Crítica de cine: Quantum of Solace
<embed pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" src="http://especiales.latercera.cl/diario/2008/NOVIEMBRE/cultura/cine.swf" width="384" height="170" scale="ShowAll" loop="loop" menu="menu" wmode="opaque" quality="1" type="application/x-shockwave-flash"></embed> <br /> Después del enorme éxito de Casino Royale, y con escenas filmadas en Chile, la cinta 22 de James Bond promete ser un gran éxito y la consolidación de Daniel Craig como el agente 007.
A diferencia de la gran mayoría de las cintas de la saga Bond, Quantum of Solace se inicia apenas unos minutos después del final de Casino Royale (2006). Bond (Daniel Craig) maneja a gran velocidad, escapando de una caravana de villanos, mientras carga en su maletero al hombre que podría decirle la verdad sobre la muerte y traición de su amada Vesper Lynd.
Por si una sola secuencia de acción inicial fuera poco, la cinta tiene al menos tres en su primer cuarto de hora. Hay explosiones, tiroteos, aviones en llamas, carreras de lancha y una persecución por los tejados directamente inspirada en El ultimátum de Bourne.
Además, hay suficiente aventura, paisajes exóticos y enfrentamientos como para satisfacer a cualquiera. Pero no tiene ni el peso dramático ni la astucia narrativa de Casino Royale, una de las mejores cintas de la serie y una gran película más allá de su género y franquicia.
En el fondo, ¿qué esperamos de un filme de James Bond? ¿El cinismo sicópata y misógino de la época de Sean Connery? ¿O, por ejemplo, el desdén cosmopolita de Pierce Brosnan? Las preguntas son legítimas, porque el problema aquí radica en el tono: el director no se decide nunca entre el thriller puro y duro, firmemente anclado en el mundo real, o la fantasía desatada que la saga 007 abrazó en títulos como Moonraker y Octopussy.
El Bond que conocimos en los 80 y hacia fines de los 90 está muerto. En esta versión no hay demasiado humor, ni tecnología futurista, ni villanos bizarros ni -ojo- demasiado sexo. El Bond de Craig es poco más que un matón entrenado, con escasa empatía o don de gente, que seduce sin pasión y que mata sin placer.
Alguien podría alegar que en este nuevo filme casi no queda nada de lo que diferenciara a Bond de otros héroes de acción del pasado, y que su canibalización de tipos contemporáneos, como Jack Bauer o Jason Bourne, le ha quitado glamour o encanto.
Puede ser. Sin embargo, Casino Royale demostró que en esa opción había gran cine, y donde Quantum of Solace falla es en repetir esa rara alquimia de acción física, intriga adulta y emoción real. No es que sea un mal filme de género: es que su predecesor nos hizo confiar en que sería mucho más que eso.
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