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Doña anfitriona

Caroline Cable ama la cocina. Es innegable. Cada minuto libre lo pasa en este espacio, y se nota. No solo por lo cálido, luminoso, sino por el sabor de cada bocado que pudimos probar. Para nuestro placer, brownies y foccacias eran la especialidad del día.

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FUNCIONAL

Se agregó un mesón -a modo de isla- justo donde está la encimera. Se cambiaron las puertas de los muebles de cocina  por cajones para maximizar el espacio y aprovecharlo a cabalidad. Con esa solución pudo eliminar  el mobiliario superior, otorgando una sensación de mayor amplitud. Los sistemas de cajones son de Blum (Hbt, hbt.cl) y el piso es de Atika (atika.cl).

4 ½ TAZAS de harina, 2 tazas de agua y ¼ cucharada de levadura mezclados en la KitchenAid, se estira y se dobla, y por último se deja reposar. Al día siguiente, la masa cobra vida y duplica su volumen. La alquimia ya hizo su efecto, algo que la maravilla. Solo resta un fuego constante para que la focaccia esté lista. Esta receta es hoy unas de sus preferidas. Está en la fase de los panes, incluida por supuesto la focaccia. Antes fueron los brownies y las madeleines. "Es que nada supera este proceso químico. Es fascinante el proceso de agua, harina y levadura. Algo tan básico. Solo las

medidas exactas", dice Caroline.

No importa si pasamos en la mañana a primera hora, si es mediodía o si ya es de noche. O si es invierno o verano. La cocina de la decoradora holandesa Caroline Cable -radicada en Chile desde 1976- tiene sabor a pan recién horneado o a brownies tibios -que confieso fueron mi placer culpable.  A Caroline siempre se la puede ver buscando una receta en sus más de 300 libros, amasando, haciendo pasta junto a sus nietos, no importa si son hombres -7 de ellos lo son- si tienen 11 años o si acaban de cumplir los dos años. No hay excusa para no poner las manos en la masa. Ya se ha transformado en un modo de vida, una tradición familiar, en que mamá e hijas, abuela y nietos, despliegan sus artes culinarias. Sus tres hijas lo saben. Con ellas también utilizó el mismo lenguaje.

Pero no solo en cocinar es una experta. Es una excelente anfitriona. Cada plato que pone en la mesa es cocinado por ella, sin ayuda alguna. El comedor para doce personas, con

la madera desnuda, se viste de color con individuales, flores y platos mezclados de diferentes juegos, de los de su mamá, de su abuela, de los viajes y de los que ha ido coleccionando a través de los años. Confiesa que le gustan las cosas fáciles. "Recibo con algo muy relajado. Mis amigos saben. Ahora hago menos. Antes tenía el picoteo, una entrada, un plato de fondo y un postre. Era mucha comida. A esta altura de la vida nadie quiere comer tanto. Es mucha comida", confiesa Caroline.

Confiesa tener todos los electrodomésticos y utensilios de cocina necesarios. Su última adquisición: una cortadora de fiambre.

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