La desigualdad aumentaría si es que las políticas de Estados Unidos impulsan una inflación sostenida

Los sueldos ajustados por la inflación de los trabajadores de la producción y los no gerentes cayeron un 3,3% en abril respecto al año anterior, según el Departamento de Trabajo. PHOTO: MICAH GREEN/BLOOMBERG NEWS

El costo de vida está aumentando más rápido que los sueldos, a pesar de los esfuerzos de la administración de Biden y la Fed.


La funcionarios de la Reserva Federal y de la administración de Biden dicen que la desigualdad económica es mala y apuntan sus políticas en parte a reducirla. En el corto plazo, al menos, esas políticas podrían estar ampliando la desigualdad, no reduciéndola.

En los últimos meses, las presiones inflacionarias han hecho que el costo de vida aumente más rápido que los sueldos, es decir la paga no ha aumentado tan rápido como lo hacía antes. La inflación de precios al consumidor en abril subió un 4,2% respecto del año anterior, mientras que el pago por hora a los trabajadores de producción subió un 1,2%, según informó el Departamento del Trabajo la semana pasada.

El departamento también dijo que, tras ajustar por inflación, los sueldos de los trabajadores de producción y los no gerentes cayó un 3,3% en abril respecto del año anterior, la caída más grande desde un golpe de inflación y recesión en 1980.

Economistas, creadores de políticas y muchos del público votante tienen diferentes opiniones sobre la desigualdad de ingresos, y la creciente concentración de riqueza en el 1% más rico. Algunos ven la desigualdad como un signo de un sistema económico injusto que el gobierno debería solucionar; otros dicen que una economía capitalista sana premia a sus ciudadanos más productivos.

Una caída en los sueldos ajustados a la inflación golpea especialmente a los hogares con bajo y moderado ingreso, porque ellos ocupan un mayor porcentaje de su sueldo para cubrir los costos del diario vivir. Las cifras pueden estar temporalmente sesgadas, pero si la inflación persiste y es impulsada por las políticas de la Fed o la administración de Biden, podría levantar dudas sobre los costos y los beneficios de esas políticas para los trabajadores estadounidenses.

Los economistas describen la inflación como un impuesto regresivo, lo que significa que golpea más duro a los trabajadores de bajos ingresos. “No veo nada bueno pasando desde una perspectiva de desigualdad económica”, dijo Karen Petrou, una analista financiera y autora de “Engine of Inequality”, una crítica a la política de la Fed. “La mayoría de los hogares estadounidenses están viviendo a duras penas el día a día”.

Petrou dijo que una década de políticas de bajas tasas de interés por parte de la Fed en su mayoría ha ayudado a los ricos impulsando las acciones al alza. Ese efecto se ha acelerado recientemente. Mientras que los sueldos ajustados a la inflación cayeron en abril respecto de hace un año atrás, el promedio industrial del Dow Jones subió más del 40% en el mismo período. El 10% de los hogares más ricos de Estados Unidos son propietarios del 88,5% de las acciones, según datos de la Fed.

Hay varias razones por las que el inusual aumento de abril en los sueldos podría ser una anomalía. Debido al covid-19, la economía en abril del 2020 era como un paciente en shock en una mesa de una sala de emergencia, con los signos vitales moviéndose salvajemente en diferentes direcciones. La crisis derrumbó los precios de las comidas en restaurantes, las estadías en hoteles y los tickets de vuelos en avión en medio de un cierre de negocios a nivel nacional, mientras que las medidas generales de los salarios aumentaron extrañamente porque los trabajadores de restaurantes y hoteles con salarios bajos fueron marginados.

Eso dificulta hacer comparaciones con el abril de hace un año, como también otros factores. La escasez mundial de chips ha causado un estancamiento en la producción de automóviles nuevos y ha empujado a que los hogares compren autos usados, produciendo que sus precios suban. Los precios del petróleo, la gasolina y los cultivos también están al alza.

En una base de mes a mes, los sueldos han caído en tres de los últimos cuatro meses, aunque están más arriba que hace dos años.

Independiente de cómo sea medido, la reciente caída en sueldos reales apunta a un riesgo si estas tendencias se mantienen. Los esfuerzos del gobierno por impulsar la actividad económica y la contratación —a través de bajas tasas de interés y billones de dólares en nuevos gastos federales— podrían aumentar la desigualdad si es que estos llevan a un continuo gran crecimiento en los costos de vida.

Mary Daly, presidenta del Banco de la Reserva Federal de San Francisco, dice que está cómoda con el enfoque del banco central. Ella ve los incrementos del precio al consumidor como temporales, impulsados en parte por la comparación con el raro “efecto base” del año pasado y por los temporales estancamientos en la oferta que serán resueltos a medida que pase el tiempo. En el área de la bahía de San Francisco, ella señala que la lechuga ha estado escasa en los restaurantes, que estuvieron cerrados por meses. Dice que eventualmente la lechuga empezará a reaparecer en las cocinas de los restaurantes y los precios de las ensaladas en los restaurantes se moderarán.

“La demanda está volviendo de golpe y la oferta está volviendo lentamente”, agregó. “Estas son fluctuaciones transitorias”.

La inflación solo se convertirá en un problema sostenido si los proveedores y trabajadores incorporan los aumentos de precios en los contratos a largo plazo porque ven los aumentos de costos como permanentes, afirmó. Hasta ahora, ella no ve que eso vaya a pasar, una mirada que los mercados afirman. En el mercado de bonos del Tesoro para seguridades (valores) protegidas de la inflación, llamadas TIPS (por sus siglas en inglés), los inversionistas ven una inflación del 2,3% de aquí a cinco años. Eso está sólo ligeramente arriba del objetivo del 2% de la Fed y es menos que otras inflaciones esperadas en tiempos recientes, como en el 2011 y el 2012.

Hace cuarenta o 50 años, los sueldos tendían a subir automáticamente por los ajustes al costo de vida en los contratos sindicales y otros contratos laborales, señaló Daly. Ajustes de ese tipo ya no suceden tan seguido. Hay una compensación. El beneficio de eso es que la inflación tiende a no subir en espirales inesperadas como lo hizo en 1970; la mala noticia es que los trabajadores pueden recibir golpes temporales como ahora.

En la mente de muchos creadores de políticas de la Fed, la inflación ha estado muy baja por mucho tiempo, bajo su objetivo del 2%. La mayoría de los funcionarios de la Fed ven las bajas tasas de interés como un camino para un crecimiento más fuerte del sueldo: ayudando a impulsar la demanda y empujando hacia abajo las tasas de desempleo, argumentan, que le están dando a los trabajadores poder de negociación con los empleadores para demandar un aumento sostenible de sueldo que supere la inflación. Eso era lo que estaba pasando en 2018 y 2019, antes de la crisis por covid-19.

El dinero que se está inyectando a la economía no solo viene de la Fed. El presidente Biden firmó en marzo un proyecto de ley de ayuda contra el coronavirus de US$ 1,9 billones que envió cheques de US$1.400 a los hogares, extendió los beneficios al desempleo y expandió los créditos tributarios por hijos.

Jared Bernstein, un miembro del Consejo de Asesores Económicos de Biden, dijo que las políticas de la administración también están creando oportunidades para los trabajadores de bajos sueldos a través de impulsar la demanda. “Estamos creando trabajo y oportunidades de ganancias para los trabajadores que han sido dejados atrás” afirmó.

“Es importante separar los problemas transitorios del panorama general aquí, que es una economía que vuelva a estar en movimiento” sentenció. La inflación, agregó, debería ser un problema temporal, mientras la tasa de desempleo está bajando rápidamente.

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