Los “errores de cálculo” de Grau que enredaron el trámite presupuestario
Al margen de los cuestionamientos a las cifras económicas, a ojos de algunos legisladores, el ministro pecó en algunas decisiones tácticas que metieron un "ruido" evitable. Incluso, ello le valió un par de focos de rebelión en el propio oficialismo.
“Pensé que era un bluff”, dijo el domingo pasado en TVN el ministro de Hacienda, Nicolás Grau (Frente Amplio), al ser consultado por el inédito rechazo -en un solo acto- a 29 partidas del presupuesto el pasado 29 de octubre.
Si bien el hecho era solo una votación preliminar, aquel rechazo no estaba en los cálculos de nadie.
Ni siquiera el autor de la idea -para votar en un solo acto todas las partidas-, el senador José Miguel Insulza (PS), lo esperaba. En entrevista con La Tercera, admitió que él solo pretendía remecer el ambiente para tratar de salir del entrampamiento en que estaba el debate. “A lo mejor, encendí la pradera”, dijo.
El rechazo predecible
El problema es que los otros legisladores oficialistas tomaron al pie de la letra la idea del “pánzer”, quien ni siquiera estaba presente cuando se realizó la votación. La derecha vio una oportunidad y aceptó la apuesta. Grau y la jefa de la Dirección de Presupuestos (Dipres), Javiera Martínez, tampoco se opusieron, a pesar de que el desenlace era predecible.
En la mencionada comisión mixta, las fuerzas entre oficialismo y oposición están empatadas a 13 votos, por lo tanto, en una definición polarizada, esa igualdad se traduce inevitablemente en un rechazo. Ese día, además, faltaban cuatro representantes del oficialismo, versus dos ausentes de la derecha, escenario que era constatable a simple vista.
El resultado ratificó lo obvio: nueve votos a favor y 11 en contra. Por lo que las 29 partidas (al menos en su gasto variable) y todo el articulado de la Ley de Presupuesto fueron rechazados. Solo cuatro partidas se salvaron parcialmente, pues alcanzaron a votarse antes.
Si bien ello ahorró un debate, que para algunos ya era tedioso, le generó un problema práctico al Ejecutivo, ya que el principal inconveniente de la discusión presupuestaria siempre es el tiempo. Con este rechazo, reponer en tres semanas gran parte del presupuesto se transformó en una tarea titánica.
Al menos esta semana, la oposición accedió a reponer el puente cortado y desarrollar un diálogo técnico entre asesores de Hacienda y Chile Vamos.
La rebelión oficialista
Este último paso, sin embargo, trajo un coletazo inesperado: molestó a los senadores socialistas, que, encabezados por la presidenta del partido, Paulina Vodanovic, se restaron de la reunión de coordinación de Grau con legisladores oficialistas, el martes pasado.
Posteriormente, tampoco participaron del punto de prensa, en el que Grau, acompañado por representantes de otras tiendas aliadas del gobierno (PC, DC, PPD y Frente Amplio), intentó hacer una demostración de fuerza.
La rebelión socialista no solo se debía a la supuesta preferencia que le había dado Grau a la oposición, con la que se reunió el lunes, antes de fijar una postura unitaria del oficialismo. Hace semanas que venía incubándose un malestar por recortes en áreas sensibles, especialmente en período electoral, para el PS, por ejemplo, en materia de Vivienda, Educación y beneficios para los adultos mayores. “La Dipres no tiene calle”, dijo Vodanovic.
También hubo dos decisiones en la elaboración del presupuesto que despertaron críticas tanto del oficialismo como de la oposición: la eliminación de la llamada glosa republicana (fondos de libre disposición para que un futuro gobierno financie prioridades) y la no incorporación explícita de los recursos para el reajuste al sector público.
El senador Ricardo Lagos Weber (PPD), quien al menos estuvo en la reunión del martes con Grau, volvió a señalar que estas medidas -avaladas en una recomendación de un grupo de expertos- pudieron haberse socializado mejor, ya que generaron “ruidos” evitables.
Otras sorpresas
En el oficialismo y en la oposición también estaban profundamente molestos con otra sorpresa de Hacienda. Varios legisladores admiten que se enteraron por la prensa de que el Ejecutivo pretendía recortar los reembolsos de gastos de campaña que entrega el Fisco a los candidatos por cada voto obtenido.
Para varios, la medida era inconstitucional, abría un debate impopular a días de las elecciones y generaba un problema financiero, pues candidatos de todos los sectores ya habían adquirido créditos que se iban a financiar con esa devolución fiscal. Fue tal el ruido que generó, que finalmente el mismo Grau anunció que no insistirían con ese recorte de platas políticas.
Otro de los ruidos innecesarios, a juicio de parlamentarios, fue un intento de amarre que dispuso Grau de los fondos que recibiría Gabriel Boric una vez que deje La Moneda. Si bien el pago de dietas (rentas privadas) de los exmandatarios sí está protegido por una ley permanente (que no se puede eliminar), las llamadas asignaciones para oficinas, personal y traslados son un gasto variable que se aprueba anualmente en la Ley de Presupuesto. La oposición no dejó pasar ese punto y rechazó estos fondos.
No obstante, lo que más irritó al bloque opositor fue la rigidez del ministro en esta discusión.
Si bien el titular de Hacienda se caracteriza por ser respetuoso y no usar palabras agresivas, le dio un portazo público e inmediato a la idea levantada por el diputado Agustín Romero (republicano) de recortar US$ 2 mil millones al presupuesto.
Tras la respuesta de Grau, algunos opositores, como el diputado Miguel Mellado, dijeron que extrañaban al exministro Mario Marcel, quien, a juicio de ellos, en una circunstancia similar se habría abierto a conversar a puertas cerradas para tratar de encontrar una cifra intermedia que ayudara a salir del trance legislativo.
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