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Las memorias póstumas de la mujer que acusó a Epstein: “El príncipe Andrés creía que tener sexo conmigo era su derecho”

El su libro “La chica de nadie”, Virginia Giuffre, que murió por suicidio en abril de este año, revela los acontecimientos de la noche en que el duque de York supuestamente abusó de ella en 2001.

Quién era Virginia Giuffre, la mujer que denunció la red de tráfico sexual de Jeffrey Epstein.

Una autobiografía póstuma de Virginia Giuffre, la mujer que acusó a Jeffrey Epstein, da cuenta de un relato ampliado de sus antiguas denuncias de haber sido víctima de tráfico sexual por parte del difunto financista con multimillonarios, políticos y el príncipe Andrés.

Muchas víctimas de Epstein han contado sus historias públicamente a lo largo de los años, pero Giuffre siempre se había mantenido al margen con su afirmación de haber sido “prestada” a los amigos y conocidos ricos y poderosos de Epstein.

Titulado Nobody’s Girl A Memoir of Surviving Abuse and Fighting for Justice (La chica de nadie: Memorias de una sobreviviviente del abuso y la lucha por la justicia), el libro, que se publicará el martes, fue coescrito por la escritora y periodista Amy Wallace y se terminó antes de que Giuffre se suicidara en abril pasado.

En la publicación cuenta la noche en que el príncipe supuestamente abusó sexualmente de ella en marzo de 2001 y señala que el hijo preferido de la reina Isabel II consideró que era su “derecho de nacimiento” acostarse con la joven, que entonces tenía 17 años. Andrés siempre ha negado las acusaciones.

La mujer señala que el príncipe, que entonces tenía 41 años, durante las relaciones sexuales estaba “particularmente atento a mis pies, acariciando mis dedos y lamiendo mis arcos”.

Portada del libro “La chica de nadie: Memorias de una sobreviviente del abuso y la lucha por la justicia”, de Victoria Giuffre.

Recuerda lo emocionada que se sintió cuando Ghislaine Maxwell, que se encuentra encarcelada por traficar con niñas para Jeffrey Epstein, le dijo que cenaría esa noche con Andrés. Describe sentirse como Cenicienta a punto de conocer a un apuesto príncipe.

En el libro, Giuffre describe la primera vez que, según ella, le presentaron al duque de York. El 10 de marzo de 2001 se alojaba en el piso de Maxwell, una casa blanca en una cuadra a pocos pasos de Hyde Park, en Londres.

“Maxwell me despertó esa mañana con un canturreo: ‘¡Sal de la cama, dormilona!’”, escribió Giuffre. “Va a ser un día especial”.

A Giuffre le dijeron que debía vestirse con elegancia. Escribió que Maxwell había elegido un atuendo para la noche: un “vestido sofisticado” y un bolso Burberry.

Virginia Giuffre, la mujer que denunció la red de tráfico sexual de Jeffrey Epstein.

Pero Giuffre decidió usar “una polera mini rosada con cuello en V y sin mangas y un par de jeans brillantes y multicolores bordados con un patrón de caballos entrelazados”, detalla en el libro.

“Maxwell no estaba entusiasmada, pero como la mayoría de las adolescentes de entonces, idolatraba a Britney Spears y Christina Aguilera, y el tercer atuendo era algo que imaginé que ambas podrían usar”.

Cuando Andrés llegó a la casa londinense de Maxwell jugaron a un juego que a la socialité británica le encantaba, que era pedirles a los invitados que adivinaran la edad de la joven. Giuffre dice que Andrés acertó y luego comentó: “Mis hijas (Eugenia y Beatriz) son ​​un poco menores que tú”. Ella afirmó haberse acostado con el duque esa noche, algo que él ha negado.

Reflexionando sobre el encuentro, Giuffre escribe: “En los años transcurridos desde entonces he reflexionado mucho sobre su comportamiento. Era bastante amable, pero seguía creyéndose con derecho a todo, como si creyera que tener sexo conmigo era su derecho de nacimiento”. Afirma que Epstein le pagó 15.000 dólares por “atender al hombre al que los tabloides llamaban ‘Randy Andy’”.

Giuffre añade: “A la mañana siguiente Maxwell me dijo: ‘Lo hiciste bien. El príncipe se divirtió’”. Estos son extractos dados a conocer por el diario británico The Guardian.

Andrés llevaba varios años separado de su esposa, Sarah Ferguson, quien el mes pasado fue despojada de sus cargos en organizaciones benéficas tras la publicación de correos electrónicos perjudiciales dirigidos a Epstein. “A diferencia de su aspecto actual -corpulento, canoso y con papada-, el príncipe Andrés de entonces todavía estaba relativamente en forma, con el pelo castaño corto y una mirada juvenil”, escribe Giuffre.

Combinación de imágenes muestra al príncipe Andrés, duque de York, el 11 de abril de 2021 en Windsor, Inglaterra, y a Virginia Giuffre, el 22 de octubre de 2019, en Nueva York. Foto: Archivo STEVE PARSONS BEN GABBE

“Mi madre nunca me perdonaría si conociera a alguien tan famoso como el príncipe Andrés y no posara para una foto. Corrí a buscar una Kodak FunSaver en mi habitación, volví y se la di a Epstein. Recuerdo que el príncipe me rodeó la cintura con el brazo mientras Maxwell sonreía a mi lado. Epstein tomó la foto”.

La fotografía resultante, de Giuffre de pie entre Maxwell y el duque (con su mano agarrando el abdomen desnudo de Virginia), es ahora infame, indicó el diario The Times.

Después de cenar, ella, Maxwell, Epstein y Andrés fueron a la discoteca Tramp. Giuffre describe al duque de York como “un bailarín torpe”. “Recuerdo que sudaba profusamente”, escribe.

Andrés afirma en una entrevista de 2019 con Newsnight de la BBC que su recuerdo de la velada no podía haber sido preciso, ya que sufría una afección que le impedía sudar.

Virginia Giuffre, la mujer que denunció la red de tráfico sexual de Jeffrey Epstein.

“En el camino de regreso, Maxwell me dijo: ‘Cuando lleguemos a casa debes hacer por él lo que haces por Jeffrey’”, detalla Giuffre.

Llevó al duque arriba y preparó un baño. “Nos desnudamos y nos metimos en la bañera, pero no nos quedamos mucho tiempo allí porque el príncipe estaba deseando ir a la cama. Estaba especialmente atento a mis pies, acariciándome los dedos y lamiendo mis arcos”, afirma en el libro citado por The Times.

El segundo encuentro de Giuffre con Andrés ocurrió en la mansión de Epstein en Manhattan. En sus memorias escribió que Epstein y Maxwell le regalaron al príncipe una marioneta caricaturesca de él mismo, del programa satírico de televisión de los año ochenta Spitting Image, y que él la usó para tocarla a ella y a otra mujer, Johanna Sjöberg, de forma inapropiada.

En documentos judiciales presentados en Nueva York en 2021, sus abogados afirmaron que, si bien Giuffre bien podría ser víctima de abuso por parte de Epstein, “el príncipe Andrés nunca abusó ni agredió sexualmente a Giuffre”.

Después de resolver una demanda civil y firmar un acuerdo de confidencialidad de un año con Andrés en 2022, en el que no admitió ninguna responsabilidad, Giuffre nunca más habló públicamente sobre el presunto abuso.

El financista Jeffrey Epstein y el entonces empresario Donald Trump Foto: Archivo

Pese a negar las acusaciones, la controversia en torno a su asociación con Epstein llevó a que despojaran a Andrés de sus afiliaciones y patrocinios militares en uno de los mayores escándalos reales de la historia moderna.

Las afirmaciones del libro de Giuffre surgen en un momento en que Andrés se enfrenta a una renovada presión por su relación con Epstein. La semana pasada se supo que el príncipe le dijo a Epstein “estamos juntos en esto” al día siguiente de la publicación de una foto del miembro de la realeza abrazando a Giuffre en 2011.

Giuffre murió por suicidio en su casa de Perth, Australia, el 25 de abril pasado, a los 41 años. Antes de su deceso firmó unas memorias de 400 páginas, su primer comentario sobre el príncipe desde el acuerdo estimado en 12 millones de dólares.

Las especulaciones de que Epstein estaba involucrado en una red global de tráfico sexual continúan causando dolores de cabeza a la administración de Donald Trump, que ha estado bajo presión para publicar más registros relacionados con las investigaciones del FBI sobre Epstein y Maxwell.

El entonces empresario Donald Trump, Melania Trump, el financista Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell. Foto: Archivo

Incluso Giuffre, en las páginas finales del libro, pregunta: “¿Dónde están esas cintas de video que el FBI confiscó en las casas de Epstein? ¿Y por qué no han permitido procesar a más abusadores?”.

En el libro ella describe haber conocido a Trump una vez en su resort de Mar-a-Lago, en Florida, donde trabajaba su padre, pero no acusa al magnate de haber cometido ningún delito.

Trump “no podría haber sido más amigable”, dijo Giuffre, y agregó que se ofreció a ayudarla a encontrar trabajo de niñera.

Giuffre también menciona que una vez estuvo presente en las cenas que Epstein tuvo con el expresidente Bill Clinton y el exvicepresidente Al Gore y su esposa, Tipper, pero tampoco los acusó de ningún delito.

Proyección de una imagen de Jeffrey Epstein y Donald Trump en el Castillo de Windsor.

Giuffre rompió contacto con Epstein en 2002.

Tres años después la policía de Palm Beach comenzó a investigar a Epstein después de que los padres de otra adolescente denunciaran que a su hija también le habían pagado por un acto sexual. La policía identificó a varias menores de edad con historias similares sobre haber sido contratadas para dar masajes sexualizados, pero la investigación finalizó en 2008 cuando Epstein se declaró culpable de prostituir a una menor de 18 años. Cumplió 13 meses de una condena de 18 meses de cárcel.

En el libro, Giuffre escribe que Epstein y Maxwell la persuadieron para convertirse en una reclutadora que encontraba a otras chicas que le realizarían masajes sexualizados a Epstein, algo que ella llamó “la peor cosa que he hecho en mi vida”.

“Los rostros de las chicas que recluté siempre me perseguirán”, escribe.

Los fiscales federales de Nueva York presentaron nuevos cargos contra Epstein en 2019, pero, según las autoridades, se suicidó en la cárcel mientras esperaba el juicio, en agosto de ese año. Maxwell fue condenada en 2021 por cargos que incluyen tráfico sexual y cumple una condena de 20 años de prisión. Giuffre no participó en ninguno de los casos.

Tanto el duque como Maxwell afirmaron, en entrevistas televisivas y demandas, que la foto había sido manipulada. Sin embargo, Michael Thomas, fotógrafo del Mail on Sunday, afirmó que la foto no era falsa y que había manipulado una copia física auténtica de Kodak durante una entrevista con Giuffre en su casa de Australia en 2011.

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