Un diálogo inédito con Patricio Bañados: “El golpe militar fue un hachazo”

Sinónimo de categoría en la televisión chilena, el periodista -fallecido este domingo a los 87 años- fue el primer reportero de la pantalla que salía a la calle. En esta entrevista inédita realizada hace un par de años, revela cómo se hacía televisión en los 60, y los prejuicios que debió enfrentar en la Unidad Popular trabajando para TVN, que lo llevaron a emigrar antes del golpe.


-¿Cómo era la televisión chilena en los inicios de los años 60?

“El Canal 9 de la Universidad de Chile fue, en la parte técnica, hecho por los estudiantes de ingeniería, gran parte de los equipos. Incluso una de las cámaras fue hecha por los estudiantes, que no tenía visor, así que el camarógrafo se guiaba por una pantalla de televisión, ahí veía lo que estaba encuadrando. Con esa cámara se transmitió el primer partido de fútbol en la historia de Chile, el 5 de mayo del año 62, en que vino el Zaragoza de España a jugar con la selección chilena que se preparaba para el mundial. Teníamos esas dos cámaras, y la que seguía el juego era la que no tenía visor, y el camarógrafo Fernando Valenzuela no perdió nunca de vista la pelota, a pesar de la dificultad. Fue una proeza. La otra cámara la tenían para mí, para entrevistar gente en las tribunas.

Teníamos un estudio, en el quinto piso de ingeniería con una sola sala del tamaño de un patio, con sus iluminaciones y una franjita donde estaba el control, el switch. Raúl (Aicardi) me dio esas instrucciones, que teníamos que ir paso a paso, al punto que al comienzo nadie se movía en cámara. Fue un acontecimiento cuando Raúl me dijo ‘hoy nos vamos a mover, vas a estar de espaldas a la cámara, y cuando te den la señal te das vuelta’. Raúl era sumamente estricto en lo que quería, por ejemplo, jamás hubiera permitido que se mostrara un arma. Había directores jóvenes que querían hacer cosas más vivas, para entretener a la gente, y una vez uno quiso mostrar un arma, y no pudo, por ningún motivo.

Había actores que recitaban Shakespeare, el mercader de Venecia. Pero era estática la televisión, y consistía en cada fenómeno que presentábamos, llevarlo al fondo. Si había un (combate) boxeo particularmente espectacular en la semana, traíamos un boxeador o un médico que explicara los efectos de los golpes en la cara de una persona, un promotor que solía llevarse toda la plata. Era una tevé pausada, sin embargo, se atrevió a un montón de cosas, como la primera transmisión al aire libre, cuando llegó el cardenal Silvio Enríquez desde Roma, que había sido nombrado cardenal la semana anterior. Llegó y lo espero Canal 9, porque Canal 9 hizo todos estos experimentos.

El de la católica apostaba más por documentales, una cosa más atractiva y fácil. Bueno, se le esperó en el parque Cousiño, en lo que se llama plaza Ercilla, y para esto teníamos una sola cámara, porque en el estudio teníamos que dejar la otra, por si sucedía algo. La orden de Raúl fue, que esto del cardenal lo íbamos a transmitir, los discursos y un poco de guitarreo folclórico, pero que lo esencial era que por primera vez se mostraría en tv al chileno en la calle, como es. Yo era el que tenía que darle acento a eso, hablar con la gente, apenas pasara la ceremonia oficial. Esa fue la primera transmisión en exteriores de Chile, fue el 14 de abril del 62. No existía la cinta magnética en esa época y la única forma de grabar era en película, así que de eso no quedó nada.

-¿Había una carta rectora de la Universidad de Chile que definiera qué tipo de televisión se deseaba?

“No sé si desde arriba, no tengo facilidad para comunicarme con la gente de arriba, pero Raúl Aicardi, él se entendía con los de arriba. Él quería una tevé que educara al público, y me da la impresión de que no era compartido ni entendido por parte de los que trabajaban. Yo si lo compartía, pero otros querían un poco más, alguna bailarina que mostrara las piernas, más entretención.

Poco después partió el mundial, el 30 de mayo, porque había que adelantarlo antes del invierno. Entonces ya había llegado a tiempo para la transmisión del 21 de mayo, había llegado un equipo móvil con tres cámaras, con switch y todo lo demás. Y ahí pasó una cosa divertida porque, a pesar de que las cámaras tenían visor, no tenían switch, ni zoom, la única manera era avanzar con la cámara. Raúl quiso abrir, bueno, la abrí yo, recibiendo a la gente, pero cuando pasábamos adentro a la ceremonia, Raúl quiso abrir desde el fondo de la sala, bien abierto el lente, para que se viera toda la majestuosidad del congreso. Pero luego, cuando empezara a hablar el presidente, cerrándose sobre él. No quiso hacer un corte, pero el camarógrafo era un hombre de unos 58 años, un poquito sordo y estaba con fonos. Entonces, Raúl le daba instrucciones, y este, concentrado, le contestaba a todo grito. Se escuchaban dos discursos, el de Jorge Alessandri y el camarógrafo. Don Jorge era un viejo malas pulgas, solterón, de familia de plata, y de repente se agacha y le dice al camarógrafo ‘¡por favor señor!’

Después con esas tres cámaras transmitimos el mundial, que lo abría yo en las tribunas, conversaba con la gente, había mucho extranjero. Se transmitía el partido, yo no relataba ni comentaba, para eso había un periodista que se llamaba Olivares y otro hombre que era entrenador de fútbol, Humberto Tassara, ellos comentaban o narraban. En el entretiempo, otra vez yo, en cámara, en las tribunas. Yo hablaba inglés, porque salí del colegio hablando inglés.

-Julio Martínez solía idealizar el Mundial, mientras investigaciones más recientes como la de Daniel Matamala repasan infinidad de chambonadas en la organización. ¿Cuál fue su impresión?

Aquí en Santiago, lo que se vio en el Estadio Nacional, siempre repleto porque vendieron el abono para todos los partidos, lo que se vio fue normal. Llamó la atención la brusquedad del juego de los europeos. Uno de los primeros partidos fue entre Alemania e Italia, y en un tiro libre se ponen los italianos en la barrera y se va a meter un alemán ahí y lo sacaron a patadas, literal. Los partidos no fueron de muy buena calidad, pero claro, como estaba metido Chile, uno estaba interesado, así que no importaba si los partidos eran buenos.

Chile jugó bastante bien, Fernando Riera impuso un método de conservar la pelota, se hacían muchos pases, arriesgarla poco. En provincia, no se como fue porque no estuve, pero no sé qué impresión se llevaron los equipos visitantes del estadio de Arica y la ciudad. O Rancagua, que se optó por el clima. La calidad que se vio del fútbol no fue nada del otro mundo. Julito Martinez todo lo convertía en la virgen del Carmen, en el himno y la bandera, entonces era… pero fue muy emocionante. Chile merecía ser tercero. Jugaron bastante bien y Brasil merecidamente ganó.

-¿Después transmite la parada del 62?

Terminó el mundial, hicimos algunas transmisiones. Para Raúl la verdadera TV era en la calle, en vivo, así que hicimos hartas transmisiones en vivo, con el equipo móvil. Hicimos varias transmisiones en la calle Ahumada preguntando a la gente qué está comprando. Llegó la parada militar, la presenté yo, era el presentador oficial, y la parada la hicimos con una cámara a ras de suelo para mí, una arriba en una tribuna para la toma general, y otra más que estaba en otra tribuna para tomar determinados detalles. Tres cámaras, en blanco y negro, y ahí se transmitió. Para Raúl lo más importante era que después esta cámara que estaba arriba, se iba a girar hacia las fondas en el parque, y ahí tenía que irme para allá y mezclarme con la gente, mostrar la parrillada y los curados. Estaba entrevistando a alguien, porque estaba comprando unos churrascos, y viene una ventolera y todo el humo de la parrilla, y yo le digo, ‘echa el humo pa otro lado’. Eso lo encontraron muy simpático.

A fin de ese año postulé a un concurso de radio Nederland de Holanda, y en octubre me dijeron que gané, y en enero partí a Europa. Estuve tres años en la radio Nederland, esa era la duración de mi contrato, luego viajé a Londres y me contrataron en la BBC y estuve un par de años. Aparte de transmisiones de onda corta, para América latina, y en la BBC me contrataron para un programa televisivo semanal, Aquí Londres, que se mandaba a toda América latina, se veía semanalmente. El programa era bastante simplote, mostrar cosas.

-En el tintero. Usted tuvo una experiencia previa en televisión en 1959, en el canal de Valparaíso.

Antes de que empezara la televisión en Santiago, me enteré que en Valpo, la Universidad Católica sacó un canal de TV y yo estaba ansioso por trabajar en TV así que fui y tocó que un compañero del Saint George ‘s estaba a cargo y le dije que hiciéramos un programa. Ahí me pagaban el tren de ida y vuelta, nada más.

El programa era Recortes, un programa misceláneo en que yo trataba de mostrar que era émulo de Dean Martin o algo así. No duró mucho.

-Regresa a Chile en 1966…

A mediados del 67, porque me había casado. Entre Holanda e Inglaterra vine a Chile y lo pasé fantástico, en diciembre, todo florecido, lindo. Después de tres años lloviendo, con casitas holandesas en hilera, con ningún alma en la calle a las 6 de la tarde, todos encerrados en sus casas, así que, por eso… lluvia, lluvia, prácticamente todos los días. Londres, también el clima es pésimo. Además que me había casado. Eso sí, a la vida cultural le sacamos el jugo. Vimos bailar a Nureyev, a Laurence Olivier en su famoso Otelo que remeció al mundo. Conciertos, teatro griego.

El comunicador en 2018. FOTOS: PATRICIO FUENTES Y./ LA TERCERA

-¿Cómo se reintegra a la TV cuando vuelve?

Llegué y no tuve trabajo, no se interesaban por mí. Entonces entré a una agencia de publicidad, porque yo trabajaba en publicidad. Que hubiera trabajado en Londres no tenía ninguna importancia. Estaba en la agencia y recibo una llamada de Washington, donde habían visto trabajos míos de Aquí Londres. Yo pasaba a Estados Unidos, donde vivía mi hermana en Nueva York, y después me iba a Washington, donde estaba Raúl, que se fue de Chile y no volvió nunca más. Una vez Raúl me dijo, mira, tenemos que hacer una cosa por una reunión panamericana que había en Uruguay, y la hice yo. Vieron eso, y me querían para unos documentales que iba a hacer el servicio informativo de Estados Unidos para promover la integración latinoamericana. ‘Sí, me parece bien’, dije, bueno va a ir un jefe a Chile y hablen en persona, perfecto. Me ofrecieron ser el conductor de ese programa, Enfoque las Américas. Trabajé tres años con ellos, viajaba un mes, y tenía un mes de descanso. Conocí toda América, terminaba los viajes en Washington donde ya estaba lista la edición del programa, y lo presentaba en pantalla desde el estudio. Eso fue por dos años, pero el tercer año descubrieron que era mejor que yo hiciera los nexos en terreno, ya que estaba con ellos. Ahí entrevisté a Cantinflas, a Pelé. Fue sumamente entretenido porque era viajar en aviones y comer en hoteles, entrevistar a Cantinflas, conocer Brasilia. Para mi, el descueve.

Al cabo de tres años, estaba terminando todo rastro de la presidencia de (John) Kennedy, terminó su mandato (Lyndon B.) Johnson y asumió (Richard) Nixon. Nixon no quería saber nada de integración latinoamericana, así que idearon otro programa que se iba a llamar Ahora, creo, que se iba a grabar en Estados Unidos, y el primer programa era de los refugiados cubanos en Miami. ‘Va a ser imparcial’, me dijeron, jajaja. Me negué y me quedé en Chile.

-¿Después se integra a TVN?

Claro, pero se dio una cuestión bastante fregada, porque esto fue justo cuando se produjo la elección de (Salvador) Allende. Entonces los ejecutivos de TVN, uno de ellos Jorge Navarrete terminaban, no me acuerdo en qué fecha, y entraban los ejecutivos de la izquierda, del nuevo gobierno. O sea, no tenía con quien hablar.

Luego, tenía que hablar con ejecutivos de la UP, viniendo de trabajar para el gobierno de Estados Unidos. Así que se produjo un periodo, un vacío de unos meses, pero yo empecé a ir a Televisión Nacional. Y, tengo que decirlo, esos ejecutivos de la Unidad Popular eran Augusto Olivares, el perro Olivares, Helvio Soto, que era gerente de programación. José Miguel Varas era el jefe de prensa. Esos tres hombres eran gente humanista, gente educada, con otra visión de la vida. Te lo digo por comparación a los que vinieron después con el golpe militar, una tropa de imbéciles, ignorantes, brutos, preocupados de la plata, con los que no se podía hablar. Con estos tres sí se podía, eran inteligentes.

Siempre pude hablar con ellos, ‘esperate que aparezca algo’. Hasta que vinieron los norteamericanos a jugar tenis por la copa Davis y me parece que habían ganado la copa Wimbledon, no me acuerdo bien, pero eran los tops del momento y había que entrevistarlos. Otra vez me apareció el inglés y yo había transmitido Wimbledon en Inglaterra, así que les dije. En el área deportiva estaba Gonzalo Beltrán, que era un loco, pero un loco muy creativo, y nos entendimos y no pusieron ninguna dificultad. Era gente decente que no pensaba únicamente en plata. Ahí entré yo, entrevisté y además expliqué porque era la primera vez que se transmitía tenis en Chile, así que expliqué el juego. Así, a través del deporte, entré a TVN. (Pedro) Carcuro estaba empezando, estaba el “Sapo” Livingstone, éramos los tres más o menos. Gonzalo era director, y tenía a Felipe Pavez y Fernando Leighton como director para cosas menores.

FOTOS: PATRICIO FUENTES Y./ LA TERCERA

-Permanece hasta 1972 en TVN y parte a Suiza.

Si bien Augusto Olivares, Helvio Soto y José Miguel Varas eran unos caballeros, gente informada, gente educada, eso no quiere decir que el resto fuera así. Había una oposición subterránea de bastante mala clase hacía mí en algunos de los mandos medios, de los mandos más bajos. Relato en el libro una casi pelea con el periodista Fernando Rivas Sánchez que se las daba de muy insolente. Era un guatón que a puñetes no me había aguantado ni diez minutos. Yo jugaba al fútbol. Me hacían zancadillas constantemente.

-¿Por qué?

Porque yo era un agente de la CIA, había trabajado para USA, vivía en Las Condes, era una mugre de tipo, traidor a la patria, no andaba con la revolución.

Además hacía un programa de radio para el servicio informativo de EEUU en Chile, que también lo hacía Sergio Silva, Ricardo García, que era militante del Partido Comunista, que me parece muy bien, pero a mi me lo echaban en cara. Eran conmigo la cosa. Me hostilizaban así, y resulta que yo en Londres recibí una invitación de la Sociedad suiza de radio y televisión para visitar sus estudios en Berna, porque se interesaban por mí. Gente con la que había trabajado en Holanda les habló de mí. Así que me pagaron un viaje con mi señora, por tres días para conocer las instalaciones.

Desde entonces me estaban escribiendo. Acá la cosa estaba cada día peor, en el país, lo obtuso de los dos lados, de la derecha que venían los tanques rusos, el comunismo, y del otro lado que cualquiera que no era, era un amarillo, un cobarde. Incluso Augusto Olivares le dije, antes de irme, que pusieran la pata en el freno porque puede suceder algo tremendo y se puede perder lo avanzado. Se va a arruinar una oportunidad excelente de que el país progrese, y el resultado fue una dictadura criminal asesina que hizo retroceder al país 20 años. En fin.

Entonces me ofrecían esto y lo otro, y en el canal recrudecían las mierdas. Y nació mi hijo, y cuando tenía dos meses pasó 24 horas tomando agua de té, porque no había leche. Entonces, aquí están molestando a diario, y resulta que ahora el niño no tiene leche, viene algo que no se sabía qué era, porque de repente el golpe militar fue un hachazo y empezaron a matar como locos. Pero también estaba la posibilidad de que hubiera otro tipo de enfrentamiento mucho más anárquico. Entonces acepté la oferta de Suiza y me fui de jefe de la sección de habla castellana de la Sociedad suiza de radio y televisión.

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