“Se acabó Chile Vamos”: el duro juicio de dirigentes de la coalición y la revuelta interna en los partidos
La debacle electoral -a nivel presidencial y parlamentario- golpeó de lleno a la coalición de derecha tradicional y abrió un debate crudo sobre su futuro: desde diagnósticos terminales y llamados a dar por cerrado el ciclo han marcado las primeras horas tras los comicios.
Estaban prácticamente en silencio y ninguno sonreía de manera espontánea. El sabor amargo se sentía la noche del domingo entre los principales dirigentes de Chile Vamos que llegaron -junto a Evelyn Matthei- a la sede del Partido Republicano para darle su apoyo a José Antonio Kast de cara a la segunda vuelta.
Y es que ningún presidente de partido del bloque tenía motivos para celebrar, y eso se notaba en las expresiones de los distintos personeros, quienes con incomodidad se posicionaron rodeando el podio que estaba ubicado en el lugar, donde Matthei entregó sus declaraciones.
El diagnóstico en el bloque es uno: el resultado del 16-N fue un sismo para la derecha tradicional. La candidatura presidencial de Matthei, que por meses fue la favorita en los sondeos, terminó relegada al quinto lugar, un desenlace que ningún dirigente de Chile Vamos anticipó.
El golpe electoral arrastró a las tres colectividades del bloque: la UDI y RN retrocedieron en su representación parlamentaria, mientras Evópoli quedó directamente disuelto al no alcanzar el mínimo legal de cuatro legisladores.
El cuadro abrió una jornada inmediata de recriminaciones y diagnósticos terminales sobre el futuro del bloque y de la derecha tradicional, la que, por segunda elección presidencial consecutiva (ya les había pasado con Sebastián Sichel en 2021) quedó fuera del balotaje.
En Renovación Nacional (RN), el extimonel Cristián Monckeberg puso por escrito lo que varios ya comentaban en privado: el ciclo de Chile Vamos se habría agotado. En una carta enviada a la militancia, desahució la continuidad de la coalición.
“Chile Vamos ha cumplido su ciclo. Me correspondió impulsar con fuerza su creación, que alcanzó grandes logros -entre ellos, la segunda presidencia de Sebastián Piñera y la bancada más numerosa en la historia del partido-, todo ello sobre la base de una hoja de ruta programática y electoral clara”, escribió.
A renglón seguido, agregó: “Sin embargo, las sucesivas derrotas presidenciales, la decisión de no realizar primarias, una fórmula parlamentaria que no maximizó el rendimiento electoral y un relato político que no hizo eco en la ciudadanía, nos obligan a romper inercias. A la vista de los resultados el fracaso es total, de Chile Vamos y sobre todo de RN. Sugiero que al integrarnos al futuro gobierno, lo hagamos como partido, sin una coalición que ha demostrado ser intrascendente y vacía. Luego, con serenidad, podremos analizar el nuevo escenario político de la derecha en Chile y delinear su proyección para los próximos ciclos electorales”.
La tesis del cierre de ciclo tuvo eco inmediato. El alcalde de Ñuñoa, Sebastián Sichel, excandidato presidencial de 2021, coincidió en que la alianza debe darse por terminada, aunque advirtió que el proceso de reconfiguración debe resguardar un espacio para la derecha liberal y evitar la deriva que vivió el Socialismo Democrático frente al avance del Frente Amplio.
En el Senado, la idea también encontró terreno fértil: la parlamentaria Paulina Núñez se alineó con ese camino, mientras el senador electo Andrés Longton fue más allá y propuso que la derecha tradicional avance hacia un partido único.
El diputado Diego Schalper (RN), eso sí, puso paños fríos. En otra carta a la militancia aseguró que “ya vendrá el tiempo para las definiciones políticas, que difícilmente pueden adoptarse sin el desenlace de la segunda vuelta, donde RN es actor principal”.
La idea de fusionarse o de poner término a Chile Vamos fue también mirada con distancia por Ramírez, quien aseguró que “es muy temprano para hablar de un solo partido o la coalición” y que “decir que Chile Vamos se acabó me parece que es una exageración”.
En esa línea, agregó: “Muchas de estas críticas tienen que ver con una contienda interna de otros partidos”.
En republicanos, por otro lado, si bien transmiten que harán todo lo posible por trabajar en un comando unido e incorporar las propuestas de Chile Vamos y de las otras candidaturas derrotadas, lo cierto es que se alejan de una posible fusión o coalición con ellos. “Primero hay que ganar el balotaje”, repiten.
Discusiones a puertas cerradas
En la UDI -hasta el cierre de esta edición- la directiva se mantenía reunida con la comisión política en su sede de Suecia, en una mezcla de catarsis y de cálculos para la segunda vuelta.
El gremialismo retrocedió, pero menos que RN, y quedó con 18 diputados. Un dato que en la interna se recalca para defender que el daño no fue equivalente entre los partidos del bloque. Sin embargo, la debacle ocurrió en el Senado. De seis candidatos que postularon a la Cámara Alta (Jose Miguel Durana, Luz Ebensperger, Nicolás Noman, María José Hoffmann, Juan Antonio Coloma y Henry Leal), no consiguieron ninguno, lo que ha levantado cuestionamientos internos.
La crítica a la directiva de Guillermo Ramírez vino de un histórico: Pablo Longueira. El exmilitante gremialista aseveró en La Tercera que “aquí la UDI cometió muchos errores por no haber tenido una conducción firme y única”. El exministro de Economía cuestionó que el sector no haya podido resolver la realización de una primaria presidencial.
En RN, el ambiente es derechamente áspero. La comisión política fijada para la tarde de este lunes será el primer termómetro tras el resultado: el partido sufrió un fuerte retroceso en la Cámara, aunque avanzó en el Senado con triunfos simbólicos, como el doblaje de Andrés Longton y Camila Flores y la elección de la secretaria general, Andrea Balladares, en la Región del Maule, heredando el cupo del timonel Rodrigo Galilea.
La disidencia presiona por una salida de la directiva liderada por el senador -cuya fecha para renovar la mesa quedó para marzo- y sostienen que una dirigencia debilitada no puede encabezar las negociaciones con el candidato republicano para un eventual gobierno. En la colectividad replican que los nombres respaldados por ese sector tampoco lograron resultados competitivos y que la responsabilidad en la elección parlamentaria es compartida.
Sea como sea, en varios grupos de militantes de la colectividad circularon distintas gráficas y el resultado es ineludible: es el peor resultado de RN desde 1989, y las dos caídas consecutivas en el número de parlamentarios electos -en 2021 y en esta pasada- muestran una pérdida sostenida de respaldo electoral.
“La mayor cantidad de diputados electos de nuestra historia fue cuando planteamos un partido de centroderecha, dialogante, pero que defiende sus ideas. Cercano a la clase media, con una mirada social nítida y responsable”, lamentó el alcalde de Santiago, Mario Desbordes, en uno de grupos de mensajería.
El golpe más duro recayó en Evópoli, cuyo desenlace no figuraba en ninguno de los cálculos previos. La colectividad quedó automáticamente disuelta, un hito que aplazó cualquier discusión sobre la arquitectura futura de la derecha. En una carta abierta, su directiva reconoció que el partido no logró interpretar a la ciudadanía y anunció un proceso de reflexión profunda para redefinir su proyecto político.
“El resultado de estas elecciones nos obliga a iniciar una reflexión profunda. No hemos sido capaces de interpretar el sentir mayoritario de la ciudadanía, y aquello nos interpela a corregir el rumbo y trabajar con humildad por renovar nuestro proyecto político”, escribieron.
En horas de esta tarde la directiva -liderada por Juan Manuel Santa Cruz- se reunirá y en los próximos días se evalúa citar a comisión política y luego a un consejo general. Frente a la disolución se evalúan distintos caminos, uno de ellos -y el que toma fuerza- es recurrir a la justicia electoral.
En la colectividad aseguran que el Servel modificó sus criterios respecto a la supervivencia de los partidos. Afirman que la ley dispone tener cuatro parlamentarios, sin distinguir cuándo fueron electos. Eso, señalan, implica contabilizar a los que hoy están en ejercicio.
Bajo ese criterio, Evópoli no se disolvería pues tiene a los senadores Luciano Cruz-Coke, al senador Sebastián Keitel, junto al diputado Jorge Guzmán, que logró la reelección, y a Tomás Kast, quien fue electo. Una situación similar a la que alega la FREVS de Jaime Mulet. Ese argumento es el que ya evalúa Evópoli con distintos abogados.
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