Santiago XXL
"La carne de la ciudad son la personas", dice el escritor Alberto Chimal, no sus edificios. Es la gente que la habita la que le da su sentido de ser y le otorga su identidad. Pero qué pasa cuando las dimensiones y el ser de la urbe se desdibujan a tal punto que la ciudad deja de servir a las personas y se construye en función del parque automotor o de la actividad inmobiliaria? Santiago se desborda y no hay talla que parezca poder contener su crecimiento.
Santiago tiene hoy cerca de 6, 5 millones de habitantes, aloja aproximadamente al 40% de la población del país y tiene 70 mil hectáreas. En ellas caben 31 ciudades chilenas, según el estudio de la consultora Atisba.
Con la aprobación del PRMS 100, Plan Regulador Metropolitano de Santiago, la ciudad sumará cerca de 10 mil hectáreas más de suelo urbano. Más áreas verdes, sí. Un 25% y un 8% para viviendas sociales. ¿Pero qué pasa con el otro cerca de 70% de terreno? No se entiende mucho en qué podría beneficiar a la mayoría de sus habitantes este aumento en una ciudad ya colapsada en tránsito y muy mal equipada en las comunas periféricas que serán las que vivirán esta transformación, en la zona sur del área metropolitana.
“Son 10 mil ha más que tampoco la ciudad puede gestionar. Es más área de suelo, pero la ciudad no es capaz de manejar los servicios básicos para urbanizar estos lugares; por ejemplo, no hay factibilidad del Transantiago. Son municipalidades pobres que no tienen recursos humanos ni económicos para poder mantener o urbanizar estos nuevos lugares. Además, con todos los episodios de contaminación que hemos tenido no se entiende, no hay una lógica medioambiental, va en dirección contraria. En todos los ejemplos que vemos en el mundo, como las ciudades europeas, estas se densifican, no se extienden. Acá son poblaciones más vulnerables las que van a vivir en la periferia, en vez de hacer una regeneración urbana, por ejemplo en Estación Central o en Recoleta”, dice Isabel Serra, arquitecta, docente de la Universidad Diego Portales, Laboratorio Ciudad y Territorio.
Para Roberto Moris, director del Observatorio de Ciudades UC y profesor de Arquitectura y Estudios Urbanos de la misma universidad, el decreto 100 del PRMS denota un problema más de fondo, que viene siendo la deuda pendiente que tienen Santiago y tantas ciudades de Chile que crecen sin mucha congruencia: la ausencia de un plan maestro.
“El PRMS 100 solo se concentra en generar más suelo de expansión para la ciudad e intenta generar áreas verdes en la periferia poniente. Independiente de que eso se logre, Santiago necesita un plan de ciudad -plan director, maestro o estratégico, como se llame- que le dé lineamientos claros y que vaya más allá de lo regulatorio. La planificación urbana integrada se basa en la integración de lo normativo, las inversiones urbano-habitacionales y la gestión urbana. El nuevo plan debería tener un liderazgo político potente a escala de ciudad, pero siendo sensible a las visiones de la comunidad y los gobiernos locales”, señala Moris.
¿Por qué no se regenera el tejido urbano, se densifica la ciudad existente cuidando la calidad de vida de sus habitantes en vez de seguir expandiéndose? ¿Por qué no mejorar la ciudad que ya tenemos, en vez de continuar creciendo?
Para Isabel Serra la respuesta pasa por un tema monetario: “Es más barato que densificar. Los intereses económicos son muy grandes. Las inmobiliarias ganan el 30%, en otro países mucho menos (cerca del 10, 15%). Pero las inmobiliarias chilenas son poco innovadoras y arriesgadas, es más fácil llegar a un predio vacío y construir sin mayor problema. En la densificación de la ciudad hay más variables inciertas, la comunidad, las preexistencias, es más difícil regenerar la ciudad, es más trabajo. Tampoco está muy claro quiénes son los dueños de estos predios, hay muchos grupos económicos detrás y el precio de un terreno rural al pasar a urbano cambia. Es una mala noticia, es pésimo, y aun así la CChC sale todos los días diciendo lo contrario, que van a subir los precios del terreno en Santiago, etc. Pero el suelo hay que reutilizarlo y hacerlo más eficiente, no seguir expandiéndose”.
Hace 55 años...
En 1960 el Plan Regulador Intercomunal de Santiago (PRIS 60) vino a organizar y poner orden a los cambios que ya experimentaba la capital.
Como explica Roberto Moris, “la ciudad ya había tenido un crecimiento importante con el movimiento campo-ciudad y se había ido desarrollando más bien por emprendimientos privados”. La nueva normativa le dio a Santiago forma y le otorgó una planificación pensando a largo plazo y en su crecimiento, contemplando varias comunas, anillos de circunvalación, áreas residenciales e industriales. “Es un hito en la visión de planificación desde el Estado. Se proyecta el crecimiento, se macrozonifica y se provee de una infraestructura vial estructurante, que hoy podemos reconocer como la esencia de Santiago, con la Circunvalación Américo Vespucio como mayor referencia. El PRIS entregó las bases de la forma de la ciudad”.
Esa base se actualizó con los PRMS del 94 y 97, que desde su punto de vista también ofrecieron una visión integral. “Se estaba pensando la macroinfraestructura de la ciudad, pero también los diseños de los nudos viales y las estaciones de metro. Creo que la visión de ciudad dentro de una región, de un sistema urbano, fue importante. También la zonificación industrial, que luego continuaron los planes comunales, ha permanecido. Las vialidades mayores e incluso los parques metropolitanos”, dice. Pero para Moris faltó ir actualizando permanentemente y evaluando las acciones del Estado y el rol del sector privado. “Las políticas habitacionales han logrado mayor incidencia en las ciudades, generando expansión muchas veces no planificada, y los planes reguladores no se han actualizado de manera adecuada para darle una proyección a la ciudad”.
Para Germán Bannen, premio nacional de Arquitectura y gestor de la comuna de Providencia, esta expansión de Santiago ya en los 60, con la creación de las comunas, no aporta hoy a la calidad de vida de sus habitantes si se piensa, por ejemplo, en los tiempos de traslados. “El plan intercomunal en ese sentido es un disparate, nunca debiéramos haber permitido esta extensión. Sacamos a toda una parte de la población, la llevamos a vivir a los bordes y no les hacemos ciudad y los dejamos viviendo como puedan. Aquí, por ejemplo, en esta comuna había tres poblaciones para los empleados municipales; se llevaron dos para La Florida y una a Maipú, y ¡hoy día eso es entre dos y tres horas diarias de viaje! Dos para llegar y dos para irse… ¡y ocho estás aquí! Es bueno poder vivir en un área metropolitana si estos núcleos funcionaran y los reconocieran, no llegar de repente a una comuna que son puras casitas y pobreza, o puras casitas y puros ricos con murallas. En Europa están claramente divididas las ciudades, son mucho más escaladas; en Italia o Alemania está la ciudad y después campo y luego la otra, pero están separadas”.
¿Qué necesita Santiago hoy?
El área Metropolitana se ensancha, aumenta su tamaño con los años. Si antes se iba o se viajaba a Puente Alto, San Bernardo u otros sectores, hoy es un continuo que va adosando comunidades, pero sin integrarlas. Santiago continúa mal alimentado sin un régimen nutricional bien pensado y a largo plazo. ¿Qué cambios se pueden hacer? ¿Por dónde pueden ir las soluciones para una ciudad que proyecta más de 7 millones de habitantes al 2020? Para nuestros entrevistados se necesitan tres cosas básicas: un plan maestro, reorganizar/regenerar lo que ya tenemos dotando a todas las comunas de los servicios básicos y, sobre todo, voluntad política.
“La ciudad requiere un diagnóstico comprensivo con un modelo de involucramiento comunitario y desarrollo local, que aborde temáticas estructurantes como la gestión de riesgo de desastres, la gestión hídrica, la movilidad y acceso a bienes públicos. Es el momento de abordar en propiedad estrategias de regeneración urbana y densificación que aseguren calidad de vida, mayor acceso a los atributos urbanos y menores tiempos de viaje. No solo ir respondiendo a la demanda de suelo y carreteras”, dice Moris.
Isabel Serra enumera una serie de medidas prácticas para comenzar: “Partir por lo básico, simple, por ejemplo la posibilidad de subsidio al arriendo, poder focalizar ciertos barrios para disminuir la segregación de la ciudad, empezar a infiltrar barrios muy guetizados. Hay que rearmar Santiago a partir de unidades completas, con los servicios completos. Empezar por relocalizar las actividades mínimas: educación, salud y empleo, para que empiecen a tomar autonomía y no se tenga que salir de sus propios límites para hacer las actividades cotidianas. Para eso se necesita voluntad política, invertir y relocalizar las actividades”.
Bannen coincide en la voluntad política y pone el énfasis en la comuna como unidad, en su potenciamiento e identidad.
“En Chile lo que más se aproxima, y con lo que podríamos trabajar, es la comuna; sus autoridades son electas, tiene un territorio con dimensiones que puedo reconocer. A mí me tocó convertir esta comuna en ciudad -dice Bannen, refiriéndose a Providencia-. Entregarle todos los usos necesarios para que funcione una ciudad. Tuvimos que promover desde aquí un cambio a la legislación, por ejemplo para poder tener notarías. Es una norma. Se puede hacer, está hecho, Providencia lo hizo. Tiene que haber voluntad política primero”, dice refiriéndose a la modificación al plano regulador comunal aprobada en octubre del año pasado que limitó la altura de construcción hasta máximo 7 pisos en la mayor parte de la comuna, y 3 pisos en 7 barrios de ella. Una medida que contiene el crecimiento desmedido y que vuelve a la identidad de barrio que siempre tuvo.
Un ejemplo que va en la ruta de incorporar la opinión de sus habitantes, considerar calidad de vida y pensar la ciudad para las personas. Como dice Bannen, “que cada comuna reconozca que es ella, que descubra cuál es su origen, su aire, su imagen. Se puede construir en base a eso” .
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