿Cuál es el origen de la novela Paraíso en la tierra? 

Un buen día, hace 20 años, estuve en un castillo preincaico en el desierto de Atacama. Había una placa en la muralla que decía que los hallazgos arqueológicos habían sido llevados a Oslo por "un ingeniero noruego". Y allí están todavía, bien escondidos en el sótano del museo antropológico. En la novela trato de imaginar que este ingeniero ha tenido un hijo con una chilena, pero la traiciona, y vuelve sólo a su país natal. El hijo pasa la vida en Atacama y Chuquicamata, donde tuvieron lugar algunas de las peores atrocidades de la dictadura de Pinochet. Entonces el joven viaja en busca de su padre.

¿Qué pensó cuando se leyó en los libros de Karl Ove Knausgård? 

Es extraño verse transformado de autor de novelas a personaje ficticio de un escritor tan famoso. Su fama es mundial. Me nombra en varios tomos de Mi lucha y lo hace con gran respeto; es una alegría y un honor para mí. Así que el respeto es mutuo.

En Chile se discute cómo fomentar mejor la lectura ¿Qué elementos rescata del plan noruego?

En Noruega la literatura ha tenido un papel social y político más activo que en otros países, en parte porque es una nación joven porque hasta 1814 no logró su independencia. También ha sido importante defender el idioma de un país que sólo tiene 5 millones de habitantes. Existe un sofisticado sistema estatal de subvención de la literatura. No sólo se trata de becas, el Estado compra hasta mil ejemplares de nuevas obras literarias para distribuirlas a bibliotecas populares. Y en una sociedad tan igualitaria aún es posible pensar que una nueva novela la puede leer un obrero industrial, como un campesino o un embajador.

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