Érase una vez Marlon Brando en Cartagena

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Queimada.

Estrenada en 1969, la película Queimada, del italiano Gillo Pontecorvo, hizo que el actor de El Padrino visitara Cartagena, en Colombia. Marlon Brando pasó por la ciudad amurallada y dejó un halo de desorden y revolución que se puede rastrear hasta hoy.



El único registro físico que existe del paso de Marlon Brando por Cartagena es una placa. Afuera de La Quemada, un hotel con un club nocturno adjunto, se lee:

En esta casa se filmó la película QUEIMADA de Gillo Pontecorvo con los actores Marlon Brando y Evaristo Márquez en 1968

Marlon Brando llegó a Cartagena un sábado de octubre, en 1968, y se quedó aquí durante casi cuatro meses. Hay quienes dicen que aquella visita trazó un antes y un después en la historia de Cartagena. Después de Queimada la ciudad se desordenó, el orden social cambió y se creó un mito cinematográfico colombiano. O, más bien, cartagenero.

"Hasta ese entonces todo estaba muy segregado: por un lado, la burguesía y, por el otro, la gente negra de barrios populares", dice Amaury Muñoz. Él tenía 20 años y era actor de teatro en esos días. Participaba en grupos artísticos y culturales de la ciudad que incluían a gente de las tablas y a artistas plásticos, músicos y pintores.

Amaury consiguió trabajo en la parte de producción. "Con la película todo cambió. Por eso fue muy importante. Se armó una nueva geografía al integrar las razas. Y, además, ver a Brando por la calle era impactante. Tenía un carácter duro".

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Marlon Brando en Queimada.[/caption]

Era un momento bisagra en la carrera de Marlon Brando. A finales de los años sesenta, ese "hombre enojado joven —el delincuente, el duro, el rebelde— que se situó en el centro de nuestra experiencia común", como escribió la crítica de cine estadounidense Pauline Kael, bordeaba sus 45 años. Era uno de los actores más famosos de Estados Unidos y, aparte de su carrera cinematográfica, Brando había forjado una faceta social. Reunía dinero para ayudar a grupos afroamericanos y de otras minorías, incluso algunos violentos como las Panteras Negras.

Con ese trasfondo, Marlon Brando aceptó la propuesta de viajar a Colombia para filmar este proyecto que le interesaba en especial por el director, Gillo Pontecorvo, un italiano que venía de dirigir una película política y combativa: La Batalla de Argel. Pero también le gustaba porque se vinculaba con su faceta social: una historia sobre esclavitud ambientada en la Colonia y en una isla en el Caribe donde los conquistados se quieren rebelar contra sus conquistadores. Eso, en el contexto de los años sesenta y con temas como el racismo y la inclusión social debatiéndose, se podía leer como una oportunidad para sentar posición.

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En la vida de Marlon Brando, sin embargo, parece que se tratara de una película fantasma. Al menos fuera de Cartagena. Queimada no existe en el canon hollywoodense. Marlon Brando tampoco la menciona demasiado: le dedica apenas unas tres páginas de su biografía Canciones que me enseñó mi madre a narrar su paso por Colombia. Y en esas líneas solo habla de una cosa: del choque de egos que fueron esos meses de filmación. En una esquina, Pontecorvo, el director italiano exiliado que leía teoría marxista y veía el cine como un factor de cambio social. En la otra, el propio Brando, quien venía de interpretar a Napoleón, a Emiliano Zapata y otros personajes demandantes.

"Se la pasaban peleando. Brando tenía un carácter de puta madre. Muchas veces había que ir a buscarlo porque se enojaba como nadie y se iba sin terminar las escenas". El recuerdo de Amaury coincide con Brando cuando en la referida biografía confiesa que odiaba que Pontecorvo intentara colar sus ideas políticas en la película: "Algunas de las líneas que quería que dijera eran sacadas del Manifiesto Comunista. Me negaba a hacerlo". Cuando eso sucedía, el director aplicaba otra fórmula: lo obligaba a repetir una y otra y otra vez ciertas escenas. "Creía que me iba a cansar de esa forma y yo iba a ceder y leería sus diálogos". Pero el actor no le seguía el juego. Y hasta contraatacaba: en los descansos entre las escenas, Brando se sentaba a leer The Wall Street Journal, un diario que para el director italiano era lo peor del mundo, la pesadilla capitalista.

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Las locaciones usadas en la película fueron el edificio de la Gobernación, la plaza y la iglesia de Santo Domingo, la calle Arsenal, el mercado de Getsemaní y las cercanías del Puente Jiménez. Esos son los lugares que recuerda Fernando Gómez, otro de los cartageneros que trabajaron de extras. Entonces tenía 23 años. Pasó doce días en el set y casi siempre le tocó ponerse un traje militar. "Se filmaba de lunes a sábado, de ocho a cuatro de la tarde, siempre bajo un intenso sol. La única vez que vi a Brando en las grabaciones fue cuando se asomó en un balcón de la Gobernación y los extras teníamos que sostener pancartas, como en una protesta".

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Queimada.[/caption]

Varias escenas se filmaron en Bocachica. Evaristo Martínez, el actor que interpretó a José Dolores, el brazo derecho de Brando en el filme, venía de ahí. "Evaristo iba en burro. Era campesino. Y el italiano estaba buscando a alguien negro, porque el actor que vendría de Estados Unidos renunció. Llevaba varios días recorriendo lugares hasta que lo encontró". Orby —así pide que lo llamen— vende cuadros a los turistas que se pasean por la plaza Santo Domingo. Dice que en ese entonces vivía en Bocachica. Dice que tanto él como sus hermanos actuaron como extras. Dice que conocía a Evaristo y luego narra el momento en que el director italiano lo encontró. "Vio a Evaristo a lo lejos, en el burro, y lo apuntó con el dedo. Hablaron con él. Imagina que Evaristo no sabía nada de actuación, pero le ofrecieron mucho dinero. ¡Mucho! La verdad es que todos ganaron en esos días. La película dejó dinero por todas partes".

Brando afirmó en varias entrevistas —y, por supuesto, en su biografía— que en medio de la filmación descubrió que los extras blancos recibían trato distinto al que se les daba a los negros, pues a estos últimos les daban una comida barata. Y dice que Pontecorvo le alegó algo como "Eso es lo que les gusta. Eso es lo que siempre les ha gustado". Brando no creyó la versión del director, le hizo preguntas a gente del equipo y una de ellas le dijo que en verdad el director solo intentaba ahorrar dinero. No solo eso: Brando descubrió que había diferencia en los sueldos y que a los extras blancos les pagaban más. Volvió a encarar al director italiano, esta vez aún más enfurecido: "¡Esta película es sobre blancos explotando a los negros!".

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El director no tomó en cuenta el reclamo y siguió con otras escenas. Entonces, esa misma tarde, Brando armó su maleta y se fue al aeropuerto. A punto de subirse a un avión con destino a Los Ángeles, en la puerta de embarque, un mensajero se le acercó y le comunicó que Gillo Pontecorvo se comprometía a arreglar la situación de los extras. Aceptó y regresó a la ciudad. Por un par de días el choque de egos se suspendió. Aunque no por mucho tiempo: Pontecorvo no cambió sus políticas con los extras y Brando se enteró. Esta vez sí voló a Estados Unidos y cuando lo fueron a buscar —esta vez ya en Los Ángeles—, Brando exigió que Queimada se terminara de filmar en África. Y así fue.

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Queimada no solo desordenó Cartagena: la película inyectó mucho dinero a la ciudad. Funcionaba de esta forma: si la producción necesitaba usar una calle, hablaban con los dueños de las tiendas. Pedían que las cerraran y les preguntaban cuánto ganaban al día y se lo duplicaban para que aceptaran. Luego, además, les ofrecían trabajo como extras.

Allí sigue el edificio con la placa. La Quemada es un hotel y también un "club spa nutricional Herbalife". Ahí está, en medio de restaurantes y tiendas que proyectan una Cartagena moderna, cosmopolita, ajena a lo que proyecta el local. Su historia antecede a la película: primero se llamaba Alster, y era un café donde los jóvenes iban a jugar billar. Con la filmación de Queimada, la producción transformó el lugar en una taberna colonial inglesa para que Sir William Walker, el personaje de Brando, se paseara y una vez finalizada la película la pusieron a la venta. El nombre del local pasó a ser La Quemada y se convirtió en una taberna donde se podían escuchar los boleros del guitarrista Sofronín Martínez. Desde 1969 hasta mediados de los años noventa, el local mantuvo ese espíritu. En 2002, en el contexto del Festival Internacional de Cine de Cartagena, se puso la placa que ahora conmemora la película, aunque a esas alturas el local ya había mutado en otra cosa. Cosas de los tiempos: si en Queimada hay piratas que se emborrachan, pelean y se acuestan con prostitutas, algo de ese espíritu permanece en el local. Según Amaury Muñoz, "se convirtió en un vertedero de barcos. El público eran los marineros que pasaban por Cartagena". Otro cartagenero que recayó esta noche narra algo similar: "Es un lugar de bajada. Todo oscuro. Y las mujeres no están muy bien. Uno llega y están todas sentadas, pero no se acercan. Ni siquiera te intentan seducir. No trabajan".

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Queimada se estrenó en 1969. Y, pese a la excelente crítica que tuvo, el filme pasó desapercibido tanto en Estados Unidos como en Europa. De hecho, hasta hubo problemas con el título: en un principio la película se llamaría —en inglés— Burnt!, pero sonaba mal y se cambió a Burn! En español, en tanto, hoy se conoce como Queimada y no "Quemada", pues los colonizadores del filme son de Portugal. Pero ninguna de todas esas confusiones importó en Cartagena. Aquí la película tuvo una vida diferente. Según Fernando Gómez, las proyecciones se llenaban: "Todos estaban pendientes de la película cuando se estrenó. La dieron en todos los teatros de la ciudad. Las personas que participaron de extras iban para ver si se encontraban en ella. Yo no me vi".

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En los años siguientes, Marlon Brando actuó en El Padrino, hizo El último tango en París y descolló con Apocalipsis Now! Al lado de esas películas, la de Pontecorvo no alcanzó a destacar. Queimada —y con ella, Cartagena— es una nota al pie en su cinematografía, aunque murallas adentro el filme tenga una vida propia y sea un mito local que a ratos —solo a ratos— trasciende la placa conmemorativa.

"Creo que hice la mejor actuación de mi vida en esa película —escribió Brando en su biografía sobre el filme—. Pero pocas personas la vieron".

https://www.youtube.com/watch?v=nd_WPdc2Mgg

* Agradecimientos a Willy McKey, la fundación Gabo y a Daniel Samper Pizano.

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