Por Magdalena AndradeCardenal Fernando Chomali, Doctor Honoris Causa de la UNAB: “Este premio es para quienes trabajan con los más despreciados de la sociedad”
En una ceremonia en el Campus Casona de Las Condes a la que acudieron embajadores, académicos y altos representantes de instituciones de la sociedad civil, el mundo empresarial y la iglesia, el actual Arzobispo de Santiago recibió la máxima distinción entregada por una universidad, que reconoce a quienes a través de su trabajo aportan al desarrollo del país.
Detrás de Fernando Natalio Chomali Garib, 68 años, ingeniero civil especialista en Construcción, ordenado sacerdote en 1991, exarzobispo de Concepción por más de veinte años, arzobispo de Santiago desde 2023 y nombrado cardenal de la Iglesia Católica el 7 de diciembre de 2024, también hay un hombre que, ni aun en sus tiempos más convulsos, ha abandonado sus grandes aficiones: escribir –obras de teatro y poemas– y pintar.
Una faceta de Chomali que fue parte de la semblanza con la que Issa Kort, vicerrector de Asuntos Internacionales de la Universidad Andrés Bello, presentó a quien este año fue investido con el grado de Doctor Honoris Causa de esa casa de estudios: el reconocimiento más importante que puede recibir un intelectual en retribución al aporte que ha realizado a la sociedad y a la educación.
“Sus obras pictóricas son donadas por el propio cardenal para causas de beneficencia, las cuales son rematadas a precios cada vez mayores, según me ha confidenciado una fuente muy cercana que no puedo revelar”, dijo Issa Kort, y la solemnidad con la que la audiencia escuchaba sus palabras mutó a un conjunto de risas: un buen ejemplo de lo que es Fernando Chomali, capaz de reunir en su figura uno de los grandes valores que encarna la UNAB, como dice su rector, Julio Castro.
“Ese valor es la diversidad, que en nosotros está no sólo a nivel de formación o de la inclusión entre nuestros estudiantes. En este caso, reconocemos al cardenal porque pensamos que todos quienes dan la lucha por el liderazgo de alguna forma tienen que ser reconocidos, y él en estos momentos está liderando la defensa de valores fundamentales para la iglesia”.
La ceremonia de investidura contó con la presencia de varios embajadores, académicos –entre ellos, Juan Carlos de la Llera, rector de la Universidad Católica, de la cual Chomali es Gran Canciller–; líderes gremiales, miembros de la Iglesia Católica y también de las Fuerzas Armadas. En ella, Pedro Covarrubias, secretario general de la Universidad Andrés Bello, destacó del nuevo Doctor Honoris Causa “su extraordinaria trayectoria dentro de la Iglesia Católica, su importante participación en el debate público y brillante labor pastoral en educación”.
“Es un reconocimiento increíblemente merecido. El cardenal es un modelo de rol para muchos de nosotros. Estoy muy contento de que la Universidad Andrés Bello lo haya reconocido con este precioso Honoris Causa”.
Pero no es sólo eso. A Chomalí también se le reconoció su cercanía con las aflicciones de las personas más desfavorecidas por la sociedad.
“Su pensamiento lúcido y profundamente humano nos recuerda que la fe no teme al conocimiento y que la ciencia, sin una mirada ética, pierde su horizonte. En sus clases, en sus conferencias y en sus libros, ha sabido tender puentes entre el pensamiento científico y la fe cristiana, entre la universidad y la iglesia, entre la razón y la esperanza. Su magisterio es un ejemplo de que la sabiduría auténtica consiste en buscar la verdad con humildad y ponerla en servicio de los demás, y el cardenal Chomalí ha encarnado el espíritu del pastor, que se hace cercano, que escucha, que consuela y acompaña”.
Un doctorado para la Iglesia
Detrás de una figura como Fernando Chomalí, profesor universitario, miembro de la Pontificia Academia para la Vida desde 2001, magister en Bioética y doctor en Teología, también hubo un niño, hijo de Juan Chomalí e Hilda Garib, inmigrantes palestinos, que “sufrió una porfiada tartamudez que lo hizo ser sensible al bullying escolar, pero también lo llevó a desarrollar la valentía suficiente para seguir sus anhelos y vocación”, narró Issa Kort durante la presentación del Honoris Causa.
“El cardenal Chomali ha contribuido muchísimo al espacio social de nuestro país, llevando temas al debate que son de interés común y transversal. El Honoris Causa es el reflejo de ese camino recorrido”.
“De hecho, al momento de postular al seminario le manifestaron dudas sobre su capacidad para ejercer el sacerdocio. Se le pidió al entonces obispo de ciudad de Santiago, monseñor Sergio Valech, su opinión sobre qué hacer con el postulante, quien autorizó su ingreso. En una semana su tartamudez desapareció por completo”.
Quizá por esa temprana experiencia fue que Fernando Chomali desarrolló una sensibilidad especial por guiar y dar dignidad a quienes no siguen la norma, a quienes “son los despreciados entre los despreciados de la sociedad”, y así lo hizo ver en su discurso de aceptación al grado de doctor Honoris Causa.
“Esto no es un reconocimiento a mí, sino a la Iglesia, porque todo lo que he hecho ha sido en nombre de la Iglesia para cumplir con su mandato de evangelizar y servir a los más pobres”, partió diciendo, para luego personificar a quienes trabajan día a día en esa misión.
“El trabajo que ha realizado el Cardenal Chomali, su vocación por las personas más desvalidas, ha sido fantástico. Más que merecido el que la Universidad Andrés Bello lo haya galardonado”.
“En Chile hay niños con VIH abandonados, a quienes una religiosa les está cambiando los pañales. Para ellas va este doctorado. Para la Fundación Mujer Levántate, que reivindica la dignidad de las mujeres en la cárcel. Para la Fundación Las Rosas, que atiende a 3.000 ancianos. Este premio lo reciben el Hogar de Cristo, Caritas Chile, las hermanas de Santa Clara, la Fundación San José para la Adopción y los padres scalabrinianos, que atienden con cariño a los inmigrantes desesperados. Lo reciben los sacerdotes que en este momento están aconsejando, dando consuelo, unción de los enfermos, celebrando la misa ante la muerte de un ser querido. Lo reciben los hermanos de la orden hospitalaria San Juan de Dios y también los creadores de la Clínica La Familia para albergar a personas con SIDA. También las profesoras que, con fe y perseverancia, enseñan religión a los estudiantes que llevan horas, días o meses mirando el celular. También la hermana Nelly León y el padre Nicolás Vial, que no les han entregado su día a día a los más despreciados de la sociedad: les han entregado su vida”.
“El cardenal me escribió personalmente desde su WhatsApp. Me dijo: ‘Te voy a nombrar en mi discurso, me gustaría que fueras’. ¡Me siento también doctorada! Siento una gratitud inmensa”.
Durante su discurso, además, el cardenal Chomali agradeció a la Iglesia Católica por haber cambiado completamente su forma de ver la vida; por haberle dado no sólo la oportunidad de conocer y compartir con personas a las que jamás habría llegado si no fuera sacerdote. También por poder conocer realidades que otras personas nunca verán.
“Celebro que en su discurso el cardenal vea esto como un reconocimiento a la labor de la Iglesia Católica, y que haya dado múltiples ejemplos de cómo tiene un impacto positivo en nuestra sociedad. Es muy relevante, además, que el premio venga de una universidad laica”.
“Concepción es una zona preciosa, tan bonita, que cuando llegué me compré una máquina fotográfica, saqué fotos, las imprimí y las fui a poner a la cárcel de Concepción, en una exposición que se llamaba ‘Dios anda por estos lados, yo lo he visto’. Invité a mis amigos, a mi familia, fue mucha gente y todos ingresaron a la cárcel. El 90% nunca había entrado a una. Un país donde las personas no tienen ningún vínculo con nuestros hermanos presos, es una sociedad que nos va a prosperar”, dijo el cardenal, para luego cerrar con un mensaje que apela al trabajo conjunto para superar los problemas que hoy nos afectan como sociedad.
“Es una gran alegría que se reconozcan los méritos de las personas. Ciertamente nosotros, y más en la Iglesia, no trabajamos para que nos den una medalla o para que nos den un Honoris Causa. Trabajamos por Dios, pero está bien también que los hombres lo reconozcan”.
“Este Honoris Causa es un descanso, un apoyo y un gran impulso para la iglesia en medio de una sociedad que pide un nuevo modo de razonar, una sociedad que exige nuevos paradigmas de comprensión de lo que significa ser humano y lo hace en medio de una sociedad que muestra grandes logros macroeconómicos. ¿Quién podría negarlos? Pero no se ha llegado a superar la pobreza como se esperaba. Y grita. Y escuchamos los gritos en los campamentos, en los ancianos y en los niños. Este Honoris Causa da aliento para que sigamos trabajando para superar las distancias que existen entre los seres humanos, que nos tiene cada vez más llenos de cosas, de información y entretenciones, pero cada vez más solos, más anestesiados y menos sabios para afrontar el futuro”.
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