“No me gusta el exceso de europeísmo que hay en Chile. Existe una preferencia por el blanco de ojos azules”: la opinión de Chespirito sobre los chilenos

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En el año en que se cumplen cinco décadas del debut de El Chavo del 8 como programa independiente, recordamos la mirada que tenía Roberto Gómez Bolaños del país, el que conoció en distintas visitas y a través del suceso de su programa.


2023 ha sido un año de celebración para todo lo que rodea el universo de Chespirito. El pasado 26 de febrero se cumplieron 50 años de la emisión del primer capítulo de El Chavo del 8 como serie independiente, a través de Canal 8 de México, luego que se escindiera de un bloque más general bautizado precisamente como Chespirito.

¿Cuál fue ese primer episodio que hizo despegar la leyenda? El reventón de globos se llamó la entrega donde todos los personajes clásicos de la vecindad se presentaron con los dotes y características con que timbrarían la inmortalidad. Ahí, por ejemplo, Don Ramón (Ramón Valdés) le da su primer coscorrón con sonido de campana al Chavo (Roberto Gómez Bolaños), luego que casi rompe un foco que él había puesto unos minutos antes. Luego, Quico (Carlos Villagrán) y Doña Florinda (Florinda Meza) inflan e instalan unos globos en el lugar, pero el Chavo los termina rompiendo todos.

Por lo demás, el propio Don Ramón confunde al Señor Barriga (Edgar Vivar) con un globo, en otro momento ya mítico y habitual del sketch mexicano. Pero además hay otros hitos de ese primer cara a cara que los espectadores mexicanos tuvieron con el programa: es primera vez que aparece el barril del Chavo en la vecindad, lo que en rigor es su casa; y Don Ramón curiosamente le paga la renta a tiempo al Señor Barriga, reconociéndole que ya consiguió trabajo. No volvería a suceder nunca más.

El suceso de la serie fue inmediato y no tardó en extenderse a Latinoamérica. Hacia mediados de los 70, empezó a emitirse en Chile a través de TVN, por lo que parte importante del territorio nacional pudo conocer del elenco y su trama a través de la pantalla chica.

Pero el mayor ejercicio de devoción entre Chile y Chespirito llegó en octubre de 1977. En ese mes, los actores arribaron al país para realizar una gira que partió en Viña del Mar y luego siguió por Santiago, La Serena, Arica, Antofagasta y Rancagua.

El Chavo del 8 y su elenco en Chile, 1977. Archivo Histórico / Cedoc Copesa.

La cima de euforia sucedió en el capitalino Estadio Nacional, donde el programa realizó dos espectáculos el miércoles 12 de octubre. Una cita que es considerado algo así como el primer megaevento que se levanta en el reducto, mucho antes que Rod Stewart en 1989 empezara a poner de moda hasta hoy el mismo concepto.

Las puertas del coliseo se abrieron a las 9.30 de la mañana y el grupo actuó sobre un ring de boxeo ubicado en el círculo central de la cancha adaptado para la ocasión, sin cuerdas. Al lugar, llegaron 35 mil personas para ver ambas funciones. Como si fuesen un equipo de fútbol, los personajes fueron entrando uno por uno al gramado de Ñuñoa, donde recibieron el aplauso cerrado del respetable.

Según los registros de la época, el más ovacionado por lejos fue Don Ramón. El estadio casi se vino abajo con su sola aparición. Cada una de las presentaciones se extendieron por cerca de dos horas y mostraban un libreto básico donde abundaban los cachetazos, los tortazos, las caídas, los tropezones, las burlas y el vocablo típico del programa: no era más que un capítulo de El Chavo del 8 reproducido y actuado para una multitud.

Don Ramón, parte del elenco de El Chavo del 8 en Chile, 1977. Archivo Histórico / Cedoc Copesa.

Todo fue un éxito, pero el tiempo agregó un aspecto político. Los shows en el Nacional sucedieron cuatro años después de que fuera ocupado como centro de detención y torturas tras el golpe militar que derrocó a Salvador Allende en 1973. En su libro autobiográfico titulado Sin querer queriendo, publicado en 2005, Gómez Bolaños tocó el tema.

Aseguró que ninguno de los actores tenía conocimiento de los hechos ocurridos, pero de haberlo sabido, “de todos modos habríamos trabajado ahí.” Según su lógica, de aplicarse un criterio de cancelación, “ningún actor debería presentarse en el Zócalo de México, donde se enlodó la memoria de todos los que fueron asesinados durante la Decena Trágica”.

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No fue la única alusión de Gómez Bolaños a Chile en su larga trayectoria. Por supuesto que siguió viniendo muchas veces, a programas de TV o esa vez de 2008 cuando vino a presentar en el teatro Teletón su obra 11 y 12, escrita por él y protagonizada por su esposa, Florinda Meza.

REUTERS/Henry Romero (MEXICO)

Dos años después, en 2010, La Tercera pudo entrevistarlo de manera extensa en su residencia en la Colonia del Valle, en Ciudad de México. Sentado en una pieza atiborrada de recuerdos, entre figurillas relucientes del Chapulín Colorado o el Chómpiras, secuencias fotográficas que lo mostraban en sus años juveniles, dibujos de la vecindad obsequiados por el caricaturista Quino y cuadros gigantes donde aparecía todo el elenco del espacio, salvo Carlos Villagrán, el actor también tuvo un par de palabras para el país.

“Tuve la fortuna de codearme con grandes, como el humorista chileno Lucho Navarro. Era extraordinario. Es uno de mis grandes vínculos con Chile, porque además le escribí libretos en México”, partió diciendo con respecto al comediante e imitador nacional que hizo fama en México a través de, entre otras vitrinas, el cine.

Luego Chespirito siguió: “Sigo admirando mucho de su país, aunque a veces no me gusta un poquito el exceso de europeísmo que hay en Chile. No hay una discriminación abierta, pero sí existe una preferencia por el blanco de ojos azules. En México no encaja eso”.

¿Dónde había visto esas actitudes? Así respondió el cómico: “En la abstención de lo otro, del origen americano. Y hablo de América no como lo aplican los gringos, sino como el concepto más real. También pasa en Argentina, no quiero que parezca una sola crítica a Chile”.

Pero no fue lo único a lo que se refirió esa vez. Por ejemplo, también reveló los errores que había cometido en su carrera: “Alguna vez hice un chiste de manera no muy drástica acerca de los homosexuales. Pero luego me dije: ‘¿qué estás haciendo Roberto? Tienen derechos como todo el mundo’. También durante un tiempo hubo un sketch en que Ramon Valdés hacía de borrachín y yo me mataba de risa. Era decir: qué simpático son los borrachines. Pero no es cierto: son odiosos. Y es dañino”.

Gómez Bolaños finalmente falleció el 28 de noviembre de 2014, a los 85 años. Los homenajes y los aplausos se amplificaron por toda Hispanoamérica.

"Chespirito" y Florinda Meza juntos durante su juventud.

En esa misma entrevista con La Tercera, ya daba pistas de su relación con la muerte. “La muerte no me preocupa: me da curiosidad. Tiene que llegarnos a todos. Pienso a diario en ella. Y no ahora, desde siempre. Porque es la súper incógnita: qué va a pasar. Me angustia, pero no demasiado. Creo que no pasa nada terrible”, decía.

Después continuaba: “Hasta tengo una poesía acerca de ella (se acomoda, toma aire y recita): ‘Yo que iba tan tranquilo/ acercándome al final de mi vida terrenal/de pronto dudo y vacilo/ ¿es verdad que no hay asilo para el alma?/¿que morir es dejar de asistir?/¿que la fugaz existencia no tiene la trascendencia que me dejaron intuir?/No, eso no por favor/ Yo con mi libre albedrío/no me atrevo a decir ¡Dios mío, que debe haber un error!/ Y perdóname Señor si con esto/te molesto/ Sin embargo, de algún modo te lo tengo que decir:/ no me vayas a salir con que aquí se acaba todo’”.

“Yo quiero ser recordado como un tipo bueno. Un buen hombre. Recuérdenme como quieran, porque no quiero homenajes, ni monumentos, ni maratones del Chavo en TV, ni discursos del presidente ni nada de eso”, concluyó.

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