El despertar de Barbara Hepworth
Aunque un poco tarde, la escultora británica gana su lugar en la lista de los artistas más importantes del siglo pasado. En Londres, la galería Tate enaltece su legado con una gran retrospectiva.
Comenzaba el siglo XX y Barbara Hepworth, de solo 7 años, ya sabía que sería escultora. Su padre, un convencido de que mujeres y hombres debían tener las mismas oportunidades, la impulsó a estudiar arte, primero en Leeds y luego en Londres. En ambas escuelas fue compañera de Henry Moore. Ambos artistas se convirtieron en líderes de la técnica de esculpir directamente el material, saltándose moldes o maquetas preparatorios. Ambos fueron estandartes del movimiento moderno. Ambos se rodearon de los más importantes pintores de la época, participaron en publicaciones de vanguardia y lograron un estilo y una obra que serían decisivos para el curso de la escultura en los años venideros.
Pero por alguna razón Hepworth no suena tanto hoy como Moore. Algunos biógrafos dicen que a ella se la consideró una artista local, ya que su obra se relacionaba con el paisaje de Wakefield y de St. Ives, dos localidades de Inglaterra donde pasó parte importante de su vida. Otros dicen que ella no sabía autopromoverse. Pero en lo que la mayoría coincide es en que no se le tomó el peso por ser mujer.
En el círculo de artistas, sin embargo, gozaba de respeto. Pasó un tiempo viajando por Europa y visitando los talleres de Braque, Mondrian y Picasso, entre otros. Ellos fueron, sin duda, una influencia en su camino a la abstracción, además de una importante motivación vocacional. Tanto ella como su marido, el pintor Ben Nicholson, pasaron a ser piezas clave de una red internacional de artistas abstractos.
En medio de la Segunda Guerra Mundial, Hepworth encontró paz en la naturaleza. Junto a su familia se mudó a St. Ives, una apacible ciudad costera. El paisaje fue para ella una de sus principales fuentes de inspiración, e intentó conectarlo con sus obras. Algunas de sus esculturas evocan materiales y formas de esos lugares, otras dejan ver el horizonte a través de ellas, enmarcándolo en figuras circulares o asimétricas.
Durante su vida, parte de sus creaciones recorrió el mundo. Realizó una exposición en el museo Kröller- Müller en Holanda, representó a Gran Bretaña en la Bienal de Venecia de 1950 y ganó el premio mayor en la de Sao Paulo, en 1959. Fue entre 1930 y hasta su muerte, en 1975, una figura del arte a nivel internacional.
A pesar de todo, tuvo que enfrentarse a las dificultades de ser mujer en un rubro dominado por hombres. Y tal vez por ello, en los años que siguieron a su muerte, sin su presencia activa en el mundo del arte, su obra fue un poco olvidada. Es por eso que Tate decidió hacer esta retrospectiva, para volver a poner su obra en valor y situarla como una de las artistas más importantes del siglo XX.
La muestra Barbara Hepworth: Sculpture for a Modern World en la Tate Britain hasta el 25 Octubre 2015.
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