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Iluminada

No solo se aumentó la cantidad de espacio, se logró mayor calidad y se llenó de luz. Eso fue solo el comienzo de la remodelación que llevó a cabo Fones Arquitectos en esta casa de 1950, profunda pero al mismo tiempo respetuosa.

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Cómo creció esta casa queda bastante claro diciendo que en los años 50 se construyó con 256 m² y ahora, tras una remodelación profunda, casi dramática, en manos de Fones Arquitectos, tiene dos pisos y 356m². Para entender cómo mejoró en cantidad y calidad de espacios hay que entrar en los detalles de la operación, lo que pasó después de que se retiró todo el techo y la casa quedó desnuda en sus bases más elementales, como si hubiera sido bombardeada.

Lo que había era un solo piso con muchos pasillos y los espacios corrientes -living, comedor, dormitorios y servicios-, que ya estaban quedando chicos y eran oscuros. Lo que querían los dueños -una pareja de artistas con hijos adolescentes- era un segundo piso solo para ellos, con rincones privados como un escritorio para cada uno, walking clóset, una gran terraza y, obviamente, un dormitorio. Pero sobre todo querían luz.

Luz abundante

"La vivienda anterior era oscura y con pasillos interminables que solo distribuían recintos; se necesitaba luz en el interior, y en todos sus espacios. Para esto se proyectaron grandes ventanales en zonas comunes, lucarnas en dormitorios secundarios y ventanas que direccionan las vistas a la cordillera y el amanecer del oriente. Tratamos de formar un núcleo central con esta escalera que, si bien es una circulación vertical, se hace parte de un recinto, conectando la sala de estar y uniendo las tripas de la casa. Este gran ventanal junto a ella nos permitió meter gran parte de la luz que nos pidieron y aumentar las vistas", comenta Nicoilás Fones. "La casa original tenía muchos espacios de tránsito. Lo que se trató de hacer fue transformarlos en espacios de permanencia, mezclarlos y crear otros nuevos", agrega Antonio Aros, que trabajó junto a Fones en este proyecto.

Segundo piso

“Tuvimos que destruirla para poder trabajar. Fue un gran desafío porque cuando tienes una casa de un piso, para agregar otro tienes que reforzar las estructuras de abajo. No necesariamente poner más pilares, sino mejorar los hormigones”, recuerda Nicolás Fones. Es cierto que el techo de madera a dos aguas voló, pero como un acto de respeto por el espíritu original de la casa y a pedido de los dueños, se conservaron muchos elementos, como ciertos ventanales de madera. Nicolás cuenta que los habitantes habían tenido antes una casa de madera en Peñalolén, que les gustaba esa línea y de ninguna manera querían algo muy high tech. Por eso el roble antiguo de las cerchas del techo se convirtió en el revestimiento de muchas áreas de la casa, en la cabecera de la cama del dormitorio principal y las celosías exteriores de su baño.

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