Histórico

La historia de Atlético Nacional se quedó sin un final feliz

El equipo de Medellín fue a jugar el Mundial por la memoria de Chapecoense. Sacrificó el torneo local pero en Japón se topó con una decisión cruel y un resultado inusitado.

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Entre la noche del lunes 28 de noviembre y la madrugada del 14 de diciembre transcurrieron apenas 16 días, pero ese período para Atlético Nacional fue casi una vida. Este miércoles, la historia que empezó con una tragedia culminó sin final feliz en Japón, donde el equipo colombiano cayó goleado ante Kashima Antlers (3-0) en la semifinal del Mundial de Clubes.

Nacional había ido a tierras niponas a "jugarse la vida", no solo por ser el campeón de la Copa Libertadores, sino por llevar la bandera de Chapecoense, tras el accidente que sufrió el equipo brasileño cuando viajaba a Medellín para disputar la final de la Copa Sudamericana y que acabó con la existencia de casi la totalidad de su plantel.

El infausto destino impidió a Nacional disputar la segunda final continental del año, pero en un gesto admirable solicitó a la Conmebol que el título fuese entregado a Chapecoense, pedido que fue aceptado por el organismo que rige el fútbol suramericano. El equipo de Medellín recibió por esto el premio Centenario Conmebol al Fair Play y, entonces, puso toda su ilusión e interés deportivo en el Mundial, incluso dejando de lado el torneo local, la cual debió jugar con juveniles en la semifinal (que perdió ante Santa Fe el pasado fin de semana) por la negativa de la Dimayor de aplazar el campeonato por la participación internacional del cuadro verde.

"Es una vergüenza", se quejó el técnico de Nacional, Reinaldo Rueda, antes de comenzar el Mundial de Clubes, pero la decisión de las autoridades colombianas ya no tenía vuelta atrás. Sin embargo, la historia aún tenía una página por escribirse. Más de cuatro mil hinchas del conjunto verdolaga viajaron a Osaka para apoyar a los suyos y tenían la hipotética final con el Real Madrid como objetivo, pero el hado volvió a cruzarse en la semifinal ante Kashima Antlers.

El partido pasó a la historia por ser el primero donde se usa oficialmente la tecnología del video para sentenciar una jugada. El juez húngaro Viktor Kassai decretó un penal a la media hora del encuentro, tras recibir la indicación de los árbitros asistentes y visualizar la jugada en un monitor situado a un costado de la cancha.

El penal cometido por Orlando Berrío sobre Daigo Nishi fue claro, pero el jugador japonés estaba en posición adelantada, algo que no fue observado en la revisión de la acción. Aunque el arquero Franco Armani indicó que "no se puede discutir nada. Es cuestión de criterio. El árbitro quiso ver la imagen de vuelta y ya", la realidad marca que un reglamento insólito y cruel empezó a marcar que en la noche japonesa -madrugada colombiana- no iba a lucir el sol para los de Medellín.

"Habíamos hablado sobre la situación del videoarbitraje y lastimosamente en la acción de Orlando (Berrío) choca con el jugador fortuitamente y el rival cae al suelo", sostuvo Reinaldo Rueda. "Estábamos advertidos sobre las cámaras de la FIFA, es una pena que nos haya pasado a nosotros", agregó el extremo Jhon Mosquera. Luego, Nacional tuvo una decena de ocasiones de gol, incluidos dos remates a los palos del propio Mosquera, pero en dos distracciones defensivas, los locales firmaron una goleada sorprendente e histórica.

"Pedimos disculpas a la gente que vino a apoyarnos y a la que madrugó en Colombia y el resto de América. Es un balde de agua fría", señaló, sin ocultar su decepción, el volante Alejandro Guerra. Armani lo secundó: "Estamos tristes, teníamos la ilusión de jugar la final, pero no se pudo. Hay que levantar la cabeza, a todos les decimos que esto sigue".

El libretista de la historia contemporánea de Nacional se confirmó como un aficionado a los desenlaces infortunados. Cuesta imaginarse un final peor para una historia que empezó con una tragedia pero que rápidamente fue impregnada de una solidaridad inconmensurable. Sin embargo, el fútbol no sabe de merecimientos y en Japón se dio el cierre a las dos semanas más tristes en la historia de Atlético Nacional.

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