El planeta se derrite: EE.UU., Canadá, Italia, Grecia, Groenlandia y Turquía sufren las consecuencias del cambio climático en el hemisferio norte

Las llamas queman una montaña en la aldea de Plátanos, cerca de la antigua Olimpia, en el oeste de Grecia. Foto: AP

Europa , Asia y Amércia del Norte está siendo azotada por una serie de fenómenos climáticos extremos, con incendios forestales, temperaturas superiores a 50°C, olas de calor y deshielos.


Altas temperaturas, olas de calor, deshielos, inundaciones, altas presiones, ausencia de vientos, incendios y sequías son algunos de los ingredientes que afectan actualmente al planeta. En invierno o verano, y en distintos continentes, el cambio climático está causando estragos.

En Chile, a pesar de estar en invierno, la estadística indica registros cercanos a 30°C, acompañado de olas de calor. Esto además de un importante déficit de lluvias de 50% en la zona central y 84% en la Región Metropolitana, considerando el invierno meteorológico. El actual invierno se posiciona como el más cálido y como el segundo más seco de la historia en el país, con solo 22,9 mm de agua caída.

En buena parte de Europa la situación es aún más compleja. Italia, Chipre, Grecia, Groenlandia y Turquía sufren la consecuencias del cambio climático en pleno verano. Las olas de calor han producido altas temperaturas en la región. “La temperatura en la superficie del suelo en Turquía y Chipre superó nuevamente los 50º Celsius”, indicó la Agencia Espacial Europea (ESA).

También se han visto seriamente afectados por incendios, los que han dejado decenas de fallecidos. Algunos granjeros en Turquía señalaron que “nunca habían visto nada igual”. Por su parte, Grecia es testigo de la peor ola de calor en 30 años. En Italia, Sicilia ha registrado 160 incendios en los últimos días, con más de 30.000 hectáreas quemadas. En Groenlandia una ola de calor provocó deshielos de aproximadamente 8.000 millones de toneladas (posee la segunda capa de hielo más grande del mundo después de la Antártica).

Imagen obtenida el pasado 29 de julio por el satélite Copernicus Sentinel-2 muestra verdaderas lagunas en el hielo de Groenlandia que se está derritiendo a un ritmo nunca visto. Foto: Reuters

El mismo escenario se repite en EE.UU. El Servicio Meteorológico Nacional en Las Vegas emitió un aviso de riesgo de calor “muy alto”, para gran parte de California y Nevada, además el noroeste de Arizona y el suroeste de Utah. Esto considera ciudades como Sacramento, Bakersfield, Las Vegas, Palm Springs y Phoenix.

Martín Jacques, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 y académico del Departamento de Geofísica de la Universidad de Concepción, señala que las olas de calor son eventos meteorológicos extremos que corresponden o son consecuencia de patrones de circulación del aire característicos. En particular, se producen por una alta presión que genera una suerte de bloqueo de la circulación, un estancamiento del aire y eso inhibe la formación de nubes y genera entonces condiciones de muy alta radiación solar. “Y también de estabilidad atmosférica, lo que significa que generalmente tenemos zonas de descenso de aire, entonces el aire se comprime y se calienta también, además de la radiación solar. Estos factores, si son persistentes en el tiempo, pueden generar altas temperaturas y si tenemos altas temperaturas por varios días, sobre un cierto umbral, sobre un cierto valor crítico, entonces se clasifica ese evento como ola de calor”.

Esta es la situación que vemos ahora en el centro de Chile, donde hemos estado presenciando una ola de calor de invierno. “Las olas de calor de invierno presentan temperaturas máximas sobre esta temperatura crítica. Con valores cercanos a los 30 °C ya tenemos olas de calor de invierno, porque las olas de calor son relativas al momento en que suceden”, añade Jacques.

Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, explica que lo sucedido en el hemisferio norte, “se debe a que se está calentando mucho más rápido que el del sur. Lo que estamos viendo en ese hemisferio es una ventana de tiempo y es lo que va a sucedernos a nosotros en el hemisferio sur, más pronto que tarde. La diferencia es que el hemisferio norte comenzó a calentarse antes que el sur y lo está haciendo más rápido”.

Luis Carrasco, académico de la Escuela de Prevención de Riesgos y Medio Ambiente de Universidad Tecnológica Metropolitana, explica que la temperatura de la Tierra ha aumentado más de 1ºC desde el período anterior a la Revolución Industrial y no deja de subir, según datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). “Si se sigue emitiendo más dióxido de carbono, su concentración en la atmósfera alcanzará máximos históricos. Este gas es capaz de permanecer allí durante siglos, y el que está en los océanos aún más, ’perpetuando’ así el calentamiento global”.

California se ha visto seriamente dañado por el calor y por los incendios. Foto: AP

La ola de calor es una condición atmosférica que se produce cuando las temperaturas alcanzan niveles extremos en determinadas épocas del año y se generan por una masa de aire caliente que llega desde otro continente. “Éstas serán cada vez más intensas y frecuentes conforme pasen los años. La comunidad científica asegura que el calor en todo el mundo está vinculado con actividades humanas como la deforestación de bosques y selvas, quema de combustibles fósiles y excesivo uso de fertilizantes. A medida que avanza el calentamiento, provoca cambios en el ambiente que a su vez pueden provocan otros cambios climáticos en donde se destaca la variabilidad climática, olas de calor y frío”, señala Carrasco.

¿Por qué el hemisferio norte se está calentando más rápido? “Por efecto de la Antártica y el Polo Norte. La Antártica no se está calentando tanto como el Polo Norte, lo que de alguna manera nos está protegiendo”, agrega Cordero.

En el caso de Grecia, por ejemplo, y zonas del Mediterráneo en Europa ahora, “lo que estamos presenciando son olas de calor de verano. Por lo tanto, este valor umbral sobre el cual tiene que estar la temperatura máxima por varios días persistentemente es mucho más alto y ahí las olas de calor que estamos presenciando sobrepasan los 40 °C”, explica el investigador del CR2.

Jacques considera que en el centro de Chile ahora y en el Mediterráneo, particularmente en Grecia, “lo que vemos es esta condición de bloqueo atmosférico producido por una alta presión. En el caso de Europa, esto se proyecta como un valor posiblemente récord de temperatura a nivel europeo. Así que, por supuesto las olas de calor son esperables cada verano, pero valores tan altos como los que estamos viendo en Grecia, son completamente extraordinarios”.

Un auto quemdado en Varybombi, un suburbio de Atenas, afectada por incendios forestales debido a una ola de calor. Foto: AFP

El académico de la Utem argumenta que el cambio climático es una de las responsables de estas olas de calor. “En términos científicos, una ola de calor se produce conforme las ondulaciones atmosféricas se vuelven más amplias y estacionarias. Las ondas pueden ser de aire frío o caliente, invaden regiones fuera de su latitud habitual. El resultado: intercambio entre masas de aire frío y caliente que dan lugar a las olas de calor. Pese a que éstas son un fenómeno que se produce de manera natural, los científicos observan que la frecuencia y la intensidad de las mismas no lo es tanto”.

El calentamiento global es una causa del cambio climático

En la primera y segunda década del siglo XXI, las olas de calor han sido más intensas y frecuentes que las observadas en las décadas de los 70, 80 y 90. De tal modo que el factor humano es relevante en el aumento global de las temperaturas. “El calentamiento global es la causa del cambio climático, con el aumento de la temperatura del planeta provocado por las emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero derivadas de la actividad humana, se producen variaciones en el clima que de manera natural no se producirían; para mediados de siglo las temperaturas promedio de verano podrían ser hasta 4,5 grados más altas. Las olas de calor serían con toda seguridad más frecuentes, y más intensas”, establece Carrasco.

El hecho de que cada verano se vayan batiendo récords de temperatura de forma sucesiva o que prácticamente cada año suceda eso, nos está mostrando que hay una tendencia hacia valores promedio de la estación cada vez más altos, ya sea verano o invierno. “Eso entonces es una suerte de escenario de condición de fondo más cálida, que por lo tanto facilita la ocurrencia de eventos extremos. Hay que considerar que tenemos un escenario más cálido, por ejemplo, las temperaturas están siendo más cálidas en términos generales, entonces sobrepasar estos umbrales de temperatura para que se determine una ola de calor es más fácil y ese es el efecto del cambio climático, que está generando una condición de fondo más cálida”, señala Jacques.

El derretimiento del hielo en Siberia también es consecuencia del cambio climático. Foto: Reuters

Jacques agrega que hay que ver esto como una superposición de factores, uno lo puede ver como una muralla en la que hay ladrillos, uno sobre el otro. “Entonces, si tenemos una parte de la muralla construida con un verano cálido en Europa, por ejemplo, el de ahora, es más fácil añadir sobre esa parte de la muralla un par de ladrillos más, que serían las condiciones meteorológicas particulares que genera la ola de calor, ese es el efecto del cambio climático”.

La Tierra ya se ha calentado y enfriado en otras ocasiones de forma natural, “pero los ciclos siempre han sido más lentos, desarrollándose en millones de años, mientras que ahora y como consecuencia de la actividad humana, estos ciclos son rápidos y violentos, los que podrían traer impactos que en otras épocas superaron 200 años. Como consecuencia de esto, enfrentamos pérdida de biodiversidad, derretimiento de glaciares, fenómenos climáticos extremos, acidificación de océanos, cambios en los hábitats, entre otros”, agrega Carrasco.

Calentamiento Global
Los deshielos son una importante consecuencia del calentamiento global.

El Acuerdo de París estableció como objetivos mantener el aumento de la temperatura media global a no más de 2 °C y tratar de no superar los 1,5 °C. Se entiende que el acuerdo se refiere a aumentos durante un largo período de tiempo en lugar de un solo año. “Por el momento, las proyecciones sugieren que incluso con las promesas recientes de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, el mundo está en camino de calentarse hasta en 3 °C”, sostiene Carrasco.

Y ¿esperamos que esto se siga viendo en el futuro? “Sí, efectivamente esperamos eso, porque el calentamiento global es consecuencia de un aumento sostenido de los gases de efecto invernadero en términos históricos, es decir los gases de efecto invernadero que se han emitido desde hace muchas décadas, entonces esperamos que ese efecto siga presente hacia el futuro. Eso no impide que eventualmente tengamos un verano relativamente frío en Europa o un invierno nuevamente más frío en Chile central, eso es parte de la variabilidad interanual, año a año que puede existir, y es esperable que haya nuevamente inviernos lluviosos en Santiago o más fríos. Pero, en general, la tendencia que esperamos, en términos más amplios en el tiempo es una tendencia sostenida al calentamiento y por lo tanto tener nuevos récords de temperatura de aquí al futuro”, analiza Jacques.

A medida que el clima se calienta, tendremos más meses por encima de 1,5 °C, “luego una secuencia de ellos, luego un año entero en promedio por encima de 1,5 y luego dos o tres años y luego prácticamente todos los años. Hay un riesgo significativo de convertir los sistemas naturales, que actualmente ayudan a mantener bajas las temperaturas, en fuentes masivas de carbono que nos pondrían en un “camino irreversible” hacia un mundo que está 4 o 5 grados más cálido que antes de la Revolución Industrial, donde el planeta ya no sería el mismo”, señala el docente de la Escuela de Prevención de Riesgos y Medio Ambiente de la UTEM.

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