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Paisaje geométrico

Hasta el 23 de enero estará en Galería NAC la muestra Orden y Progreso, de Maite Zubizarreta. En su primera individual, la artista nacional expone fotografías intervenidas que analizan la modernidad en Latinoamérica, ese futuro que nunca llegó.

1c. Maite Zubizarreta - Estudio de reti¿ücula- Escalimetro Providencia - Santiago.JPG
1c. Maite Zubizarreta - Estudio de reti¿ücula- Escalimetro Providencia - Santiago.JPG

Edificios de arquitectura moderna de Santiago y Viña del Mar construidos en las décadas de los 50, 60 y 70 son intervenidos de modo ficcional (ficticiamente) por Maite Zubizarreta. La artista investiga y recorre estas construcciones tomándolas como un referente para relatar cómo la importación de un modelo externo, como lo es el modernista, venía a graficar las ideas progresistas de la época en cuanto a modelos habitacionales y urbanísticos, pero que finalmente nunca terminó de asentarse en nuestro país.

Un montaje digital trabajado a partir de múltiples fotografías, que va tomando por partes y que luego va ensamblando y reconstruyendo. “Muchas veces cuando no tengo el punto de vista para poder registrar todo aquello que me interesaría del edificio voy cortando y pegando hasta llegar a lo que quiero”, dice la artista.

Especies de maquetas que unen lo real con la ficción dentro de paisajes geométricos que proponen el infinito. La investigación se inició en 2009, cuando estaba haciendo el magíster de arte en la Universidad Católica, ahí tuvo la posibilidad de tomar unos ramos de arquitectura y estudiar la evolución de distintas disciplinas en el contexto latinoamericano de acuerdo a los períodos históricos. La artista ocupaba los dispositivos fotográficos para construir otras realidades, pero no como un registro objetivo. “Me empezó a interesar mucho la modernidad y me pareció que hacía un vínculo muy interesante con lo que yo venía trabajando con la fotografía, porque siempre había trabajado esta como un medio ficcional, no como un referente de la realidad”, cuenta Maite.

En toda la discusión de si la modernidad se había instalado o no en Latinoamérica, le parecía atractivo cómo un modelo importado se instalaba pero adoptaba formas propias del lugar donde lo hacía. Lo que quiso Maite fue hacer un símil con la fotografía como medio. “La modernidad tenía ideas muy claras de cómo planificar la ciudad, cómo construir y cómo emplazar una planificación urbana, pero nunca terminó de asentarse. En los años 70 se corta con esta manera de construir y estos edificios quedan muy atrofiados no solamente en relación al contexto sino que también en sí mismos”, explica la artista.

Una vez investigados el período y los arquitectos, hizo un mapeo. “Como estos edificios no tuvieron el ‘tiraje’ presupuestado, uno como fotógrafo se enfrenta a la imposibilidad de poder captar el edificio propiamente tal”.

Posturas incómodas para poder capturarlos la llevaron a tener que corregir en posproducción las perspectivas, trazar guías y componer. “Me gusta estar yendo permanentemente a ver el edificio y ver registros de la época porque me interesa que se entienda la idea del edificio más que lo real”.

Un buen ejemplo es la Villa Portales presentada por Maite. Esta tiene dos pisos más y un acceso extra, pero compositivamente tiene que ver con la manera de construir. “Lo que ves lo creo a partir de un imaginario que tiene que ver con reglas compositivas y con aquellos elementos característicos que yo considero que son los determinantes para reconocer ese objeto”, explica.

En esta muestra Maite trabajó además el desplazamiento de los edificios en el formato de la fotografía. Trabajó el color celeste en diferentes temperaturas para darle un aire y una noción de paisaje, “que es lo que estos edificios han perdido con el tiempo. No tienen el espacio que necesitan para ser bien apreciados y reconocidos”.

Con la obra de la artista se experimenta un ejercicio entre la figura del edificio -que trabaja la geometría, la composición, la perspectiva- y el fondo, que trabaja el color. “Así se generó una idea más instalativa y se sumó el celeste al montaje usándolo para pintar la mitad de los muros”. Un cielo invertido, un entrar por el agua, distintas emociones que nacen al enfrentarse a la potente obra de Maite Zubizarreta.

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