Miguel Tapia: “Tengo la conciencia tranquila de que nunca le he hecho daño ni a Jorge (González) ni a Los Prisioneros”
El histórico músico habla del buen momento que atraviesa junto a su banda, donde revive temas del desaparecido trío, tal como pasó hace un mes en un show masivo en Colombia. Además, se refiere por primera vez en extenso a la querella que González interpuso en su contra en 2024 -"fue muy duro", dice- y toma distancia de la mirada de Narea acerca del grupo.
Miguel Tapia (61) admite que no lo estaba pasando bien.
En la primera parte de 2021, ya acumulaba poco más de una década a bordo del proyecto Narea & Tapia junto a sus ex compañero en Los Prisioneros, Claudio Narea, y en el que precisamente revivían canciones del desaparecido trío sanmiguelino. Pero en una entrevista en esos días con este mismo medio, el baterista no aguantó más y en plena conversación activó una bomba: de manera sorpresiva, reveló que quería jubilarse de la música y, por consecuencia, no seguir con el dúo. Narea quedó nocaut.
“Lo recuerdo perfecto: era una entrevista que estábamos haciendo con Claudio y yo no lo tenía pensado decir. Pero se me salió ahí, porque no lo estaba pasando muy bien, no había una buena conexión con Claudio, hace rato nuestros puntos de vista eran distintos, y sobre todo las formas de ser nuestras con Claudio son muy diferentes. Por eso sin dudarlo dije que quería colgar las baquetas. Pero en realidad, yo nunca me he querido bajar del escenario”, reconoce Tapia, ahora en contacto vía Zoom con Culto y sentado en su residencia en Pirque.
Tras esa entrevista de hace cuatro años en que declaró una jubilación anticipada, el músico se retiró por un tiempo y cortó relaciones con Narea, pero durante una tarde posterior salió a la puerta de esa misma casa y experimentó algo así como un vacío: “Ya habiendo pasado completamente la pandemia, salgo un día de acá y miro alrededor, y sentí que algo me faltaba. Me faltaba subirme al escenario, ir a un aeropuerto, tomar un avión, hacer aduana, todo eso, que al final igual es bien pesado, pero lo extrañaba. En rigor, extrañaba el escenario”.
Con esa añoranza, Tapia puso manos a la obra, contactó a algunos conocidos y formó una banda para salir de gira con él al frente como cantante principal reviviendo las canciones de Los Prisioneros. Se trata de un equipo férreo que hoy también incluye a dos de sus hijos, Amaru en batería y Ángel, encargado del relato audiovisual.
El último hito de esa escalada sucedió a principios de junio, cuando se presentó ante 50 mil personas en el Concierto de la Esperanza en la Plaza Bolívar de Bogotá, en una cita animada por leyendas del rock latino y organizada por el Sistema de Medios Públicos de Colombia. Los videos de una audiencia multitudinaria cantando Tren al sur o El baile de los que sobran se volvieron virales y demostraron el arrastre que aún imponen las composiciones del conjunto chileno en parte de Latinoamérica.
“Es una responsabilidad para mí seguir cantando la música de Los Prisioneros ante cualquier escenario. Estuve preparando durante varios años los shows que estoy haciendo ahora, trabajando secuencias, rescatando sonidos originales de las canciones, preparando las gráficas de las pantallas”, expresa el percusionista.
-¿Cuál es la primera sensación que tiene cuando canta temas como Tren al sur?
No, no siento nostalgia ni nada, la verdad, que sonaría re bonito decírtelo. Lo que me provoca es disfrutarlo, pasarlo muy bien. Tengo un equipo humano con el que nos hemos transformado en familia. Lo paso muy bien. Muchas veces recuerdo los viajes que hacíamos con Jorge (González) tocando esas canciones. Ahora cuando estuve en Colombia me dieron un reconocimiento. Y cada vez que recibo esos premios, siempre los comparto a viva voz con el Jorge, aunque él no lo sabe. Siempre he sentido que ese camino que hicimos con Los Prisioneros lo convertimos en algo bien importante con Jorge, en particular, porque siempre estuvimos desde un principio batallando para que la banda pudiera ser lo que es ahora. Para lograr esta trascendencia.
“Una trascendencia que teníamos en el imaginario adolescente, pero ahora cuando viajo, como en Bogotá, me encuentro con una cantidad impactante de gente que se quiere tomar una foto y cosas así. O sea, uno se ha transformado en un ícono, pero yo vivo una vida muy tranquila, siempre he llevado una vida muy tranquila. Así que para mí es pintoresco encontrarme con tanta admiración. Es especial y bien bonito”.
-¿Le incomoda ser un ícono?
No, afortunadamente no, porque tengo algo así como una doble vida. Aquí en mi casa soy quien siempre he sido, un tipo con los pies bien puestos en la tierra, desde siempre, y sé que cuando me subo al escenario, soy otro personaje, otra persona. Tengo la fortuna de moverme de forma muy normal, voy al supermercado, hago mis cosas, me gusta desenvolverme como una persona absolutamente común y corriente. Pero, la verdad, los pies en la tierra los tengo desde cuando tenía 24 años.
“Por ejemplo, en los 80, tocábamos un sábado en Bogotá, y al día siguiente partíamos temprano a Santiago. Acá cada uno tomaba un taxi a su casa y yo cuando llegaba saludaba a mi papito, a mi mamita, subía a mi habitación, que era en un segundo piso y, cuando abría las ventanas de los patios interiores de mi barrio, veía las ropas colgadas de los vecinos que estaban secándose, y eso era una aterrizada muy grande. Yo llegaba a mi casa y volvía a ser el Miguelito. Hasta el día de hoy sigo siendo el menor de siete hermanos y eso me permite mantenerme en un pequeño abrigo. De esa forma, he llevado la vida tal cual yo la he querido”.
-¿Le parece que siempre ha tenido una personalidad distinta a González y Narea, que han asumido la fama de manera más visceral?
Claro, siempre. Eso también sirvió para que cuando había un conflicto dentro de la banda, yo estaba al centro y trataba de bajar la mala onda, la mala energía. Siempre lo trato de hacer en una discusión en general, porque no me gustan las peleas. Y con Los Prisioneros me pasaba mucho eso, siempre estuve al centro, mi personalidad me permitió ser así, y creo que eso aportó en momentos de muchas discusiones que vivimos como músicos y compañeros de banda.
-Hasta hoy usted parece ser el Prisionero más alejado de los conflictos que han sacudido al grupo.
Claro, de hecho hay un tema (judicial) pendiente con Jorge, pero sin embargo con él nos seguimos escribiendo todos los días. Le cuento de mis viajes, de los premios, él me saludó hace poco para mi cumpleaños, que de hecho se le pasó la fecha, pero me dijo ‘oh compadre, te mando un abrazo’. Es la dinámica que tenemos con Jorge.
“La clave es el respeto. Me he encargado y me preocupé desde un principio de preparar un muy buen concierto, yo lo único que quisiera sería tocar en Chile, para que pudieran ver lo que estamos haciendo. Siempre respeté mucho a Los Prisioneros, siempre respeté mucho la marca de Los Prisioneros, siempre respeté mucho lo que se hizo dentro de esa energía musical de amigos. Para mí es súper importante lo que Los Prisioneros fueron, por eso nunca me gustó hablar de algún escandalillo, ser algún escandalillo, no me importa hacerlo nunca. Mi preocupación ahora es hacer un concierto lo mejor posible”.
-Y cuando logra eso, o éxitos multitudinarios como lo de Bogotá, ¿no le dan ganas por un segundo de estar junto a Jorge y Claudio disfrutando de eso?
No, no, la verdad que no. Ya nos hemos separado mucho. Yo hoy con Jorge tengo muy buena conexión. Siempre consideré que con Jorge estuvimos como banda en las buenas y en las malas. Estuvimos cuando fuimos súper famosos, cuando llenamos dos Estadio Nacional, y estuvimos en las malas cuando pasaban cosas pencas, cuando echamos a Narea y sobre todo cuando se hablaba tan mal de Jorge. Aunque ahora Jorge, para todos ustedes, los medios de comunicación, es un dios. Muchos años lo hicieron mierda a Jorge, más que a mí, yo estaba atrás, yo era batero, yo no escribía nada, pero al que le daban duro era a Jorge.
“Hace no mucho llegué a la conclusión de por qué nos separamos para la época de Corazones. Porque cuando sacamos ese disco, la prensa nos hizo mierda de entrada. Dijeron que, como había llegado la democracia, Los Prisioneros estaban escribiendo canciones de amor y no querían hablar más de política. A Jorge le dieron duro, lo golpearon. Además que tuvimos un ex compañero que se fue al bando de los medios de comunicación, lo tomaron como bandera y nos tiraron mierda en pala”.
“Una vez fuimos a tocar a Cali, nos fue muy bien, y llegamos a Chile y un diario publica que nos fue pésimo. Yo recuerdo a Jorge muy bajoneado por eso. No había mucha motivación para seguir tocando. Nos chaqueteaban y nos comenzamos a desilusionar, a decepcionar, a ponernos tristes. Ahora, claro, Los Prisioneros son lo que son y Jorge es San Jorge, pero antes no era así”.
-¿Por qué le parece que cambió la manera como hoy se mira a Los Prisioneros y Jorge González?
Las canciones hicieron su trabajo. Y la historia también. El peso de las canciones y la historia han hecho que Los Prisioneros hoy sean lo que son. Jorge también ha hecho su propio camino y hoy es muy querido y respetado. Yo siempre lo admiré cuando me mostraba las canciones antes que a nadie y nunca lo tiré para atrás ni para abajo, siempre para adelante. Yo hasta hoy he cuidado como hueso santo la imagen de Los Prisioneros, e independiente de todo lo que ha sucedido alrededor de la historia -libros más, libros menos, películas o series-, siempre quiero mantener la historia del grupo de mi boca hacia afuera como una historia bonita.
-¿Le parece que los otros dos integrantes han hecho lo mismo?
Ellos lo han visto de otra forma, sin duda. Pasa por su mirada, sus personalidades, y ahí quedará, ahí está el libro abierto para que cada uno se quede con la historia que quiera. Yo no he escrito un libro, no creo que lo haga, pero cada uno tiene una mirada diferente de cómo fue nuestro aporte dentro de la banda. Yo siempre valoré, respeté y apoyé el trabajo de Jorge, siempre, siempre, porque para mí Los Prisioneros no eran sólo Jorge, éramos nosotros, ese trabajo, esa dedicación, esa pasión. Pero con Jorge ha sido principalmente quienes nos hemos llevado el peso de haber sido Los Prisioneros, o haber sido los personajes tras Los Prisioneros.
El caso judicial
Tapia hace una pausa y dice que se quedó con una reflexión atorada con respecto a la valoración que hay actualmente de la figura de González.
“En Chile hay que morirse o estar enfermo para que reconozcan tu trabajo. Jorge es uno de los más grandes compositores que ha dado este país. Pero creo que pasa por ahí: si Jorge no estuviera en el lamentable estado de salud en que está, lo estarían chaqueteando. Te lo firmo, te lo firmo. Los jóvenes músicos estarían valorando el talento y el trabajo de Jorge, porque lo tiene y lo tuvo, pero los medios de comunicación estarían chaqueteando a Jorge, pero eso no pasa ahora, porque Jorge está en un estado de salud distinto. Yo hablo con él y sé que está bien, habla mejor, está haciendo dieta, ejercicio. Pero insisto: si Jorge no estuviera pasando por esta enfermedad, lo estarían chaqueteando y dando duro, no tengo ninguna duda, por lo que fuera. Esto ha dado pie para que le reconozcan en vida lo que ha sido. Pero le dieron duro por años y eso también enferma, eso también estresa. Todo eso lo dañó bastante”.
-¿Pero que tanto lo pudieron haber afectado otros factores? En este mismo medio, Claudio Narea habló de que González se había rodeado durante años de “parásitos”.
Mira, es súper fácil llegar y decir palabras, ‘parásitos’ y todo eso. A mí no me consta, porque cuando con Jorge conversamos, él trabajaba con gente a la que le dio la confianza de trabajar con él. Jorge trabajó, con productores específicamente, con respecto a los que él decía que estaba bien. Le armaban conciertos en Chile o Colombia, era su equipo de confianza. Así que yo no me atrevería a hablar de esa forma de gente con la que Jorge en conciencia trabajó con ellos durante años. No me atrevería a dar esos calificativos. Yo sé que es súper heroico y bonito hablar de “parásitos”, pero no lo comparto. A mí Jorge nunca me habló mal de su equipo.
Pese al compadrazgo y la lealtad que Tapia expresa hacia González, en algún minuto el vínculo pareció fracturarse para siempre. En febrero de 2024, el cantante se querelló contra su ex compañero al acusarlo de formar parte de una ofensiva que se aprovechó de su estado de salud y lo engañó para firmar una serie de documentos que se usaron para levantar sociedades comerciales y explotar el catálogo de los Los Prisioneros sin su consentimiento y sin entregarle ganancias. La acción judicial también fue interpuesta contra el ex mánager de González, Alfonso Carbone. El proceso hoy sigue su curso en tribunales. En paralelo, y como la dicho Tapia en esta entrevista, ambos músicos retomaron su histórica amistad.
-¿Cómo enfrentó esa querella? Uno suponía que sería el final de su amistad con González.
Eso no ha terminado, eso está ahí, pero hago lo mismo que he hecho otras veces en mi vida: me alejo, veo cómo pasa el tren, cómo pasa esa vida, esa historia, y afortunadamente puedo mirar con distancia y eso me permite tener calma para darme el tiempo y saber que todo eso va a ir decantando. Va en un buen proceso y hay que dejar que eso decante. Pero fue duro, obvio, fue pesado, porque siempre me cuidé en no dañar la imagen de Los Prisioneros, en no hablar mal de mis compañeros, y me llega este golpe de repente que fue muy duro. Me provocó estrés en su momento, pero con un poco de sabiduría tomé distancia y lo dejé en manos de gente que conoce el tema.
“Uno es músico y viaja por la vida no queriendo hacerle el mal a nadie, mucho menos a tu ex compañero, a quien sigo queriendo mucho. Hay que dejar que esto termine para que se entienda cómo las cosas llegaron a enredarse de esa forma y terminaron en una querella. Pero estoy tranquilo, con la sensación de que sabes que las cosas las has hecho bien y todo se va a arreglar”.
-Con esta querella usted quedó como “el malo de la película”, el que perjudicó a Jorge en un momento delicado de su salud. ¿Le pareció injusto?
Claro, uno queda mal posicionado, pero eso tiene que ver con cómo los abogados venden el caso y obviamente lo tienen que vender para que haga ruido, para dañar a la otra parte. Es parte de, es parte del juego de la vida. Me tocó duro, pero hay mucha gente que me tiró cariño y fue como: qué rico que alguien, sin conocerte, sabe que tú no eres así, que no harías eso. Fue pesado, si hubieran estado mis padres vivos, qué habrían pensado, porque mis padres adoraban a Jorge y a su hermano… así que pienso ‘qué bueno que mis padres no estaban vivos’, habría sido fuerte para ellos ver algo así.
-¿Usted está seguro que obró bien en este caso?
Exactamente. Sólo me vi envuelto en esto. Además que no hay que olvidar que este material es de nosotros, de Jorge, de Carlos (Fonseca), material mío. Pero el asunto sigue avanzando, yo he mostrado todo lo que me han pedido abrir, y lo seguiré haciendo, porque tampoco quiero que quede ninguna duda ni para Jorge ni para su familia.
-¿Cómo se reconcilió con Jorge?
No recuerdo, pero con Jorge siempre estuvimos conversando. Mientras avanzaba todo este tema, nos mandábamos música, hablábamos de recuerdos. No me acuerdo cuándo comenzamos a hablar de nuevo. Cuando fue el último año nuevo, a las pocas horas me escribió y me sorprendió que lo hiciera. También lo hizo para mi cumpleaños. Entonces, hay buena energía. Él sabe quien soy y siempre habla muy bien de mis papás, pero no quise decirle ‘qué bueno que ellos no están acá, porque o sino esto sería súper doloroso para ellos’. Pero mi única medicina es que tengo la conciencia tranquila. Tampoco podría estar tocando sus canciones si estuviera con algo detrás, no podría. No me daría el espíritu para hacer eso.
-Usted habla con mucho cariño de Jorge y lo destaca en sus recuerdos de Los Prisioneros. Pero, ¿a Claudio le guarda algún cariño? ¿Lo considera importante en la historia del grupo? Casi no lo nombra.
No, no, porque tengo mi historia personal con Claudio, y eso es como para otra entrevista. Fueron historias muy distintas la de Jorge conmigo y la de Claudio conmigo. Con Jorge siempre fuimos muy amigos, en el colegio fuimos compinches y compadres. Nos dábamos largas caminatas desde donde salieron muchas canciones. Él hizo esas canciones, pero yo fui parte de eso también.
-¿Qué pasa cuando lee en redes que algunos dicen “esas canciones que cantas son de Jorge” ?
No veo esos comentarios. A mí me llegan muy pocos malos comentarios, comparados con los malos comentarios que les llegan a otros compañeros de mi banda Yo me siento súper dueño de esto, porque yo lo empujé desde mi adolescencia. O sea, yo llegaba a los ensayos, a las grabaciones, yo estaba ahí, yo le ponía siempre energía positiva.
-Por lo mismo, ¿no le dan ganas, a sus 61 años, de que Los Prisioneros se reúnan para un último encuentro, una última foto?
Podría decir que sí, claro, por supuesto. A pesar de que han pasado cosas tan fomes, como esto de la querella, creo que igual tal vez podría ser, alguna vez, sobre todo si fuera algo importante.
“Cuando fue el estallido social, yo intenté juntar a Claudio y Jorge. Yo fui al departamento de Jorge en San Miguel y le dije que me había afectado mucho ver las imágenes de lo que estaba pasando en el estallido, de los atropellos, de Carabineros golpeando a cabros… me provocó mucho susto. Le dije ‘Jorge, hagamos algo, una conferencia de prensa’, para que pararan esa represión. Jorge me dice que sí, que inventemos algo. Y luego se lo propuse a Claudio, pero él no quiso. Entonces, al recordar eso, si me preguntas si me tomaría una foto con ellos de nuevo, me cuesta, por otras cosas que no puedo contar también tengo sangre en el ojo con uno de mis compañeros. Me cuesta imaginarme a los tres juntos de nuevo".
En compensación, Tapia reconoce que le gustaría tocar mucho más en Chile con su proyecto, “pero nos ha costado mucho”, asegura. “No sé qué será, tal vez porque Claudio está tocando mucho acá en Chile y tiene un circuito de gente que está con él más que conmigo, pero no lo tengo claro. Los shows que estamos haciendo son de alto nivel”.
El músico también cuenta que fue invitado a la última versión del festival Lollapalooza Chile, pero justo le coincidía con un show en Colombia. No pudo ir al evento de Cerrillos. “Así que creo que ahí se le ofrecieron a Narea”, culmina.
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